domingo, 24 de julio de 2011

José Carlos Mariátegui y el Problema de la Reforma Universitaria



MIENTRAS SUBSISTA EL ACTUAL RÉGIMEN SOCIAL, LA REFORMA NO PODRÁ TOCAR
LAS RAÍCES RECÓNDITAS DEL PROBLEMA EDUCACIONAL…

…NO ES POSIBLE DEMOCRATIZAR LA ENSEÑANZA DE UN PAÍS
SIN DEMOCRATIZAR SU ECONOMÍA, Y SIN DEMOCRATIZAR POR ENDE
SU SUPERESTRUCTURA POLÍTICA”

J.C. MARIÁTEGUI


Bryan Serrano
30 de junio del 2009

A propósito del 91 Aniversario de la Reforma de Córdova de 1918

Acerca de la “democratización de la universidad peruana”


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n 1917, luego del desencadenamiento de la primera guerra mundial imperialista y sobre todo con el advenimiento de la revolución socialista de 1917 en Rusia, el mundo contemporáneo ingresaría en una nueva era mundial: Se abría paso la época de la revolución y la dictadura del proletariado1 y la edificación de la sociedad socialista en un solo país (2). La verdad irrecusable de que “el capitalismo había dejado de coincidir con el progreso” 3 sentenciaría el final de la vieja democracia burguesa –cuya más alta cúspide fue el período de las revoluciones liberales– abriéndose a su vez paso la época de las revoluciones populares de nueva democracia.

Mao Tsetung, líder de la revolución China, en alguna oportunidad y dirigiéndose a los comunistas de su país al realizar una valoración definitiva de la influencia de la Revolución de Octubre para con el proceso revolucionario de china, sería consciente del nuevo rumbo, método y concepción que después de  este acontecimiento configurarían la lucha de los pueblos oprimidos del mundo y de todo movimiento democrático-revolucionario al mencionar que

 

: “…Fue a través de los rusos que los chinos encontraron el marxismo. Antes de la Revolución de Octubre, los chinos no sólo desconocían a Lenin y Stalin, sino que ni siquiera conocían a Marx y Engels. Las salvas de los cañones de la Revolución de Octubre nos trajeron el marxismo-leninismo. La Revolución de Octubre ayudó a los hombres avanzados de China, así como a los de la tierra entera, a adoptar la concepción proletaria del mundo como instrumento para estudiar el destino de su país y para reconsiderar sus propios problemas. Seguir el camino de los rusos: tal fue la conclusión…” 3. (Subrayados míos).

En el mundo colonial y semicolonial la difusión de las ideas proletarias y democráticas-revolucionarias socavarían profundamente los cimientos de la ideología liberal, envejecida con el sostenimiento del antiguo régimen de estructura colonial-feudal, produciéndose  con ello amplios movimientos de liberación y renovación de la cultura nacional y popular. En Latinoamérica, al lado de acontecimientos de significación universal tales como la guerra mundial y la revolución bolchevique, algunos otros hechos notables como: el ascenso del régimen radicalista en Argentina y la polarización de las clases sociales -desarrollo de las clases medias y proletarización de la pequeña burguesía- en algunos países latinoamericanos, determinarían la influencia decisiva del estallido del movimiento de Reforma Universitaria producido en la ciudad Argentina de Córdova en el año de 1918.

No obstante, desde un inicio el movimiento de reforma universitaria carecería de una neta y definida orientación programática, producto fundamentalmente por la carencia de una autonomía de los principios democráticos-revolucionarios respecto a los planteamientos liberales, que en aquel tiempo hallaron un largo eco en el discurso del recetario pacifista del presidente de EEUU, W. Wilson (W. Wilson fue conocido por su fraseología utopista-pacifista sintetizados en sus famosos “14 puntos” para la paz luego de culminada la primera guerra mundial imperialista).

