miércoles, 12 de septiembre de 2012

La Eurozona se descarrila hacia una nueva recesión: el modelo basado en el endeudamiento y derroche del sistema ha caducado

Gráfica del Índice Markit con datos de Eurostat explicando la contracción económica del 0,2% en el segundo trimestre 

Bryan Anthony Serrano /Miércoles 12 de setiembre de 2012

En la última semana los datos proporcionados por la Oficina de Estadísticas de la Unión Europea (Eurostat) han confirmado la entrada en recesión de la Eurozona (la segunda de enormes proporciones desde la quiebra del Lehman en 2008) corroborando sus estimaciones publicadas a mediados del mes de agosto. Efectivamente, el PBI se ha contraído un 0.2% durante el segundo trimestre y un 0.1% si tomamos en cuenta a los veintisiete países que conforman la Unión Europea. Durante el primer trimestre la economía de la Eurozona había caído otro 0.2% con un crecimiento prácticamente nulo; en tanto en términos interanuales, el PBI europeo registró una caída del 0.5% en los países que comparten el euro y un 0.3% en toda la UE.

La caída del PBI por cada país en el segundo trimestre sigue la siguiente relación: En España cayó un 0.4%, en Italia un 0.7%, en Portugal un 1.2% y en Grecia la caída llegó hasta un 6.2% con respecto al mismo período del 2011 (la mayor de toda Europa). En tanto, países del norte como Finlandia (1.1%), Bélgica (-0.6%) y Dinamarca (-0.5%) también registraron severas contracciones. En Alemania el PBI se desaceleró creciendo sólo un 0.3% inter-trimestral, mientras que Francia encadenó su tercer trimestre consecutivo de estancamiento, aunque con un crecimiento del 0.3% frente al segundo trimestre del 2011. El Reino Unido que se sitúa fuera del euro ha confirmado que su economía atraviesa por una fuerte recesión con una caída del PBI en 0.5% para el segundo trimestre.

Está compleja y grave situación se presenta en medio de fuertes caídas en la producción industrial de las empresas. Sólo en España desde la gran recesión que arrancó en 2007 ya han quedado sepultadas más de 210.000 empresas, dándose de baja en los últimos doce meses más de 46.600. El cierre masivo de empresas sigue apuntalando nuevos y mayores niveles de desempleo (elevándose al 11.3% en julio, un máximo histórico con 18 millones de personas buscando trabajo) lo que explica la fuerte contracción en la demanda y el consumo doméstico.

Efectivamente, las sucesivas pérdidas de empleo siguen registrando máximos históricos como consecuencia de la caída en la demanda agregada, ya que las empresas buscan reducir sus costos de producción preparándose para una situación de creciente incertidumbre. En gran parte la contracción de la economía en la eurozona y la UE se devela por el lastre del consumo doméstico planeado por las familias que durante el segundo trimestre se contrajo en 0.2%, tras otro 0,2% de caída en el primer trimestre (0.1% en la UE). Como se sabe el consumo doméstico es parte fundamental de la demanda agregada e impulsa la producción manufacturera en industrial; es allí dónde las duras políticas de austeridad han venido asfixiando sistemáticamente a la mayoría de la población presionando recortes salariales, subidas de impuestos, enfriamiento del gasto del público y el aumento del paro. 



En Europa el modelo de crecimiento económico diseñado como un sistema financiero supranacional con base en una moneda única se está desmoronando y con él, las políticas económicas que predominaron durante los últimos 30 años. Así el supuesto 'progreso' impulsado por la expansión del crédito y consumo desorbitados que se aceleraron vertiginosamente durante los 90's hasta convertirse prácticamente en el principal motor de la economía ha caducado.  Precisamente, uno de los síntomas más fehacientes del colapso de aquel modelo de crecimiento se manifiesta paradójicamente en el creciente proteccionismo financiero que corroe la arquitectura de la gran banca europea. Se estima que desde mediados del 2011 el volumen de créditos disponibles en los mercados monetarios a un día se redujeron del 60% a menos del 40%.


Esta fragmentación ha ocasionando un fuerte impacto de congelación en las inversiones empresariales, secando los flujos de activos sobre todos desde los países centrales hacía la periferia y empujando al Banco Central Europeo ha asumir las riendas de la capitalización y oferta de liquidez. Durante el segundo trimestre la formación de capital fijo cayó un 0,8% en la Eurozona y un 0,9% en los Veintisiete (en el primer trimestre la baja había sido del 1,3% y del 0,7%, respectivamente). En España, la fuga de capitales se aceleró vertiginosamente hasta junio alcanzando la pasmosa cifra de 219.817,4 millones de euros en la primera mitad de año y 315.600 millones en los últimos 12 meses, una quinta parte del PBI (sólo en el mes de junio la huida de capitales ascendió a 56.631,5 millones). Esta fuga de capitales se presenta en un contexto de creciente incertidumbre marcado por el pedido de rescate por parte de la banca privada y el gobierno de Rajoy cuyo monto asciende a los 100.000 millones de euros. Las salidas de capital corresponden a operaciones interbancarias, retirada de depósitos y préstamos que en total suman 45.366,3 millones de euros, y en menor proporción corresponden a ventas de deuda en manos de inversores y especuladores.

La 'reactivación' de la economía batuteada por las políticas de austeridad de la Troika son a estas alturas poco más que una ilusión. Los sucesos actuales grafican el fracaso de los dogmas neoclásicos aplicados a la política económica concreta para reanimar la economía sobre todo en tiempos de crisis. Las fuerzas recesivas que en un primer momento erosionaron la periferia hoy golpean incluso al "núcleo duro" de las economías centrales como Francia y Alemania quienes han disminuido su producción industrial y sus índices de consumo ralentizando su crecimiento y anunciado severos ajustes. El pasado domingo Hollande señalaba expresamente que la crisis "hoy está golpeando de lleno a nuestro país", que Francia no crecerá en 2013 más que un 0.8% y que esta situación le obligará a aplicar recortes masivos de gastos de al menos 33.000 millones de euros. 

Todo parece indicar que la crisis en curso sigue en líneas generales un proceso similar al descrito según la doctrina del shock de la socióloga Naomi Klein: el sistema utiliza el desastre económico para dar rienda suelta al desarrollo de la agenda neoliberal: venta de activos del estado, privatizaciones a gran escala, despido de trabajadores y reducciones de salarios; incluso llegando a negociar el aumento de la jornada laboral de 5 a 6 días a la semana en Grecia con la visita de los 'hombres de negro' (un escenario ilustrado magistralmente en el film 'Catastroika'). El 'desastre económico' es monitoreado bajo severos programas de ajuste y recapitalización vigilados por ­autoridades supranacionales como el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo, dónde los tecnócratas como Mario Dragui no representan a las clases trabajadoras de Europa sino a la oligarquía financiera atrincherada en Berlín y Bruselas. Su propósito es endurecer su dictadura jugándose el todo por el todo para salvaguardar el dominio que les garantiza la existencia de la moneda única.

Ver también: La eurozona en proceso de fragmentación 

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