El Perú es definitivamente un espejismo económico, social y político muy complejo que se debate entre un abanico de contradicciones profundas. Se explica así porque este conglomerado pretende hoy venderse en el mundo como un 'ejemplo económico' exitoso, pujante, progresista y democrático apelando a 'otros dones' como el de su rica y variada gastronomía (ello relacionado a la promoción de la 'marca Perú'). Sin embargo, los verdaderos artífices de esta sistemática propaganda, más allá de tecnocrátas y gobernantes de turno responden a un grupo selecto de familias herederas de una mediocre clase dirigente, incapaz de resolver problemas fundamentales como el de la nacionalidad, el atraso económico y la reivindicación de los grupos populares excluidos desde la dualidad cultural surgida con la conquista europea.
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