domingo, 24 de julio de 2011

¿Centenario del descubrimiento de Machu Picchu? o Centenario de la mentalidad colonial ¿Pleitesía a las rocas? o Valoración del hombre y la tradición andina



Bryan Serrano
Viernes 8 de julio del 2011

E
l gobierno aprista bautizó el 2011 como el año del “Centenario de Machu Picchu”. Así, ignoró la demanda de diversos sectores de la opinión pública para denominarlo merecidamente “Año del centenario de José María Arguedas”. Este suceso no fue antojadizo, escondía un oscuro objetivo político por parte de la clase dominante: Mantener la dominación cultural sobre la población y con ello su opresión económica y política sencillamente porque el legado de la obra de Arguedas es la expresión más definida y científica en el campo cultural del hombre peruano y el problema de nuestra nacionalidad.

Se pretende contraponer la figura de Machu Picchu con la obra del amauta Arguedas, dos cosas que en realidad son partes integrantes porque Arguedas rescató la tradición indígena junto con su capacidad creativa y sus características colectivistas. Pero ¿Qué es lo que nos asombra realmente de Machu Picchu? ¿Nos debe impresionar el paisaje y las grandes rocas por sí mismas como si hubiera algo místico en ellos? Preguntémonos antes ¿Quién y como se colocaron esas inmensas construcciones? Fue realmente el trabajo del hombre andino de varias generaciones, su capacidad creativa en arquitectónica e ingeniería, la forma particular en la cuál económica y socialmente se organizaba la civilización inca ¡Esto es lo que debemos valorar y ante lo cuál debemos sacarnos el sombrero!

Evidentemente, la clase dominante con sus raíces criollas jamás valorará de esta manera la tradición indígena puesto que todo el régimen demo-liberal sobre el que se sustenta históricamente la actual república criolla se ha erigido sobre la base de la exclusión y postración del indio.





Lejos de cumplir con las tareas democráticas liberales, entre ellas el “reivindicar al indio”, redimirlo del cuchillo genocida que trajo la invasión española, la república profundizó la expoliación del indio junto con su tradición cultural. Y esta cuestión no es un problema de menor importancia; constituye nada menos que nuestro mayor problema histórico por lo cuál hoy somos todavía una nación en formación. No por casualidad el propio Alan García ha dicho recientemente que: "Las ideologías absurdas panteístas que creen que las paredes son dioses y el aire es dios. En fin, volver a esas formas primitivas de religiosidad donde se dice no toques ese cerro porque es un Apu y está lleno del espíritu milenario no se qué cosa” (Junio de 2011). Esta forma de razonar de hecho no es sólo frase suya; es expresión de toda la mentalidad criolla, de los cimientos ideológicos de la república demo-liberal y el profundo odio de clase que aún subsiste contra la raza y tradición indígena.

Antes de Hiram Bingham, aparte de la población local algunas personas ya habían tenido conocimiento de la ciudadela inca. El "mérito" de Bingham fue promover la exposición internacional de Machu Picchu y en cierta manera, propiciar el saqueo de una gran cantidad de piezas arquitectónicas a manos de la Universidad norteamericana de Yale. Por ello el sentido de las celebraciones por los "100 años de redescubrimiento" de la ciudadela Inca, significaría algo más que rendirle tributo al “indiana jones” norteamericano. Tal como lo señalara el escritor Oswaldo Reynoso: “El recordar en este año el descubrimiento de Machu Picchu es tener una mentalidad colonial” (Enero de 2011).

CONCESION DE MACHU PICCHU A FAVOR DE CONSORCIOS CHILENOS-INGLESES.-

Machu Picchu tampoco se ha salvado de la voracidad con la que los gobiernos de turno han promovido las concesiones privatistas a manos de consorcios extranjeros desde los tiempos de Fujimori. Desde el 2007, consorcios ingleses y chilenos se han apoderado de la mayoría de los derechos de explotación comercial aledaños a Machu Picchu. Por ejemplo las empresas chilenas hoy tienen el monopolio del ferrocarril Cusco-Machu Picchu y disfrutan de la concesión del Hotel Machu Picchu, entre otros hoteles.

