Alejandra Abad
14/12/11
La globalización y la evolución demográfica mundial marcarán las pautas laborales de los próximos 20 años en todo el mundo. En España el crecimiento del porcentaje de población mayor y la radicalización hacia los extremos de las demandas de trabajadores provocarán la casidesaparición de los puestos intermedios.
Así lo confirma el director general de Hays en España, Cristopher Dottie, en una conversación con El Confidencial tras la presentación este martes del informe Creating Jobs in a Global Economy: 2011-2030, que aborda la creación de empleo en una economía global e ilustra sobre los próximos desafíos para los empleadores, empleados y gobiernos de todo el mundo.
En el caso español, Dottie considera que “los puestos en peligro son los medios”. Los de perfil más bajo, la mano de obra sobre todo, serán muy demandados en las próximas décadas, especialmente en el sector sanitario, dado el aumento de la población de mayor edad.
Por otro lado, también serán muy ofertados, para puestos directivos, los trabajadores altamente cualificados y con grandes capacidades de gestión. Porque, en opinión de Dottie, el país debería “desarrollar una economía basada en el conocimiento, porque la baza para competir en un futuro será la formación. No la capacidad de trabajo, ni el esfuerzo, sino los conocimientos específicos".
La cultura del trabajo en España debería ser mucho más flexible
Por eso, al trabajador se le pedirá, cada vez más, un alto dominio de idiomas, formación y muy especialmente una gran capacidad de adaptación. Primero, a la hora de trasladarse a trabajar a otras ciudades o países, lo cual será cada vez más frecuente. Y en segundo lugar será necesario que los trabajadores tengan capacidades de renovación y aprendizaje continuos ya que “todas las profesiones cambiarán más o menos cada cinco años”, augura Dottie.
Está claro que el panorama laboral, tan voluble, va a cambiar en las próximas dos décadas. En España habrá que modificar multitud de aspectos de la cultura del trabajo, que debería ser, entre otras cosas, “mucho más flexible”. “Aquí el trabajo es todo o nada”, añade, y critica que la “burocracia y los horarios tan rígidos” dificultan la flexibilización del trabajo. En su opinión, en los próximos años la Unión Europea se va a involucrar más en los mercados laborales de todos los países y dejará un margen menor a las políticas locales, pero aún así “cinco millones de parados deberían ser una motivación suficiente para cambiar las cosas”.
“Lo más importante será relacionar la seguridad y estabilidad del puesto de trabajo con la productividad y con la remuneración, una ecuación que ahora está muy desequilibrada”, asegura el experto.“La incentivación es fundamental para aumentar la productividad. El empleado tiene que alegrarse con la empresa cuando todo va bien, y llorar con la empresa cuando todo va mal, eso produce beneficios para todos”, explica.
Cinco puntos clave
A partir de los resultados del informe, la empresa que Dottie representa en nuestro país ha desarrollado un plan de acción que contempla cinco grandes cuestiones que deberían conformar una base para el debate y el acuerdo entre los líderes mundiales de la política y la economía.
1. Abrir las fronteras nacionales al movimiento de la mano de obra cualificada.
El informe señala la necesidad de que se produzca una transferencia masiva, y en ambas direcciones, de capacidades y trabajo entre países desarrollados y en desarrollo. Por ejemplo, el mundo en desarrollo necesitará miles de ingenieros expertos de América y Europa. En paralelo, crecerá la demanda de trabajadores de la salud en la otra dirección a medida que envejece la población.
2. Crear un código internacional que facilite la migración de los trabajadores.
En la actualidad, la política sobre la migración de profesionales cualificados se decide en el ámbito nacional o regional, a pesar de que se trata de una tendencia mundial. Esta situación crea un “fragmentario, complejo y, a menudo, exasperante e ineficiente” marco de normas que regulan los movimientos de la mano de obra. A través del G-20 o de un órgano similar, hay que crear un código que regule los enormes flujos transfronterizos de mano de obra calificada, asegura el informe.
3. Invertir en formación y educación.
El mercado de trabajo mundial tendrá cada vez más la forma de un 'reloj de arena', donde los trabajadores semicualificados serán desplazados por puestos de trabajo automatizados. Para paliar esta tendencia, los gobiernos y las empresas tienen que invertir en capacitar a los trabajadores con habilidades relevantes en las industrias de futuro.
4. Crear oportunidades de empleo en el mundo en desarrollo.
En los últimos 20 años ha habido un enorme crecimiento del empleo en China, pero el número de personas en edad de trabajar se estabilizará en los próximos 20 años. Además, como augura Dottie, la política del hijo único “sólo funcionará económicamente para esta generación, porque en la siguiente, un solo hijo tendrá que mantener a dos padres”.
Por lo tanto la atención debe trasladarse a otros lugares: el subcontinente indio, América Latina y África. Esta nueva e inmensa fuerza de trabajorepresenta una gran oportunidad para aquellos que pueden acceder a ella, pero también puede suponer una gran fuente de insatisfacción y descontento si esa población permanece inactiva.
5. Conservar a las personas mayores en el lugar de trabajo.
Las economías desarrolladas serán cada vez más dependientes de la contribución de los trabajadores de 60 años o más. Muchos países, como Gran Bretaña, ya han aprobado leyes que permiten permanecer en el trabajo a las personas mayores y seguir siendo productivos, pero queda mucho por hacer, tanto en el mantenimiento de las habilidades de los trabajadores de más edad como en la creación oportunidades para estos trabajadores mayores. “Una persona mayor que siga trabajando, de forma flexible, durante menos horas y por cuenta propia, aporta beneficios a la empresa y a la vez obtiene ingresos, lo cual beneficia a todos”, explica Dottie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario