Vicenç
Navarro /15 de junio de 2012
Cuando el lector de El Plural
lea este artículo, ya conocerá el resultado de las elecciones del 17 de junio
en Grecia. Tales elecciones han alarmado a la eurocracia (los funcionarios de
la Comisión Europea y del Banco Central Europeo, así como del Fondo Monetario
Internacional) y a las derechas gobernantes en Europa, lideradas por el
gobierno Merkel, habiendo incluso impuesto el rescate financiero a España, a
fin de evitar que en caso de que ganara la izquierda griega las elecciones se
creara una situación monetaria inestable que afectase al sistema financiero
europeo (centrado en la banca alemana) y muy en particular a los subsistemas
financieros nacionales más vulnerables dentro de tal sistema, como es el
español.
Escribo este artículo el
viernes anterior, 15 de junio, y desconozco, por lo tanto, el resultado de
tales elecciones. Ahora bien, en base al conocimiento adquirido a través de
algunos de mis estudiantes griegos que están ahora en Grecia, mucho me temo que
ganarán las fuerzas conservadoras, las de siempre, responsables de la enorme
crisis que ha estado padeciendo aquel país desde 2007, y que durante la mayoría
de la historia griega han dominado aquel Estado. La intervención tan agresiva y
activa, tanto de tales derechas griegas como de las instituciones y gobiernos
citados al principio del artículo, en el proceso electoral griego, en un contexto
en que la mayoría de los medios están controlados por fuerzas conservadoras y
liberales (en realidad, neoliberales) griegas e internacionales, hace muy
probable la victoria de las derechas. El mensaje promovido por tales derechas
ha sido que una victoria de las izquierdas sería “el desastre”, “el colapso,
“el fin”… y toda una serie de epítetos utilizados en los medios griegos e
internacionales con el objetivo de hacer calar en la población una sensación de
miedo que les motive el día de las elecciones a evitar la victoria de las
izquierdas, optando por las derechas, aunque el nivel de rechazo hacia las
políticas impuestas por éstas últimas sea elevadísimo. Muchos que rechazan
tales políticas votarán por la derecha, temiendo que la victoria de las izquierdas
fuese peor, es decir, conllevara directamente el colapso de la economía.
El miedo, como también ocurrió
en el reciente referéndum en Irlanda, ha sido el arma que ha utilizado la
derecha para conseguir lo que desea, la continuación de las políticas neoliberales
que han debilitado enormemente el mundo del trabajo, bajando los salarios,
desmontando la protección social y debilitando el Estado del Bienestar. El
proyecto actual de las derechas en la Eurozona tiene como objetivo transformar
la Europa Social en la Europa Neoliberal. Y lo están consiguiendo, con la
complicidad durante muchos años de la socialdemocracia, causa de su declive
electoral. En este proyecto, Grecia ha sido el Estado donde esta estrategia se
ha mostrado más exitosa.
La izquierda radical griega es
la respuesta a esta situación y representa la esperanza de cambio. De ahí que
haya sido estigmatizada, presentándola como “extremista”, siendo
demonizada en los mayores medios de información y persuasión europeos,
manipulando maliciosamente sus propuestas. En realidad, tales propuestas siguen
las líneas aconsejadas por la mayoría de economistas –como Stiglitz, Weisbrot,
Baker, Krugman y muchos otros- que no son adherentes al dogma neoliberal, dogma
que sirve predominantemente a los intereses del capital financiero.
La necesidad de cambio en
Grecia
Es obvio, y los datos así lo
confirman, que Grecia no puede salir de la crisis a base de las políticas que
han sido impuestas por la eurocracia y por sus aliados en el Estado griego –los
dos partidos mayoritarios que han gobernado Grecia durante todos estos años-.
Un tanto semejante, por cierto, puede decirse de España. España y Grecia no
saldrán de la crisis mediante la aplicación de las políticas neoliberales.
Éstas están agudizando todavía más la recesión. Sólo pensadores aferrados al
dogma neoliberal, de los cuales hay una gran densidad en los círculos
mediáticos de España (TV3, la cadena pública de la Generalitat de Catalunya,
tiene una hora semanal de adoctrinamiento neoliberal, llamada “lecciones de
economía”, realizada por el economista neoliberal Sala i Martin, que goza de
gran prominencia mediática en los medios controlados por las derechas), pueden
continuar insistiendo en que la solución pasa por profundizar todavía más estos
recortes de gasto público.
