Ahora que circulan comparaciones entre el régimen de dominación nazi y los efectos de las políticas de austeridad comandadas por la Troika (nos referimos al censurado artículo del profesor Juan Torres en 'El País') difundimos un prolífico documento de palpitante actualidad publicado originalmente por la revista 'Antorcha' (vocera del PCE reconstituido, organización que fue proscrita por el Estado español) redactada mucho antes del estallido de la crisis. En el se detalla sobre las maquinaciones de altos funcionarios nazis para la arquitectura de una 'Comunidad Europea' con premisas políticas y económicas muy similares a la UE de hoy, poniendo como centro el modelo alemán y el 'europeísmo nazi'.
Los planes de diseño e integración de nazis, vichystas, fascistas italianos y otros sobre la 'nueva europa' garantizando 'independencia política nacional' pero 'Unión federativa internacional' precedieron a los Tratados de las Comunidades Europeas de los 50 y 60 que dieron origen a la Unión Económica Monetaria posterior según la historiografía oficial.
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Nos han vuelto a tratar de engañar. Después de 50 años de la firma del
Tratado de Roma –por fin- nos hubieran debido contar la verdad. Pero no ha sido
así. Siguen con la cantinela de que la unidad europea se ideó después de la II
Guerra Mundial y no antes. Dicen que la unidad europea se edificó para superar
el nacionalismo y evitar guerras intestinas; que el nazismo había sido una
experiencia funesta para Europa y que Europa debía ser lo contrario del
nazismo. Siguen tratando de hacernos creer que las naciones conducen al
nacionalismo, el cual es perverso por sí mismo porque, a su vez, conduce a la
guerra. Quieren hacernos creer que el proyecto de integración europea nació
después de la II Guerra Mundial como antídoto contra las rivalidades
nacionalistas internas. Aseguran que durante ese conflicto el chovinismo había
alcanzado sus mayores cotas y los europeos comprendieron repentinamente que sus
pequeños estados respectivos debían quedar unidos por instituciones
supranacionales para que la guerra no volviera a causar estragos en el viejo
continente.
Sin embargo, es falso que la idea original de la unificación europea sea
posterior a la II Guerra Mundial; es falso que esa idea fuera concebida en
oposición a la rivalidad imperialista anterior. Por el contrario, no solo los
nazis, sino los fascistas y los colaboracionistas de muchos países europeos
utilizaron el europeísmo para justificar la agresión. Los nazis, los vichystas,
los fascistas italianos y muchos otros pasaron muchos años antes y durante la
guerra elaborando sofisticados programas de integración política y económica de
Europa.
El modelo alemán
A mediados del siglo XIX Alemania no existía como Estado unificado. Por
tanto, cuando estalla la I Guerra Mundial apenas hacía 50 años que Alemania
había entrado en el concierto de los Estados europeos con una sola voz. Fue una
loca carrera en la que pasaron velozmente de un situación casi feudal al
capitalismo monopolista más salvaje, y de los problemas de construcción interna
de un Estado federal al trampolín del control de su propia zona de influencia
en el exterior. De vértigo. Una vez edificado su propio país, los imperialistas
alemanes creyeron que su modelo federal era válido también para su entorno
económico. Se convencieron ellos a sí mismos y se esforzaron en con—vencer a
los demás. Su federalismo nacional lo convirtieron en un federalismo
internacional, o por lo menos europeo. Surgió el pangermanismo porque fuera de
las fronteras aún quedaban alemanes por unificar, desde el Báltico
hasta el Mar Negro. Esos países que aún quedaban fuera, las reliquias del
Imperio austro-húngaro o del zarista, diezmado por la Revolución bolchevique de
1917, estaban muy atrasados con respecto a la locomotora alemana. Incorporarse
a Alemania era como incoporarse al siglo XXI partiendo del siglo XVII. Es bien
sabido que los imperialistas alemanes, siempre generosos, se declararon
dispuestos a compartir con los demás sus conquistas y sus progresos, antes y
después de 1933.
