Hugo Salinas /26/06/2012
Los países más ricos en
recursos naturales son los países más pobres en el mundo. Eso lo dice el mismo
Fondo Monetario Internacional (FMI). De otra manera se diría que, en los países
del Sur existe una relación inversa entre bienestar general y riqueza de
recursos naturales. Pero, ¿por qué insistir en repetir los desastres del pasado
y no abrirnos hacia el futuro?
La actividad minera fue
practicada por la civilización Inka y pre-Inka. Y ninguno de los restos de
nuestros antepasados nos muestra evidencias de que el oro estuvo en el origen
de disputas y enfrentamientos.
¿Por qué, a partir de la invasión española, tanto
el oro como la riqueza de nuestros recursos naturales se han convertido en una
maldición para los pueblos del Abya Yala?
En el origen del problema se
encuentra la Repartición Individualista, el mismo que genera un mecanismo
llamado Configuración Mundial. ¿Qué significa todo esto?
En tiempos modernos, la
Repartición Individualista significa que la totalidad de las utilidades que
genera una actividad económica pertenece, única y exclusivamente, al
propietario de la empresa o a sus accionistas. Y como ellos son un pequeño
número de personas, el resultado del esfuerzo de todo un pueblo, presente y
pasado, es apropiado por una pequeñísima minoría. Este tipo de repartición,
incrustado en la actividad económica, modela el comportamiento del productor,
del consumidor y de toda la población: egoísmo, individualismo, generación de
dinero a partir del dinero, desprecio por el resto, ningún sentimiento de
patria ni de nación. Solo la apropiación individualista de la utilidad cuenta.
Y cuanto más, mejor.
Este principio de repartición,
en el interactuar de la producción de bienes y servicios, genera la
Configuración Mundial. Es un mecanismo complejo, sofisticado, inodoro e
incoloro. Sus elementos facilitan la transferencia de casi la totalidad del
valor agregado por los pueblos del mundo hacia el centro del aparato
productivo. Y dicho centro, actualmente, está constituido por las grandes
empresas multinacionales. Los ejemplos los tenemos a la vista pero no queremos
ver: la depredación del salitre, caucho, anchoveta, petróleo y, desde la
invasión española, el oro y la plata, han beneficiado al centro, y lo siguen
haciendo en desmedro de los pueblos que poseen los recursos y trabajan en su
extracción con salarios de miseria.
Baste un ejemplo. Pinochet
vendió a la Exxon Minerals Inc. el complejo minero Las Condes por un
monto cercano a los 98 millones de dólares. La Exxon explotó la mina durante 24
años sin pagar ningún impuesto al Estado Chileno. Durante el gobierno de Lagos,
la Exxon vende la mina a una empresa angloamericana por el monto de 1,300
millones de dólares. Golpeado de un espíritu nacionalista, Lagos, el presidente
de Chile, exige 400 millones por el concepto de impuestos. El presidente de la
Exxon viaja a Chile para decir que según los contratos firmados por ambas
partes, la Exxon no está obligada a pagar ni un centavo. Vuelto a revisar los
contratos que blindan a las multinacionales, en efecto, la administración Lagos
acepta la interpretación del presidente de la Exxon. En otro sobresalto de
nacionalismo, Chile quiere recuperar solamente el 49% de la mina. Y la
multinacional angloamericana exige 6 mil 700 millones de dólares. Es decir,
después de 24 años de explotación, la mina ya no vale 98 millones sino 13 mil
674 millones de dólares. Son las venas abiertas de América Latina, como diría
Eduardo Galeano.
Por consiguiente, lo que se
tiene que hacer es, primero, optar por una moratoria de los proyectos de
actividad extractiva de las empresas multinacionales. Segundo. Revisar los
Estudios de Impacto Ambiental de las empresas multinacionales extractivas en
ejecución. Tercero. Comenzar a suministrar, en forma prioritaria, los Bienes de
Necesidad Básica que requiere la mayoría de la población (vivienda, educación,
salud, transporte) a través de empresas de nuevo tipo. Cuarto. Es urgente
igualmente pensar en futuro y no seguir encadenados a actividades que corrompen
a comunidades campesinas, gobierno en todos sus niveles, congresistas,
periodistas e intelectuales. Ellos traen corrupción, enfrentamientos de hermanos
contra hermanos, y destrucción del medio ambiente.
Entonces, la moratoria de
proyectos de actividad minera, petrolera y gasífera debe servir para apoyar
frontalmente el desarrollo de la actividad económica que genere mayor valor
agregado y brinde un mejor cuadro de vida a toda la población. Se trata de la
economía inmaterial. Los países del Norte ya lo están practicando, mientras nos
imponen actividades extractivas con todo los efectos perversos que trae
consigo. A nosotros de decidir nuestro futuro.
Además, existe capacidad de
financiamiento interno para crear empresas de nuevo tipo (las empresas-país).
Es completamente falso que solamente con la inversión extranjera se pueda hacer
empresa. Las crisis continuadas de los países del Norte nos están indicando,
con toda claridad, que vivimos una economía financiera basada en el crédito. Y
cuando el crédito interno es orientado a actividades productivas no existe
ninguna posibilidad de inflación. Se puede crear riquezas sin necesidad de la
inversión extranjera.
Debemos, desde ahora,
construir una nueva sociedad basada en una nueva economía. Creemos las
empresas-país basadas en el financiamiento del país a fin de que sus utilidades
se reviertan a todos por igual. Es urgente llegar rápidamente al pleno empleo e
incrementar aceleradamente el salario mínimo hasta alcanzar el estándar
internacional. Basta de individualismo. Construyamos una economía de bienestar
general. Es posible y es necesario.
Cusco, revisado el 26 de junio
del 2012
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