La difusión de la propaganda demoliberal-burguesa encontraba su plena justificación debido a las razones de crecimiento de la economía capitalista y a la necesidad de regeneración de sus fuerzas productivas, abasteciéndose de nuevos mercados y fuentes de recursos de materias primas empleando para esto las guerras de rapiña. Por esto, adaptaba a las instituciones demo-liberales –incluida la Universidad– a la ideología del expansionismo capitalista; y en particular, en los centros de enseñanza imprimiría una concepción y una formación esencialmente supeditada a los intereses y móviles del gran capital. De aquí es que el imperialismo monopolista se proponía la organización de  verdaderas escuelas de cuadros y administradores de su sistema en sus propios países periféricos.

Conforme a la filosofía marxista del materialismo dialéctico, si entendemos que el “el ser social determina la conciencia social”; comprenderemos por esto que a su vez “la conciencia social guarda una independencia relativa y ejerce cierto grado de influencia sobre el ser social”. De aquí de que el carácter crítico, activo, progresista y democrático del movimiento estudiantil en el escenario universitario se enmarque en el proceso de polarización de las clases sociales como consecuencia de la crisis de la sociedad; y más precisamente en el fenómeno de PROLETARIZACIÓN de la pequeña-burguesía del estudiantado universitario. Este hecho tendría su constatación en los postulados democráticos fundamentales que entronizarían a la Reforma Universitaria referidos a la presión de las mayorías por la “democratización de la enseñanza”, entendida como la participación de las amplias masas populares en todos los niveles educativos y como el acceso de las clases pobres a la instrucción superior. Es así que el fenómeno de proletarización, incluso se plantea hoy como un problema de actualidad al comprobarse la continuidad y actualidad del problema y la crisis universitaria –en sus rasgos más esenciales– desde los años de la Reforma.

Por esto, no debemos de concebir al fenómeno de la reforma universitaria como un acontecimiento que ostenta un fin en sí mismo; sino como una consecuencia de un proceso social mucho más grande; o más precisamente, como producto de un proceso económico-social mucho más extenso: A saber del proceso de descomposición del sistema capitalista; del choque irreconciliable de su estructura económica con su superstructura jurídica-política. Mariátegui, al aplicar el método marxista-leninista al estudio del fenómeno de la reforma universitaria y su desenvolvimiento en la sociedad peruana, lo haría partiendo desde el análisis de la crisis mundial contemporánea. Por eso enseñaba que: “…mientras subsista el actual régimen social, la Reforma no podrá tocar las raíces recónditas del problema educacional…” y que: “no es posible democratizar la enseñanza de un país sin democratizar su economía y sin democratizar, por ende, su superstructura política”  4 (Subrayados míos). Por esto, la consigna de la “democratización de la universidad peruana”, “luchar por los principios fundamentales de la universidad peruana, de la universidad pública” planteada como un programa máximo en las actuales circunstancias históricas, o incluso como una consigna “principalmente reivindicativa”, pero que en esencia obedece a una política derechista al perder la orientación general en la lucha realmente consecuente por una nueva democracia, en ese tiempo (1919) como en el de hoy en día; no es más pues, en el ACTUAL SISTEMA ECONÓMICO-SOCIAL, un viejo recetario y punto de vista reformista, el cuál pretendiendo adecuarlo al natural desenvolvimiento científico, académico y cultural de la sociedad, lo divorcia y desliga del análisis económico, de la solidaridad existente entre la educación y la economía.

