Vicenç Navarro /27 de julio de 2012
Este artículo cuestiona la
postura neoliberal que apoya la total independencia de los Bancos Centrales,
incluyendo el Banco Central Europeo, el cual se ha convertido en un lobby de la
banca alemana. El artículo cuestiona los supuestos sobre los cuales se basa tal
tesis neoliberal.
Uno de los dogmas del neoliberalismo ha sido el de que los Bancos
Centrales deben ser independientes del poder político. Según este dogma, tales
Bancos Centrales deben ser gestionados y dirigidos por expertos (es decir,
banqueros) que deben resistir cualquier tipo de presión por parte de los
políticos, centrándose única y exclusivamente en controlar la inflación, que es
–de nuevo, según dicho dogma- el único objetivo de un Banco Central.
La máxima
expresión de este pensamiento la vemos en el Banco Central Europeo (BCE), el
Banco Central más independiente de todos los bancos centrales existentes. Como
bien dijo el Presidente de tal Banco en unas recientes declaraciones a Le Monde
(21.07.12), “no es función del Banco Central ayudar a resolver los problemas
financieros que tengan los Estados”. Y al final de su mandato, el anterior
Presidente del BCE, el Sr. Jean-Claude Trichet, indicó que el gran éxito de tal
institución era haber mantenido la inflación por debajo de un 2%, protestando porque
no se le hubiera agradecido suficientemente esta labor.
Tal postura de “independentismo” de los Bancos Centrales se inició con el
mandato del Presidente Reagan en EEUU y la Sra. Thatcher en Gran Bretaña.
Y fue un indicador del enorme poder del capital financiero (predominantemente
Wall Street en EEUU y la City en Gran Bretaña) que se aceptara tal
independentismo, y que su único objetivo fuera el control de la inflación, pues
para la banca, la inflación es el enemigo número uno. Los que derivan su poder
de la propiedad de dinero ven tal poder mermado por la inflación. Si una
persona tiene 100 euros y la inflación anual es del 10% al final del año la
capacidad adquisitiva de aquellos 100 euros será sólo de 90 euros. Y viceversa,
si usted debe 100 euros al banco y la inflación anual es un 10% el próximo año
usted deberá 90 euros (aún cuando la moneda sea de 100 euros, el valor real
será de sólo 90 euros). De ahí que si la inflación fuera mayor que la
existente, digamos un 4% por año, la deuda del Estado español descendería en
realidad tal porcentaje. De ahí que la banca no quiera ni oír hablar de
inflación. Y para evitar que exista inflación el Banco Central “independiente”
imprime muy poco dinero a fin de que no haya mucha moneda circulando que –según
el dogma neoliberal- crearía inflación.
El problema con tal “independentismo” es que asume que los banqueros,
supuestos expertos, conocen los temas financieros mejor que nadie. Hoy, después
del desastre creado por la banca, es difícil sostener tal postura. Pero lo que
es peor es que los supuestos sobre los que se basa tal teoría de
independentismo son erróneos.
En primer lugar, la inflación se debe a muchas otras causas, y no sólo a
la cantidad de dinero circulando. Por ejemplo, si un país depende del petróleo
importado y el precio del petróleo aumenta, la inflación crecerá,
independientemente de la cantidad de dinero circulando. Lo mismo en cuanto a
problemas internos en el sistema de producción: la escasez de ciertos productos
puede determinar crecimiento de los precios. Y así un largo etcétera. Asumir
que imprimir dinero lleva automáticamente a la inflación es erróneo, como lo
muestra que el BCE inyectara un billón de euros desde diciembre de 2011, sin
que ello haya repercutido en la inflación.
Es más, controlar la cantidad de dinero en circulación beneficia a la
banca, pero no a la economía. Pues este control dificulta el desarrollo
económico. La economía puede necesitar mayores recursos financieros y, si no
los tiene, la economía crece menos y crea menos empleo. Y esto es lo que ha
ocurrido en Europa, donde el independentismo del BCE ha sido una de las causas
de que el crecimiento económico haya sido menor y el desempleo mayor, en
promedio, en los países de la Eurozona después del establecimiento del BCE.
Es más, el independentismo extremo del BCE, completamente capturado por
la banca y muy en especial por la banca alemana, hace que ni siquiera sea un
Banco Central, convirtiéndose en un lobby de la banca alemana (véase mi
artículo “El BCE, el lobby de la banca”). Lo que se necesita es obvio. Aunque
nadie lo cite. Antes de que existiera el neoliberalismo, los Bancos Centrales
eran parte del Estado y estaban sujetos al control político, teniendo la
responsabilidad de no sólo controlar la inflación, sino también estimular la
economía. Y el crecimiento económico y creación de empleo del periodo 1945-1980
fue mayor que en el periodo 1980-2000. Es más, en los países donde ha habido
mayor crecimiento, tales como Corea del Sur, Taiwán, China e India, su Banco
Central no ha sido independiente. El desastre actual en la Eurozona debería ser
motivo de cambio profundo del BCE, haciéndolo sensible a las necesidades de las
economías de la Eurozona, y no a las de los bancos.
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