En Atenas, la tensa guerra entre el Gobierno y los acreedores privados entra en su fase final. Para recibir los 130.000 millones de ayuda, Grecia debe aportar pruebas de que está realizando reformas, porque con la buena voluntad no basta.
Cerstin Gammelin
24/01/12
Cada día se repiten las mismas imágenes. Hombres con caras tan sombrías como sus trajes se apresuran tras las puertas giratorias de edificios anónimos y se pierden en la sombra. Esta escena tiene lugar en Atenas y los actores son los hombres encargados de las negociaciones entre el Gobierno griego y los representantes de los bancos que se reúnen todos los días para jugar una partida de póquer en torno a la quita de la deuda griega.
Bajo la presión de los Gobiernos que se reunieron el pasado mes de octubre en una cumbre europea, los bancos privados y los fondos de inversión prometieron tachar alrededor de 100.000 millones de euros de la cuenta de la deuda helena.
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