Lo que está proponiendo la
Izquierda Radical no es la salida del euro. Como queda bien indicado en el
artículo de su dirigente Alexis Tsipras publicado en el Financial Times
(13.06.12), la fuerza política que él representa defiende la existencia del
euro y la permanencia de Grecia en la Eurozona. Ahora bien, critica e intenta
cambiar las condiciones que la eurocracia, el FMI y el gobierno Merkel están
imponiendo al Estado griego, que están llevándole a la ruina. Es fácil
demostrar que esto es así mirando los datos.
Y el análisis del por qué
Grecia está donde está lo atribuye, no sólo a tales políticas impuestas desde
la eurocracia, sino también a la estructura de poder económico y financiero de
su país y su excesiva influencia sobre el Estado. La semejanza con España es
enorme. Y no sólo con España. Los países que tienen más dificultades, todos
ellos intervenidos –Grecia, Portugal, Irlanda y España-, han estado
históricamente dominados por una clase ultraconservadora que ha
configurado unos Estados muy represivos, muy pobres, con escasa sensibilidad
social, y escasamente redistributivos. De ahí que sólo una izquierda radical
puede cambiar esta situación. La alianza de las clases ultraconservadoras en
estos países con la eurocracia es el bloqueo que impide la salida de Grecia,
España, Portugal e Irlanda de la profunda crisis en que se encuentran. De este
modo, las únicas fuerzas que pueden cambiar esta situación son estas izquierdas
radicales que quieren transformar las relaciones de poder que han obstaculizado
el desarrollo del país. Es paradójico, en este sentido, que la presidenta del
FMI, Christine Lagarde, critique a Grecia por el fraude fiscal de los ricos
griegos y a la vez apoye a las fuerzas políticas responsables de la tolerancia
de tal fraude, y se oponga a la victoria del partido que desea eliminarlo.
Las propuestas de la
Izquierda Radical para Grecia
Tal partido ha indicado
correctamente que el tema central no resuelto en Grecia es la reforma fiscal
que permita corregir las enormes desigualdades existentes en el país, aumentar
los ingresos al Estado, y estimular la economía a base de incrementar el gasto
público, creando empleo. Empleo crea riqueza y crea más empleo. El problema de
Grecia no es el déficit, sino el nulo crecimiento y el elevado desempleo. El
elevado déficit no es la causa, sino el síntoma de la crisis. Igual ocurre en
España. De ahí que tal partido haya hecho de la reforma fiscal el centro de su
programa económico. Lo mismo debería ocurrir en España. La creación de empleo a
base de reformar la política fiscal y su impacto redistributivo ha sido avalado
extensamente, no sólo por la experiencia de los países nórdicos en Europa, sino
por la amplia investigación científica, liderada por el profesor Simon
Wren-Lewis de la Universidad de Oxford. Definir tal estrategia como
“extremista” define más al acusador que al acusado. Tales políticas, sin
embargo, no pueden realizarse dentro del acuerdo impuesto a Grecia por la
eurocracia.
Otro punto que tal Izquierda
Radical también cuestiona es la responsabilidad por la deuda adquirida. ¿Por
qué un Estado democrático tiene que pagar las deudas contraídas por una
dictadura, cuyos gastos militares beneficiaron a los acreedores alemanes? Un
punto semejante podría aducirse en el caso español. ¿Por qué se intenta
penalizar, con razón, a la banca española por su comportamiento especulativo,
generando la burbuja inmobiliaria, y en cambio no se penaliza y se protege a la
banca alemana, cuyos fondos fueron determinantes en la creación de la burbuja
inmobiliaria española?
Alexis Tsipras está cargado de
razón. Y aún cuando la situación de la crisis griega es distinta a la española,
sus observaciones y propuestas son también aplicables a España. Su contraste
con las políticas de las izquierdas gobernantes en España no puede ser más
dramático. Tal partido no desea salirse del euro, quiere cambiar el sistema de
gobierno del euro, cambio que beneficiaría a todo el mundo, y no sólo la
Eurozona. El BCE es hoy una de las instituciones –lobby del Bundesbank- que está
dañando más la economía europea y mundial.
Ahora bien, si la estructura
de poder europea no acepta tales cambios, la izquierda griega no excluye su
salida del euro, lo cual crearía una pesadilla, no tanto a las clases populares
griegas, sino a las economías europeas, así como a la clase dirigente griega.
Esto es de lo que no se ha informado al público español.
Catedrático de Políticas
Públicas. Universidad
Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns
Hopkins University
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