Incluso sus planes de integración europea aseguraban que mantendrían
intacta la soberanía nacional de los estados miembros de Europa. No se trataba
de una incorporación sino de una integración. No podían
presentar sus planes al exterior como una expansión imperialista sino como una
integración europea. En la futura Europa nazi no habría amos ni siervos sino
socios. Eso es lo que dijo su propaganda durante toda la II Guerra Mundial,
consagrando enormes esfuerzos a convencer al resto de Europa de que los
progresos económicos alemanes, la infraestructura de transporte y la economía
en general eran mucho mejores que en el resto de Europa y que, en consecuencia,
Europa debía integrarse según el modelo alemán. Más que los alemanes eran los
propios europeos los que debían estar interesados en esa integración. El plan
de Hitler de establecer una sola entidad política en toda Europa, su necesidad
de buscar respaldo en los propios países ocupados, y muchos elementos centrales
de la filosofía nazi, todo ello formaba parte de su pensamiento europeísta.
Los proyectos elaborados por los nazis proclamaban que los estados
miembros de la futura Confederación Europea tenían que
asegurar que en su territorio no se cometieran actos incompatibles con la
solidaridad europea y las obligaciones europeas. En 1943 en una Nota
sobre la fundación de una Confederación Europea, Cecile von Renthe-Fink,
que ocupaba el rango diplomático de ministro con Hitler, sostenía que las
naciones europeas tenían un desarrollo común; decía que Alemania deseaba unir a
Europa sobre una base federal; proclamaba que no había intención de
inmiscuirse en los asuntos internos de otros países: Lo único que se
requiere de los estados europeos es que sean miembros leales y proeuropeos de
la comunidad y colaboren voluntariamente en sus tareas [...] El
objeto de la cooperación europea será promover la paz, la seguridad y el
bienestar de todos los estados europeos y su población. No se trataba de
que un estado o grupo de estados dominara a otros sino de que se establecería una
relación de alianza y lealtad mutua en vez de los métodos imperiales de la era
anterior. En un tono similar, Werner Daitz declaraba que Europa no
se puede administrar de forma centralizada: se debe conducir de modo
descentralizado.
Una versión avanzada del plan nazi sobre la futura Confederación
Europea volvían sobre el tema del federalismo con la esperanza de
encontrar así una solución a la rivalidad entre las potencias imperialistas
europeas. Argumentaban que el problema europeo era que una multiplicidad de
pueblos tenía que vivir en una superficie relativamente reducida en una
combinación de unidad e independencia:
Su unidad debe ser tan firme como para que nunca más pueda haber guerra
entre ellos y los intereses externos de Europa se puedan salvaguardar en su
conjunto. Al mismo tiempo, los estados europeos deben conservar su libertad e
independencia, para actuar de acuerdo con sus diferentes situaciones y misiones
nacionales y cumplir su función particular dentro del marco más amplio, en un
espíritu alegre y creativo. La fuerza y la seguridad de Europa no dependen de
la subordinación impuesta o exigida por una potencia europea a la otra, sino de
la unión de todos. El problema europeo solo se puede resolver sobre una base
federal por la cual los estados europeos resuelvan por libre voluntad, basados
en un reconocimiento de esta necesidad, unirse en una comunidad de estados soberanos.
Esta comunidad se puede designar confederación europea.
Hasta la hoy famosa y fracasada Constitución Europea es
una iniciativa de los nazis. El borrador nazi de Constitución para la Nueva
Europa proclamaba el derecho de cada país a organizar su vida
nacional como considere adecuado, siempre que respete sus obligaciones hacia la
comunidad europea. Otros documentos repetían la misma idea. La
actual guerra es también una guerra por la unidad y libertad de Europa,
escribió Renthe-Fink:
Sus objetivos son crear y garantizar una paz duradera para los países
europeos [...] eliminar las causas de las guerras europeas, sobre todo el
sistema de equilibrio de poder [...] superar el particularismo
europeo mediante la cooperación libre y pacífica entre los pueblos europeos. La
lealtad a Europa no significa sujeción sino cooperación franca basada en
igualdad de derechos. Cada pueblo europeo debe participar a su manera en la
nueva Europa. El único requerimiento es que los estados europeos sean
francamente leales a Europa, de la cual son miembros.