No contentos con eso también han comprado tierras en Urubamba, el "Valle sagrado de los Incas", con el fin preciso de la exportación reproduciendo en nuestro país el fenómeno del neolatifundismo a través de la concentración de tierras y ocasionando un grave conflicto social con el pueblo urubambino. Estas concesiones llevaron a que el Cuzco sufriera la pérdida de gran cantidad de recursos en los últimos años. Según testimonios de las autoridades locales, los concesionarios del hotel pagan US$ 6 mil al mes cuando dormir en una suite en ese hotel cuesta US$ 1,260 la noche. Las irregularidades y faenones no se han hecho extrañar, por ejemplo en la concesión de la línea férrea que cubre la ruta Cusco Machu Picchu. Es decir, la política vendepatria que aplicaron Toledo y García, junto a su felonía faenera de corrupción se desenvuelven a la vez que se impone un feroz modelo monopólico en el turismo que ha beneficiado a los consorcios extranjeros, trayendo con ello graves pasivos económicos y conflicto sociales para la población quienes no han cejado en su protesta ante el gobierno central por la marginación del mercado del turismo, entre otros problemas, de los cuáles han sido objeto.

Esta forma caótica de fomentar esta importante actividad económica ocasiona que no se aprovechen los recursos óptimamente en vez de promover en la misma magnitud otros "Santuarios Nacionales" como por ejemplo el de las ruinas de "Choquequirao" –complejo arquitectónico ubicado en Apurímac con características similares al de Machu Picchu- concentrando altamente el turismo en el Perú en vez de promover su diversificación (el circuito turístico de Machu Picchu genera mas del 70% de los ingresos provenientes de esta rama). Además, el salvaje modelo turístico capitalista que se ha implementado en Machu Picchu ha puesto en grave riesgo la ciudadela inca debido a la gran afluencia de personas que recibe diariamente (2500 en promedio) motivo por lo cual la UNESCO estuvo a punto de colocarla en la lista de "patrimonios culturales en peligro", hecho que el gobierno peruano pudo evitar ahorrándose la vergüenza internacional ad portas de las pomposas celebraciones que hoy día organiza.

¿100 años de Machu Picchu; o 100 años de mentalidad colonial? Es evidente que el Estado y la clase dominante pretenden burlarse así de la memoria de Arguedas en el año de su centenario. Debemos desenmascarar este grave despropósito reivindicando y difundiendo la obra de José María Arguedas bajo la consigna de un "Perú de todas las sangres”. Pensamiento arguediano que en realidad encierra el proyecto de realización de un nuevo Perú Integral, que reivindique la tradición indígena. Es decir, no sólo es cuestión de "rendirle pleitesía a las rocas" tal como pretende la clase dominante, sino de comprender y asimilar el glorioso legado de nuestros antepasados, su capacidad creativa y tradición colectivista -capaz de erigir grandes monumentos como el propio Machu Picchu o las ruinas de Choquequirao- para culminar el proceso de formación de nuestra nacionalidad. Con ello no pretendemos "regresar al pasado inca”; sino  integrar las demás tradiciones culturales incorporando con ello el aporte occidental a nuestra cultura y formación nacional sobre la base de la tradición colectivista andina, concibiendo siempre al hecho económico-social (la contradicción entre el capital y el trabajo) por sobre el “factor “raza” para la solución de los problemas peruanos y para conseguir  una verdadera humanización del hombre y la sociedad. Esta tesis que José María Arguedas pudo asimilar y en cierto modo desarrollar en el terreno del frente cultural con respecto al pensamiento de José Carlos Mariátegui de “peruanizar el Perú”, puede resolver y guiar el actual proceso de culminación de la nacionalidad peruana; problemática cuya vigencia parece reavivarse hoy y cuya polémica necesariamente deberá profundizarse con motivo de la nueva coyuntura política en la cuál ha ingresado el Perú.

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