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Paloma Esteban /28/07/2012
El fuerte aumento de la demanda, las condiciones de sequía y la mala
gestión de recursos naturales son los principales factores para preocuparse por
elfuturo de la commoditie más esencial de nuestro planeta.
Todo apunta a que el agua se convertirá en el nuevo “oro azul” en los próximos
años y, desbancará, así, al petróleo como materia prima más preciada.
Todos los analistas coinciden en que el agua es un activo de
inversión para el futuro. Goldman Sachs destaca en un informe las grandes
posibilidades que ofrece la industria del “oro azul” y, hace hincapié en
que el agua es uno de los pocos recursos que no ha participado en la inflación
de precios en los últimos veinte años, algo que, sin embargo, se ha visto en
prácticamente el resto de activos en todo el mundo.
Así, al no establecerse un
mecanismo de fijación de precios, no han existido incentivos para estimular la
inversión en la industria del agua. Pero esto va a cambiar.
Paul B. Farrell, experto en el comportamiento de las materias primas y ex
banquero de Morgan Stanley, indica que el total de ingresos mundiales de esta
industria supone 508.000 millones de dólares (últimos datos oficiales de 2010),
de los cuales, el sector de la agricultura es, sin duda, el mayor consumidor
mundial con un récord del 70%. Es comprensible, por tanto, que la falta
de agua agravaría de forma directa el déficit de suministro de alimentos.
Otros ejemplos: el mercado del embotellamiento de agua genera unos 58.000
millones de dólares, aproximadamente, 170.000 millones se destinan a aguas
residuales, alcantarillado, sistemas de depuración...etc., mientras que las
empresas hidroeléctricas, sistemas de distribución y tratamiento de plantas
generan 226.000 millones.
Según los últimos datos de la ONU y de la OCDE, el 50% de la población
mundial vivirá en regiones con escasez de agua para el año 2030. Los
expertos de Citigroup estiman que alrededor de un tercio de la población
mundial no tendrá acceso a agua potable en el año 2025. Otro escalofriante
dato de referencia aportado por la ONU es que en este momento, el 35% de la
población mundial ya no tiene acceso al agua potable.
La sequía, sin duda, es uno de los grandes problemas. Teniendo en cuenta
que fuera de nuestras fronteras, los principales ríos como el Colorado y Río
Grande sólo consiguen llegar al océano en los años más húmedos, podemos
imaginar que el resto de ríos lo tienen bastante más complicado. Y, desde luego,
esta cuestión dará lugar, tarde o temprano, a cierta agitación política y
social, ya que más de veinte países hoy en día reciben el total de su agua
potable a través de ríos que fluyen en países vecinos. Imaginemos la
dificultad a la que se enfrentan las más altas poblaciones mundiales
dependientes de ríos como el Mekong, que atraviesa China, Birmania, Laos,
Tailandia, Camboya y Vietnam.
El crecimiento de la población y el aumento de la demanda, sumado a estas
condiciones de sequía son el mayor reto. El mejor ejemplo: China. Según
explica Farrell, su población se encuentra ahora en aproximadamente 1.344
millones de personas y la próxima generación sumará otros 100 millones. Farrell
asegura que el gigante asiático necesitará construir 500 nuevas ciudades
para albergar a todos sus nuevos habitantes. Así, imaginemos el agua que
necesitarán esas 500 nuevas ciudades con sus respectivas miles de viviendas
para abastecerse. Los datos son abrumadores y esta cifra es tan solo la mitad
del crecimiento que espera China hasta el año 2050.
Otro país de referencia es Estados Unidos, cuya demanda de agua
se ha triplicado en los últimos 30 años, aunque la población ha aumentado
sólo un 50%. Es decir, cada 20 años, el consumo mundial de agua se
duplica.
Entonces, ¿es la industria del agua un buen negocio? Goldman Sachs
defiende que el “oro azul” es un producto distribuido de manera muy desigual y
es necesario para todas las industrias. Pero como ya hemos visto antes, no
tiene un valor cuantificable. ¿Cómo se puede estimar el valor/precio del barril
de un producto que cubre más del 70% de la tierra?
El problema de la valoración del agua es también la propia
infravaloración que la sociedad suponemos al “oro azul”. En primer lugar,
tendemos a un excesivo consumo de agua porque no estamos pagando el precio
justo, ni lo imaginamos, por tanto no otorgamos el valor que merece.
En segundo lugar, esa infravaloración ha hecho también que la gestión del
agua como “oportunidad empresarial” haya sido subestimada, por lo que son pocas
las grandes compañías que han intervenido hasta este momento.
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