Finalmente, Renthe-Fink añadía: Cada estado continental debe
permanecer consciente de su responsabilidad hacia la Comunidad Económica
Europea. El autor de los proyectos hitlerianos sostenía que no deseaba una burocracia
supranacional, ni siquiera un sistema de conferencias intergubernamentales.
Cualquier pretensión supranacional podía generar sospechas hacia las ambiciones
imperialistas alemanas.
El europeísmo nazi
El europeísmo es, pues, un invento nazi; ellos fueron los primeros en
elaborar planes (económicos y políticos) de integración europea. Si
extractáramos algunos discursos de la época de Hitler, Goebbels, Ribbentrop y
otros dirigentes nazis sin mencionar la fuente, muchos pensarían que son
actuales y que se trata de parlamentarios de la eurocámara.
Mucho antes de llegar al poder, en 1932, el dirigente nazi Alfred
Rosenberg ya asistió a un congreso de Europa en Roma.
Luego Hitler y todos sus portavoces hicieron frecuentes referencias a Europa
durante su época de dominación terrorista, incluso antes de la guerra. Hay
varias compilaciones, entre ellas un libro profusamente ilustrado, titulado
simplemente Europa, cuya introducción escribió Ribbentrop. En 1937,
por ejemplo, declaró en el mitin del partido nazi en Nuremberg que quizá
estemos más interesados en Europa de lo que otros países necesitan estarlo.
Nuestro país, nuestro pueblo, nuestra cultura y nuestra economía han surgido de
condiciones europeas generales. En consecuencia, debemos ser enemigos de
cualquier intento de introducir elementos de discordia y destrucción en esta
familia europea de pueblos.
Poco después, en 1938, Rudolf Hess organizó una presentación
en el Congreso del partido Nazi, llamada La lucha por el destino de
Europa en el Este, que explicaba por qué la colonización alemana de Rusia
llevaría la civilización europea a los bárbaros eslavos.
En 1940 Joseph Goebbels dijo: Estoy convencido de que
dentro de cincuenta años la gente ya no pensará en términos de países. El
jefe nazi de propaganda creía que el federalismo alemán podía ser un modelo
para Europa porque la absorción de los estados alemanes por parte del imperio
alemán había funcionado. Así los estados europeos se podían integrar
armónicamente sin atentar contra su identidad: Si nosotros, con nuestra
perspectiva de la Gran Alemania, no tenemos interés en atentar contra las
peculiaridades económicas, culturales o sociales de, por ejemplo, los bávaros y
los sajones, tampoco tenemos interés en atentar contra la individualidad
económica, social o cultural de, por ejemplo, el pueblo checo.
Los lacayos europeos de los nazis también aceptaban que Alemania era un
modelo: Vidkun Quisling declaró que la Confederación Alemana podía
servir como modelo para la cooperación con otros estados europeos. Goebbels
aseguraba que nunca hemos tenido la intención de imponer por la fuerza
este nuevo orden o reorganización de Europa. De ningún modo debéis pensar que
cuando los alemanes traemos un nuevo orden a Europa lo hacemos con el propósito
de sofocar a otros pueblos. Se explayaba sobre el carácter realista de la
integración europea: A mi juicio la concepción que una nación tiene
respecto de su propia libertad se debe armonizar con los hechos actuales y las
simples cuestiones de eficiencia y propósito. Así como ningún miembro de una
familia tiene derecho a turbar la paz por motivos egoístas, no se puede
permitir que ninguna nación europea se interponga en el camino de un proceso
general de organización. En el mismo tono, un funcionario del ministerio
nazi de Empleo declaró que Alemania podía afirmar que no estaba luchando
por sí misma, sino por Europa. Una versión del proyecto nazi de Confederación
Europea sostenía que el papel de Alemania en Europa consistía en reconciliar
los intereses particulares de los estados europeos con los intereses de Europa
en su conjunto. A esta aspiración se sumaba la opinión de que los
intereses y necesidades de Alemania están esencial e inseparablemente ligados
con los de Europa.
