Alberto Garzón Espinosa /28/05/2012
Hace un par de años España
venció a Alemania en las semifinales del mundial de Sudáfrica por un gol a
cero. La euforia se desató por todo nuestro país, y las celebraciones se
dejaron ver durante semanas gracias a un nuevo sentimiento de patriotismo.
Aquella sensación de superioridad deportiva, cristalizada en la primera copa
mundial de la selección española, no tenía, sin embargo, relación alguna con la
competencia económica entre ambos países. Aquél otro enfrentamiento mostraba un
marcador completamente opuesto; allí recibíamos una enorme paliza.
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