Raúl Zibechi / 4 de enero del 2012
La posición estratégica de Perú, como puerta de ingreso y salida del voluminoso comercio entre China y Brasil, pero también como uno de los más importantes países mineros de la región sudamericana, ha escalado varias posiciones desde que Ollanta Humala se ciñó la banda presidencial.
Para ofrecer un cuadro más o menos completo de la coyuntura crítica por la que atraviesa el país andino, deben considerarse dos tipos de conflictos: los interestatales y los político-sociales. Los primeros son protagonizados por los dos países cuyos intereses chocan de modo frontal en Perú, o sea Estados Unidos y Brasil. Los segundos enfrentan a los movimientos con el gobierno que ellos mismos ayudaron a elegir.
Brasil apoyó la candidatura de Humala y seguirá apoyando a su gobierno, más allá del conflicto que mantiene con los pueblos y poblaciones. Durante la campaña electoral dos miembros del PT contribuyeron a maquillar la figura del ex militar para hacerla más potable a las clases medias. Pese al reciente viraje a la derecha de Humala en respuesta a la agudización del conflicto social antiminero –despidió a once de sus 17 ministros y abrió las puertas del gabinete a la tecnocracia neoliberal–, el país sigue siendo escenario de una aguda disputa geopolítica.
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Brasil apoyó la candidatura de Humala y seguirá apoyando a su gobierno, más allá del conflicto que mantiene con los pueblos y poblaciones. Durante la campaña electoral dos miembros del PT contribuyeron a maquillar la figura del ex militar para hacerla más potable a las clases medias. Pese al reciente viraje a la derecha de Humala en respuesta a la agudización del conflicto social antiminero –despidió a once de sus 17 ministros y abrió las puertas del gabinete a la tecnocracia neoliberal–, el país sigue siendo escenario de una aguda disputa geopolítica.