Con frecuencia los nazis enfatizaban que los estados debían unirse
voluntariamente a la nueva Europa.Liderazgo no significa dominación sino
protección externa y responsabilidad interna, era su consigna. Hitler y
Mussolini no querían sometimiento sino cooperación sincera: Todos los
pueblos europeos que se han probado históricamente son bienvenidos como
miembros de la nueva Europa. Su desarrollo nacional y cultural en libertad e
independencia está garantizado. Cínicamente alegaban que los ejemplos de
Finlandia, Hungría, Bulgaria, Rumanía, Croacia y Eslovaquia, países
militarmente ocupados todos ellos, demostraban que no había intención de
intervenir en los asuntos internos de otros estados: Nuestro único
requerimiento es que los estados europeos sean miembros sinceros y entusiastas
de Europa. Los imperialistas alemanes creyeron encontrar, por fin, un nuevo
modo de dirigir Europa sin dominarla: La idea del liderazgo, que
será el concepto dominante de la nueva vida internacional de Europa, es la
negación de los métodos imperialistas de una época pasada: significa
reconocimiento de la confiada cooperación de estados menores e independientes
para abordar las nuevas tareas comunales.
De la misma manera, Arthur Seyss-Inquart escribió que nadie
deseaba ver una Europa dominada por Alemania: Nuestro único deseo es
que surja una Europa que sea realmente europea y consciente de su misión
europea. Después de la invasión de la Unión Soviética, Signal,
un periódico de circulación masiva en los tiempos gloriosos del III Reich,
señaló también que no habría una Europa alemana: En realidad los
soldados del Reich no solo defienden la causa de su patria sino que protegen
cada nación europea digna de ese nombre. El problema estaba en quienes no
eran dignos de ese nombre...
Una constante en la estrategia imperialista nazi consistía en hablar de
sus socios y vecinos y pregonar la idea de que la búsqueda
común de intereses compartidos había reemplazado a la rivalidad y la
competencia capitalistas. Los hitlerianos también fueron pioneros de la
globalización y dedicaron mucha atención a asuntos como el sentido
europeo de comunidad. Anton Reithinger, gerente del monopolio I. G. Farben,
en la conferencia de la Comunidad Económica Europea de 1942,
habló del equilibrio entre los diversos intereses de los socios del espacio
económico europeo, por una parte, y los intereses comunes de todos los pueblos
europeos, por la otra: Para poner estos intereses en práctica se
requiere [...] una creencia en la idea europea y en la misión
europea de Alemania.
Los arquitectos de la Nueva Europa
Pero las múltiples declaraciones nazis que se puedan aportar son muy
poco comparadas con los planes concretos que dibujaron para la integración
económica y política de Europa. No hablamos de que se parezcan a las que luego
se pusieron en práctica tras la guerra; lo que estamos diciendo exactamente es
que son las mismas, es decir, que la Unión Europea fue diseñada por los
nazis.
