03/09/2012
Entre 2007 y 2008, los precios
mundiales de los alimentos se dispararon. El número de personas viviendo en la
extrema pobreza alcanzó los 150 millones. La ONU encargó a Oliver
De Schutter una investigación sobre las causas de esta crisis
alimentaria. La conclusión de su informe es estremecedora: potentes
especuladores internacionales provocaron una enorme burbuja en el mercado
mundial de alimentos.
En este post vamos a explorar
la responsabilidad de algunas instituciones financieras en semejante catástrofe
humanitaria. Veremos cómo Goldman Sachs jugó un papel central. Pero, antes de
nada, necesito introducir un concepto importante: “los derivados financieros”.
¿Qué son los
“derivados financieros”?
En las noticias sobre la
crisis bancaria seguro que habéis escuchado el término “derivados
financieros”. Pero, ¿qué es un “derivado financiero”? Vamos a
verlo con un sencillo ejemplo.
Un ejemplo de “derivado
financiero”
Imaginemos a un agricultor que
produce trigo y a un panadero que necesita el trigo para hacer pan.
El precio del trigo fluctúa
con el tiempo. Ni el agricultor sabe por cuánto podrá vender el trigo en el
futuro, ni el panadero sabe cuánto le costará comprarlo. Por ejemplo, si dentro
de una año hay una gran sequía, la cosecha será escasa y el precio del trigo
aumentará.
La mayor preocupación del
agricultor es que el precio del trigo baje. Imaginad que compra
semillas y tractores calculando que podrá vender cada tonelada de trigo por 100
euros y unos meses después, cuando termina la cosecha, en el mercado sólo le
pagan 5 euros. ¡Desastre!
Al contrario, lo que más
preocupa al panadero es que el precio del trigo suba. Imaginad que
invierte dinero en su panadería calculando que podrá comprar el trigo a 100
euros y unos meses después resulta que vale 200. ¡Desastre!
Como los riesgos del
agricultor y del panadero son complementarios (el agricultor teme quebaje el
precio del trigo y el panadero teme que suba), ambos pueden
protegerse firmando un contrato que diga:
“Yo (agricultor) me
comprometo a venderte una tonelada de trigo por 100 euros dentro de 9
meses. Y tú (panadero) te comprometes a comprármelo.”
Este contrato es un ejemplo de
derivado financiero. Un derivado es un instrumento cuyo valor depende del
precio de un bien subyacente. En nuestro ejemplo, “el instrumento” es el
contrato de compra-venta y el “bien subyacente” es el trigo.
Hasta aquí, los derivados
financieros pueden ser muy beneficiosos para la economía: al disminuir los
riesgos, panaderos y agricultores pueden invertir en sus negocios sin temer la
bancarrota si un año llueve un poco más o menos de lo habitual.
Goldman Sachs y los grandes
especuladores entran en escena
Sigamos con nuestro ejemplo
donde teníamos panaderos y agricultores. Ahora introducimos unos participantes
nuevos: los especuladores.
Al contrario que panaderos y
agricultores, los especuladores ni producen trigo ni necesitan trigo. Sin
embargo, en su justa medida, los especuladores benefician tanto a
los panaderos como a los agricultores. Por ejemplo, imaginad que un agricultor
produce 100 toneladas de trigo al año. Tendría que encontrar a muchos panaderos
para vender la totalidad de su cosecha y firmar un contrato diferente con cada
uno de ellos. Para el agricultor es más sencillo vender su trigo a un
especulador, quién, a su vez, asume el riesgo de encontrar a los panaderos.
Dicho en la jerga económica: “los especuladores proporcionan liquidez al
mercado”.
La crisis alimentaria
estalló cuando un “invento” de Goldman Sachs junto a un cambio
legal en EEUU provocó que los grandes especuladores se convirtieran en los
únicos jugadores relevantes en el mercado de alimentos.
Allá por los 90, los banqueros
de Goldman Sachs se inventaron un derivado financiero sobre un índice que
mezcla los precios de 24 materias primas, entre ellas, el café, el trigo, el
maíz y la soja (“Goldman Sachs Commodity Index”). En 1999, la agencia norteamericana
encargada de vigilar este tipo de productos financieros decidió desregularlos,
permitiendo a los especuladores ciertas operaciones antes prohibidas (en
particular, las llamadas “posiciones a largo”).
Goldman Sachs diseñó su
derivado financiero para los inversores que buscaban “aparcar” su dinero. Los
alimentos parecen la apuesta perfecta: las empresas tecnológicas pueden
quebrar si la competencia inventa un producto mejor, pero la humanidad
siempre necesitará comida. ¿Qué mejor lugar para invertir?
La desregulación provocó un
enorme flujo de capital hacia los derivados sobre alimentos. Se calcula que
entre 2000 y 2008, la inversión en estos productos financieros se multiplicó
por 50. La consecuencia fue una tremenda burbuja: cuanta más demanda para
derivados financieros sobre alimentos, más sube el precio futuro de los
alimentos y cuanto más sube el precio futuro de los alimentos, más demanda para
los derivados. La crisis financiera no ha frenado esta tendencia: los alimentos
siguen siendo un “valor seguro” para los especuladores (ver esta gráfica).
Permitidme terminar con el
esclarecedor testimonio ante el Senado estadounidense de Michael W. Masters,
ex-manager de un hedge fund que especula en el mercado de los alimentos:
“En este mismo momento, hay
cientos de miles de millones de dólares preparados para entrar en los mercados
de las materias primas. Si no se toma una acción inmediata, los precios de la
energía y los alimentos seguirán subiendo. Esto podría tener consecuencias
catastróficas para millones de consumidores estadounidenses. Y podría
significar, literalmente, la muerte por inanición de millones de personas en
los países más pobres”.
Nota.- Si estáis
interesados en este tema, os recomiendo: 1) El informe de Oliver de Schutter para la ONU, 2) Este artículo de Frederik Kaufman en Foreign Policy y
3) El testimonio completo de Michael W. Masters ante el
senado norteamericano.
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