El carácter de la enseñanza universitaria en el Perú
Reforma y Reacción




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a Universidad peruana como parte de la superestructura manifiesta y expresa el tipo de relaciones de producción que se producen en el seno de la sociedad. En el Perú –nación en formación– el régimen republicano después de la expulsión del colonialismo español nacería ya impregnado con el modo de producción terrateniente feudal del anterior régimen, y el incipiente desarrollo capitalista profundizaría aún más el carácter elitista, conservador, aristocrático y señorial de la enseñanza. La Universidad peruana en los años de la Reforma Universitaria habría de convertirse en un verdadero envoltorio de catedráticos aristocráticos y de mediocres y pedantes “hombres de letras” inservibles para erigirse como maestros y conductores de las masas estudiantiles conforme a los grandes ideales de la época. “La Universidad de Lima –dice Mariátegui al referirse a la Universidad de San Marcos– es una universidad estática. Es un mediocre centro de linfática y gazmoña cultura burguesa. Es un muestrario de ideas muertas…Más adelante apunta…¿Quién orienta a los estudiantes en el laberinto de la física y la metafísica nuevas? ¿Quién estudia la crisis mundial, sus raíces, sus fases, sus horizontes y sus intérpretes?...¿Quién comenta la moderna literatura política revolucionaria, reaccionaria o reformística?...En este caso, la juventud tiene siempre el derecho de acusarlos de insensibilidad y de impermeabilidad…” 5  Y justamente, es en aquellos elementos oligárquicos y reaccionarios que ostentaban alguna cátedra universitaria en donde se representará con mucha mayor claridad la médula de la crisis universitaria, definiéndose ésta como una crisis esencialmente “de maestros y de ideas”  6.

Comparada con el grado de desarrollo de las fuerzas productivas en el país, la universidad, y más precisamente la enseñanza, se situaba enormemente rezagada en el papel de cumplir efectivamente una labor al servicio de los intereses progresistas y nacionales de la población peruana, sintiéndose no sólo extraña con esta función; sino hasta contraria, entendiendo el problema del divorcio de la universidad con la vida y el quehacer nacionales como un problema de cátedra y de aula y no como un problema de carácter democrático-nacional. Al configurarse la crisis de la Universidad como una crisis de maestros y de ideas, se corroboraba ésta vez en el plano educacional la bancarrota y caducidad histórica de la burguesía peruana y sus concepciones como fuerzas dirigentes de la sociedad peruana.

Como todo proceso en la naturaleza y en la sociedad, a todo movimiento de renovación le corresponde otro de reacción. La Reforma Universitaria iniciada en Córdoba en el año de 1918, tendría su inmediata repercusión en el Perú con la insurgencia del movimiento estudiantil contra los métodos escolásticos y feudales de enseñanza, y contra la administración burocrática del sistema de gobierno universitario.  Ambos aspectos (los estudiantes revolucionarios por un lado y los aristócratas y burócratas catedráticos por el otro) constituían los polos opuestos enfrentados en el problema de la crisis universitaria.

El problema del movimiento estudiantil fue el de carecer de un programa de reivindicaciones íntegramente solidario con los intereses y reivindicaciones del proletariado revolucionario, y su falta de vinculación con las demás fuerzas motrices del proceso revolucionario peruano –principalmente con el campesinado y la pequeña burguesía urbana– para poder imprimirle una mayor consistencia a sus planteamientos de democratización de la universidad. No obstante, las reivindicaciones e ideales del estudiantado y las masas populares marcharon por el mismo rumbo, siendo principalmente por el espíritu beligerante y consecuente del movimiento estudiantil por el cuál este concretizaría sus mayores logros en la lucha por la reforma universitaria:   Participación estudiantil en el Gobierno de la Universidad, el derecho a tacha de los catedráticos mediocres y la Cátedra Libre.

Siempre en el análisis del problema educacional debemos tener presente la estrecha y permanente relación de éste con el desenvolvimiento económico y social de la sociedad peruana. Ciertamente, en los tiempos de la Reforma Universitaria, ésta se caracterizaba esencialmente como semifeudal y con una economía que pese a estos rezagos feudales, venía a conformar en el cuadro del mundo una economía de orden capitalista. De allí del carácter reaccionario y antiprogresista de las autoridades universitarias contra quienes tuvo que insurgir el movimiento revolucionario estudiantil.