Los planes nazis de integración europea eran tanto políticos como
económicos. Como dijo Heinrich Hunke,se reconoce la necesidad de un orden
político para la cooperación económica de los pueblos. Desde mediados de
1941 Goebbels comenzó a intervenir más en la cuestión europea y
le dedicó numerosos discursos, mitines y artículos periodísticos. Llenó las
páginas de su semanario Das Reich con consignas europeístas: La
nueva Europa, El nuevo orden europeo, el Lebensraum de
Europa o La visión de una nueva Europa. Entretanto,
Ribbentrop señalaba que la lucha contra el bolchevismo, que unía a muchos
pueblos del este de Europa, evidenciaba una creciente unidad moral de
Europa dentro del Nuevo Orden que nuestros grandes líderes han proclamado y
preparado para el futuro de las naciones civilizadas. Aquí se encuentra el
sentido profundo de la guerra contra el bolchevismo. Es signo de la
regeneración espiritual de Europa.
Dentro del Ministerio del Exterior, ese interés culminó con la creación
de un comité de Europa en el otoño de 1942. Integraban el
comité funcionarios del Ministerio del Exterior y expertos del Instituto para
el Estudio de Países Extranjeros. Las luminarias eran Alfred Six, director
del Instituto de Asuntos Exteriores -que organizó en 1941 una conferencia
llamada La nueva Europa, para 303 estudiantes de 38 países- y Werner
Daitz.
En marzo de 1943, se habían trazado planes muy avanzados para una
confederación europea. Esos planes adoptaron la forma de constituciones y
tratados que delineaban las competencias y la estructura de la futura
confederación. El 21 de marzo de 1943 Ribbentrop escribió una nota que comienza
así: Soy de la opinión de que, como ya le he propuesto al Führer en mis
actas anteriores, deberíamos proclamar cuanto antes, en cuanto hayamos
alcanzado un éxito militar significativo, la Confederación Europea en forma muy
específica. Lo único que paralizó a los nazis en la proclamación oficial de
su Confederación Europeafue que el éxito militar
significativo que Ribbentrop esperaba no se produjo y las hordas
hitlerianas fueron aplastadas en Stalingrado.
El plan de Ribbentrop proponía invitar a los jefes de los estados en
cuestión (Alemania, Italia, Francia, Dinamarca, Noruega, Finlandia, Eslovaquia,
Hungría, Rumanía, Bulgaria, Croacia, Serbia, Grecia y España) para firmar el
instrumento que daría existencia a la Confederación. Junto al
memorándum había un borrador que hablaba del destino común de los
pueblos europeos y del objetivo de garantizar que nunca estallen
guerras entre ellos. También preveía la abolición de barreras aduaneras
entre los estados participantes.
En junio de 1943, un funcionario presentó los elementos básicos
de un plan para la nueva Europa a un miembro del Comité de Europa. En
medio de los habituales mentiras merca del anhelo de paz de las
naciones, la sección titulada La organización económica de Europa anticipaba
un comercio basado en el principio de la preferencia europea frente a los países
no europeos, con el objetivo de llegar a una unión aduanera europea, un
centro de clearing europeo y tipos de cambio estables en
Europa, con miras a una unión monetaria europea; y la armonización de
las condiciones laborales, lo que parece querer decir que todos los
trabajadores europeos deberían ingresar en campos de concentración. El proyecto
también anticipaba conferencias en cada especialidad (trabajo, agricultura y
demás) para decidir las políticas aplicables a toda la Confederación.
Este documento fue seguido en agosto de 1943 por una Nota sobre
la fundación de una Confederación Europea en la que Renthe-Fink
escribió:
En la tremenda lucha por el futuro de Europa, los alemanes somos
campeones de un nuevo y mejor orden donde todos los pueblos europeos hallarán
un lugar legítimo y digno. Hasta ahora hemos evitado hacer una propuesta
concreta en lo concerniente a la cuestión europea [...] Si ahora presentáramos
la idea de una solución confederada, basada en la libre cooperación entre
naciones independientes, ella consolidaría la confianza de los pueblos europeos
en nuestra política y aumentaría su voluntad de seguir nuestra guía y trabajar
por nuestra victoria.
