Eduardo Garzón /25 de abril del 2013
La Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre de 2013 ha revelado que el desempleo afecta a 6.202.700 de personas, lo que supone una tasa de paro del 27,16%. Este índice no ha dejado de aumentar desde junio de 2007. Sin embargo, su ritmo de crecimiento no ha sido siempre el mismo: podemos distinguir tres etapas claramente diferenciadas, que quedan expuestas en el siguiente gráfico:
Pese a llevar meses mostrando signos de debilidad, el sector inmobiliario no colapsó totalmente hasta la primavera de 2008, cuando el pinchazo de la burbuja inmobiliaria fue tal que la inmensa mayoría de empresas relacionadas con el sector se vieron gravemente afectadas. Constructoras, promotoras e inmobiliarias detuvieron drásticamente su actividad, dejando a muchísimos trabajadores en la calle y por lo tanto empujando notablemente al alza la tasa de desempleo. Desde una tasa del 9,3% en marzo de 2008, se pasó en tan sólo un año a una del 17,4%. El sobredimensionado sector de la construcción se contrajo brutalmente en esos 12 meses, dejando sin trabajo a tantos profesionales (albañiles, arquitectos, aparejadores, ingenieros, electricistas, fontaneros, etc) que habían vivido de él durante los años anteriores. Es la etapa reflejada en el gráfico entre las dos primeras líneas verticales: el crack inmobiliario.
La siguiente etapa queda comprendida entre la segunda y tercera línea vertical del gráfico, y coincide con un crecimiento de la tasa de desempleo bastante más lento. El sector nuclear de la construcción ya había colapsado y no podía arrojar al desempleo a muchos más trabajadores. Sin embargo, es durante esta época cuando la industria relacionada con la actividad de la construcción y la inmobiliaria comienza a verse perjudicada. Los sectores de los muebles, de la instalación de equipos de acondicionamiento y de electrodomésticos, de la decoración, de las agencias inmobiliarias, etc, comienzan a no encontrar clientes y se ven obligados a reducir su tamaño de actividad, para lo cual terminan expulsando a muchos de sus trabajadores. A su vez, otros sectores económicos comienzan a encontrar problemas de financiación debido al cierre del grifo de los bancos y problemas de ventas causados por la caída del consumo debido a su vez a las malas expectativas económicas. Las quiebras de empresas pertenecientes a diferentes sectores empiezan a cobrar importancia, y el desempleo continúa su crecimiento. Sin embargo, este ascenso fue contenido gracias a los planes de impulso a la economía que realizó el gobierno durante esta época. Como resultado, el paro creció pero a un ritmo más moderado que durante los primeros meses de crisis: partiendo de un 17,4% de desempleo en marzo de 2008, la tasa presentó un nivel del 20,9% en mayo de 2011.
A partir de junio de 2011 la cosa cambia. El gobierno de Zapatero decide endurecer la reforma laboral permitiendo que las empresas puedan despedir cómodamente a sus trabajadores en el caso de que presenten pérdidas transitorias (y no permanentes, como hasta entonces ocurría). La reforma laboral del gobierno de Rajoy en febrero de 2012 no hará sino continuar la senda marcada y facilitar a las empresas el despido de trabajadores. Esta legislación laboral que persigue la expulsión de los empleados para que las empresas sufran el menor coste posible, asociada a los importantes recortes de gasto público que deterioran la demanda efectiva (inversión y consumo), a un aumento de los impuestos regresivos (como el IVA o los impuestos especiales), a la inexistencia de planes de estímulo económico, y al permanente cierre de crédito de los bancos, no hace sino incrementar el ritmo al que aumenta la tasa de desempleo. Desde una tasa del 20,9% en mayo de 2011, nos encontramos con un nivel del 27,2% en abril de 2013.
Queda claro, por lo tanto, que si hoy día aumenta a un ritmo tan elevado el desempleo no se debe a la crisis inmobiliaria (cuyos sectores no pueden expulsar a muchos más trabajadores porque ya no les quedan), ni siquiera a la deficiente estructura productiva de la economía española, sino que los motivos hay que encontrarlos en una legislación laboral extremadamente beligerante con los trabajadores, en unas instituciones financieras zombies que necesitan ser rescatadas pero que no conceden apenas créditos, y a una política económica de recortes y aumento de impuestos regresivos que no hace sino empeorar el consumo privado y las posibilidades de inversión. Así lo refleja un informe del Banco Central Europeo sobre las pequeñas y medianas empresas (PYMES), las cuales suponen un 63,9% de todos los puestos de trabajo españoles. Este estudio refleja que el principal problema de las pequeñas y medianas empresas es encontrar clientes, que es consecuencia de la caída del consumo privado y del gasto público. El segundo problema es encontrar financiación debido a que los bancos se niegan rotundamente a ofrecer créditos a la mayoría de las empresas. El tercer problema, de una importancia mucho menor que los dos anteriores, es la necesidad de competir con otras empresas rivales. El cuarto problema en importancia es el debido a los costes laborales y de producción, entre los que destaca el salario y al que paradójicamente el stablishment europeo y español trata de responsabilizar como gran obstáculo para superar la crisis.
La mayoría de empresas españolas seguirán cerrando y/o expulsando a sus trabajadores (y por lo tanto el desempleo seguirá aumentando) mientras sus principales problemas no sean resueltos. Recordemos que en este último año las familias y empresas en quiebra han aumentado un 27% respecto a 2011. Y pese a lo que se nos suele decir a través de los medios de comunicación, el problema no es que los trabajadores cobren mucho o que no trabajen suficiente; el problema reside en que hoy día las empresas no encuentran clientes ni financiación para proseguir sus actividades. Y ello no se resuelve aprobando feroces reformas laborales ni ayudando a los bancos sin imponerles condiciones, ni recortando en gasto público o aumentando impuestos regresivos, sino precisamente haciendo todo lo contrario. Mientras no se realice un completo viraje en las políticas económicas del gobierno, desgraciadamente seguiremos viendo empresas y familias quebrar y por lo tanto el desempleo aumentar.
Nice post
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