Posteriormente, con el desenvolvimiento de la sociedad peruana la economía de ésta mostraría un progresivo desarrollo de las estructuras capitalistas y este hecho contribuiría –siendo el principal factor la presión de las masas populares y el espíritu revolucionario y combativo de la juventud estudiosa– al resquebrajamiento y modificación de los patrones de dominación de la Universidad Peruana. Con el crecimiento capitalista y la afirmación de la clase burguesa como clase dominante, los programas básicos de enseñanza comenzarían a exigir de los centros universitarios “más técnicos que ideólogos y más ingenieros que rectores” 7. Un ejemplo palpitante de esto es la actual proliferación de centros de formación y capacitación de tecnócratas y profesionales  –incluidas las Universidades– serviles al sistema capitalista monopolista, supeditados a los propósitos de concentración de capitales y mano de obra barata propugnados por el imperialismo y la burguesía peruana.


La reforma universitaria dentro de la ideología socialista
La escuela del trabajo y la escuela única



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a verdadera lucha por la transformación de la enseñanza en los marcos de una revolución democrático-popular, ha residido en el planteamiento de la integración del trabajo intelectual con las necesidades contingentes del desarrollo de nuestra sociedad, con el desenvolvimiento económico de una población y una cultura; la misma que se encuentra condensada en la propuesta programática de la Escuela del Trabajo: “La solidaridad de la economía y la educación se revela concretamente en las ideas de los educadores que verdaderamente se han propuesto renovar la escuela…”, apuntaba Mariátegui, teniendo “…en cuenta que la sociedad moderna tiende a ser, fundamentalmente, una sociedad de productores” “La Escuela del Trabajo representa un sentido nuevo de la enseñanza, un principio peculiar de una civilización de trabajadores” 8. En plena sociedad capitalista, contra la concepción retrógrada y reaccionaria de aquellos doctores y hombres de letras depositarios de una educación y enseñanza semifeudal y semicolonial como expresión nítida de la bancarrota y la ruina de la propia burguesía en sus funciones de clase dirigente del progreso y del desarrollo, Mariátegui enseñaba que: “Un concepto moderno de la escuela coloca en la misma categoría el trabajo manual y el trabajo intelectual…la Escuela del Trabajo es un producto genuino, una concepción fundamental de una civilización creada por el trabajo y para el trabajo” 9.


Avanzando más allá de los marcos de la revolución de nueva democracia y en estrecha vinculación con la continuidad de la propuesta de la Escuela del Trabajo, para el socialismo proletario, una total e integral transformación en el método y el programa de la enseñanza de un país consiste en la entera socialización de la cultura, orientada hacia un sistema de Escuela Única como expresión de la dictadura del proletariado en la edificación socialista.  Examinando el sistema de enseñanza única en la experiencia del primer Estado proletario surgido en la Rusia Soviética, Mariátegui señalaba que: “…Lunatcharsky es el primer ministro de instrucción pública que ha adoptado plenamente el principio de la escuela única…Entre los estadistas de la burguesía, la escuela única encontrará más de un amante platónico…” 10.

Afirmando además de que: “…La historia contemporánea ofrece, entre tantas, demasiadas pruebas de que a la escuela única no se llegará sino en un nuevo orden social. Y de que, mientras la burguesía conserve sus actuales posiciones en el poder, las conservará igualmente en la enseñanza…”  11 (Subrayados míos).

La historia de la lucha del movimiento estudiantil universitario ha constatado que los principios fundamentales de la Reforma Universitaria se hallan presentes más que en ningún otro lugar, en el espíritu democrático-revolucionario de las masas juveniles y en la vinculación de éstas con el movimiento anti-imperialista y anti-feudal de las masas obreras y campesinas de la ciudad y el campo.  Por esto, en el Perú tan sólo un movimiento juvenil universitario orientado por el programa del proletariado revolucionario, la tradicion histórica que ha legado el socialismo como proyecto político dentro del terreno de la lucha por una nueva educación y una nueva cultura, basados en las enseñanzas de JC Mariátegui en torno al problema educativo, podrá aspirar nuevamente y por segunda vez a un contundente movimiento de reforma universitaria; siempre y cuando este proceso cree a su vez las premisas indispensables y fundamentales para una verdadera transformación en la estructura educacional y universitaria, como consecuencia a su vez de la transformación económica-social revolucionaria de la sociedad peruana; como consecuencia de la revolución socialista.


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