Aunque los principios encarnados en el acto constitutivo de la Confederación
Europea anexos al memorándum especificaban que la Confederación era
una comunidad de estados soberanos que se garantizaban mutuamente la libertad y
la independencia, está claro que, bajo la batuta hitleriana, laconfederación ejercería
un control casi total sobre los asuntos internos de sus estados miembros: La
economía europea será planificada conjuntamente por los estados miembros según
sus intereses comunes y nacionales, decía el documento. El objetivo era incrementar
la prosperidad material, la justicia social y la seguridad social en los
estados individuales, y desarrollar los recursos materiales y laborales de
Europa[...] para proteger la economía europea de las crisis y las
amenazas económicas externas. Sugería quelas barreras aduaneras que
impiden aumentar el comercio entre los miembros de la Confederación se
eliminarán gradualmente y que el sistema intraeuropeo de
comunicaciones por ferrocarril, autopistas y vías fluviales y aéreas se
desarrollará de acuerdo con un plan unificado.
El plan europeo de integración de Renthe-Fink preveía la necesidad de un Consejo
Económico compuesto por representantes de los estados miembros, el
cual se dividiría en comités destinados al comercio, la industria y la
navegación, los asuntos de economía y moneda, las cuestiones laborales y
sociales, la alimentación, la agricultura y los bosques. El documento repetía
los objetivos definitivos de la Confederación:
La solución de los problemas económicos, con miras a la inmunidad frente
a un bloqueo; la regulación del comercio sobre la base de la preferencia por
Europa frente al resto del mundo, con miras a una unión aduanera europea y un
mercado libre europeo; un sistema central de clearing europeo y tasas de cambio
estables en Europa, con miras a una unión monetaria europea. Los objetivos
incluirían la estandarización y mejoramiento de las condiciones de empleo y
seguridad social, así como la planificación de largo plazo de la producción
industrial, agropecuaria y forestal.
Como vemos, la producción agropecuaria ocupaba un ligar prominente en
los documentos nazis sobre Europa. Era preciso que la agricultura europea fuera
autosuficiente.
Los documentos nazis también manifestaban que la integración de Europa
era inevitable a causa del desarrollo tecnológico. Solían sostener que la
fragmentación de los recursos económicos de Europa era un grave obstáculo para
la prosperidad y el progreso social de los diversos países. Se requería
coordinación y planificación económica: Con el objeto de alentar el
comercio mutuo y crear un gran mercado europeo, se eliminarán progresivamente
las aduanas y otras barreras entre los países.
Otro proyecto nazi es lo que cincuenta años después los europeístas
llamaron redes transeuropeas, una avanzadilla de la modernidad
actual. Según Renthe-Fink, la experiencia ha mostrado que el actual
sistema de comunicaciones de Europa es inadecuado para el aumento de la
demanda. La red interna de ferrocarriles, carreteras y líneas aéreas se
desarrollará de acuerdo con un plan común. También el ministro vichysta
Jacques Benoist-Méchin, lamentaba la centralización del sistema de transporte
francés,como si París fuera el único centro del mundo, y exigía nuevas
arterias que se conectaran con las carreteras alemanas e italianas para dar a la
infraestructura de transporte de Francia un carácter genuinamente
europeo. Un orador de la conferencia sobre la Comunidad Económica Europea
proclamó queel futuro pertenece al transporte motorizado.
Las sorpresas de los adelantos nazis no tienen fin. Otro ejemplo es el
Tratado Europeo contra elterrorismo de 1977, que está literalmente
extraído del Pacto entre Hitler y Mussolini, el llamado Pacto Antikomintern, el
acuerdo contra los comunistas. Por eso cuando Rumanía se incorporó en enero de
este año a la Unión Europea, emitió una declaración contra el comunismo y, al
mismo tiempo, rehabilitó con todos los honores la figura de Antonescu, la
versión local de Hitler, Mussolini y Franco.
Europa es justamente eso y nada más que eso. Pero por si alguien tiene
dudas, seguiremos informando...
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