miércoles, 27 de junio de 2012

La Maldición del Oro - A propósito del caso Conga

Hugo Salinas /26/06/2012


Los países más ricos en recursos naturales son los países más pobres en el mundo. Eso lo dice el mismo Fondo Monetario Internacional (FMI). De otra manera se diría que, en los países del Sur existe una relación inversa entre bienestar general y riqueza de recursos naturales. Pero, ¿por qué insistir en repetir los desastres del pasado y no abrirnos hacia el futuro?

La actividad minera fue practicada por la civilización Inka y pre-Inka. Y ninguno de los restos de nuestros antepasados nos muestra evidencias de que el oro estuvo en el origen de disputas y enfrentamientos.


¿Por qué, a partir de la invasión española, tanto el oro como la riqueza de nuestros recursos naturales se han convertido en una maldición para los pueblos del Abya Yala?

En el origen del problema se encuentra la Repartición Individualista, el mismo que genera un mecanismo llamado Configuración Mundial.  ¿Qué significa todo esto?
En tiempos modernos, la Repartición Individualista significa que la totalidad de las utilidades que genera una actividad económica pertenece, única y exclusivamente, al propietario de la empresa o a sus accionistas. Y como ellos son un pequeño número de personas, el resultado del esfuerzo de todo un pueblo, presente y pasado, es apropiado por una pequeñísima minoría. Este tipo de repartición, incrustado en la actividad económica, modela el comportamiento del productor, del consumidor y de toda la población: egoísmo, individualismo, generación de dinero a partir del dinero, desprecio por el resto, ningún sentimiento de patria ni de nación. Solo la apropiación individualista de la utilidad cuenta. Y cuanto más, mejor.

Este principio de repartición, en el interactuar de la producción de bienes y servicios, genera la Configuración Mundial. Es un mecanismo complejo, sofisticado, inodoro e incoloro. Sus elementos facilitan la transferencia de casi la totalidad del valor agregado por los pueblos del mundo hacia el centro del aparato productivo. Y dicho centro, actualmente, está constituido por las grandes empresas multinacionales. Los ejemplos los tenemos a la vista pero no queremos ver: la depredación del salitre, caucho, anchoveta, petróleo y, desde la invasión española, el oro y la plata, han beneficiado al centro, y lo siguen haciendo en desmedro de los pueblos que poseen los recursos y trabajan en su extracción con salarios de miseria.

Baste un ejemplo. Pinochet vendió a la Exxon Minerals Inc.  el complejo minero Las Condes por un monto cercano a los 98 millones de dólares. La Exxon explotó la mina durante 24 años sin pagar ningún impuesto al Estado Chileno. Durante el gobierno de Lagos, la Exxon vende la mina a una empresa angloamericana por el monto de 1,300 millones de dólares. Golpeado de un espíritu nacionalista, Lagos, el presidente de Chile, exige 400 millones por el concepto de impuestos. El presidente de la Exxon viaja a Chile para decir que según los contratos firmados por ambas partes, la Exxon no está obligada a pagar ni un centavo. Vuelto a revisar los contratos que blindan a las multinacionales, en efecto, la administración Lagos acepta la interpretación del presidente de la Exxon. En otro sobresalto de nacionalismo, Chile quiere recuperar solamente el 49% de la mina. Y la multinacional angloamericana exige 6 mil 700 millones de dólares. Es decir, después de 24 años de explotación, la mina ya no vale 98 millones sino 13 mil 674 millones de dólares. Son las venas abiertas de América Latina, como diría Eduardo Galeano.

Por consiguiente, lo que se tiene que hacer es, primero, optar por una moratoria de los proyectos de actividad extractiva de las empresas multinacionales. Segundo. Revisar los Estudios de Impacto Ambiental de las empresas multinacionales extractivas en ejecución. Tercero. Comenzar a suministrar, en forma prioritaria, los Bienes de Necesidad Básica que requiere la mayoría de la población (vivienda, educación, salud, transporte) a través de empresas de nuevo tipo. Cuarto. Es urgente igualmente pensar en futuro y no seguir encadenados a actividades que corrompen a comunidades campesinas, gobierno en todos sus niveles, congresistas, periodistas e intelectuales. Ellos traen corrupción, enfrentamientos de hermanos contra hermanos, y destrucción del medio ambiente.

Entonces, la moratoria de proyectos de actividad minera, petrolera y gasífera debe servir para apoyar frontalmente el desarrollo de la actividad económica que genere mayor valor agregado y brinde un mejor cuadro de vida a toda la población. Se trata de la economía inmaterial. Los países del Norte ya lo están practicando, mientras nos imponen actividades extractivas con todo los efectos perversos que trae consigo. A nosotros de decidir nuestro futuro.

Además, existe capacidad de financiamiento interno para crear empresas de nuevo tipo (las empresas-país). Es completamente falso que solamente con la inversión extranjera se pueda hacer empresa. Las crisis continuadas de los países del Norte nos están indicando, con toda claridad, que vivimos una economía financiera basada en el crédito. Y cuando el crédito interno es orientado a actividades productivas no existe ninguna posibilidad de inflación. Se puede crear riquezas sin necesidad de la inversión extranjera. 

Debemos, desde ahora, construir una nueva sociedad basada en una nueva economía. Creemos las empresas-país basadas en el financiamiento del país a fin de que sus utilidades se reviertan a todos por igual. Es urgente llegar rápidamente al pleno empleo e incrementar aceleradamente el salario mínimo hasta alcanzar el estándar internacional. Basta de individualismo. Construyamos una economía de bienestar general. Es posible y es necesario.

Cusco, revisado el 26 de junio del 2012

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