Alejandro Nadal, 4/11/2015
La crisis financiera que arrancó en 2007 llevó a los bancos centrales de las principales economías a fijar tasas de interés cercanas a cero por ciento. Pero lo cierto es que las tasas reales de interés (tasas nominales menos la inflación) habían mantenido una tendencia a la baja durante los últimos veinte años en los países industrializados y alcanzaron niveles históricamente bajos en el período que precedió a la crisis. Por ejemplo, en Estados Unidos la tasa de interés para bonos del Tesoro a diez años pasó de su pico histórico de 15 por ciento en 1980 a 2 por ciento en lo que va de 2015.
Es evidente que el debate sobre la evolución de la tasa de interés está marcando la teoría económica que uno adopte. En otras palabras, los anteojos que se utilicen pueden afinar la visión o distorsionar por completo la imagen.
No pasa un día sin que los principales protagonistas de la política monetaria hagan referencia a la tasa de interés de equilibrio. La actual directora de la Reserva Federal, Janet Yellen, y su predecesor Ben Bernanke, utilizan el término con gran facilidad. Otros economistas que tienen gran influencia en la opinión y en la política económica, como Larry Summers o Paul Krugman, también hablan repetidamente de la tasa de interés de equilibrio o de largo plazo.
Pero ¿qué quieren decir estos personajes cuando hablan de la tasa de interés de equilibrio? Ben Bernanke, por ejemplo, en sus blogs sobre política monetaria señala que la tasa de interés de equilibrio es aquella tasa de interés real (descontando inflación) que es consistente con una situación de pleno empleo de los recursos (trabajo y capital). Para Summers y Krugman, la tasa de interés real de equilibrio es aquella que permite establecer un equilibrio entre la demanda y la oferta de ahorro. Es decir, tanto Bernanke como Summers y Krugman (BSK) piensan que la tasa de interés es una variable que se determina en un peculiar mercado en el que se encuentran ahorradores e inversionistas: es el mercado de fondos prestables. La tasa de interés de equilibrio permite compatibilizar la oferta y la demanda de fondos prestables.
BSK piensan que existe en la economía mundial (desde la década de los años noventa) un exceso de oferta de ahorro. Para ellos eso provocó la caída en la tasa de interés y contribuyó a generar la crisis financiera. Si bien Bernanke cree que la oferta excedente de ahorro se debe a que los países emergentes (y China) ahorran demasiado, Summers piensa que lo que ha sucedido es que la demanda de ahorro (por parte de los inversionistas) ha sido deficiente. En ambos casos (aumento de oferta de ahorro o caída en la demanda de ahorro) se produciría una caída en la tasa de interés (que no es otra cosa, en esta visión del mercado de fondos prestables que el precio del ahorro). Para el trío BSK el marco analítico descansa en la misma idea; el mercado en el largo plazo tendería a una tasa de interés real de equilibrio. Por cierto, en ese contexto lo único que tiene que hacer el banco central es adecuar su tasa de referencia a dicha tasa de interés de equilibrio.
Como tantos conceptos de la teoría económica, esta idea de que la tasa de interés es un precio que se determina en el mercado de fondos prestables (o ahorro) descansa en otra fábula. Se trata de la noción de tasa de interés natural que encontramos en la obra del economista sueco Knut Wicksell (1851-1926): la tasa de interés real de equilibrio (o tasa natural) es aquella en la que la economía se encuentra en equilibrio: ni está en deflación ni en inflación. Claro, el problema es que esa tasa de equilibrio ni siquiera puede ser objeto de una estimación porque no existe. O como dice Marx en el Tomo III de El Capital, no hay tal cosa como una tasa natural de interés.
BSK utilizan un modelo teórico nuevo keynesiano que supone que el desempleo involuntario proviene de rigideces en los precios. Esa es una idea que Keynes se encargó de criticar, pero, como dice Montier, los economistas del templo se dividen en dos clases. Una distorsiona la principal idea de Keynes de que el desempleo se genera por deficiencias en la demanda agregada y puede producirse aun cuando todos los mercados tengan precios flexibles. La otra clase (la de los nuevos clásicos) simplemente niega la posibilidad del desempleo.
Es importante examinar las fuerzas que pueden explicar la reducción en las tasas de interés de referencia en el modelo de acumulación de capital bajo la globalización neoliberal. Por el lado de la economía real, es posible que estemos afrontando un bache de largo aliento en materia de innovaciones básicas, es decir, aquellos cambios técnicos que abren nuevos espacios a la rentabilidad del capital. Por el lado de la economía financiera, otra de esas fuerzas podría estar relacionada directamente con la expansión del capital financiero. Aquí vale la pena señalar que la tasa de interés no es un precio, es una variable ligada a la distribución del ingreso.
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