domingo, 13 de enero de 2013

El incendio europeo: las empresas extranjeras cierran sus plantas y reducen inversiones

James Fontanella Khan /07/01/13

Hacía 26 años que Peter Hulsmans trabajaba para Ford en la ciudad industrial belga de Genk. Así que cuando los ejecutivos de la empresa lo convocaron a una reunión junto a sus 4.300 colegas, se dio cuenta de que no sería para darle una buena noticia.

Esperaba un temblor menor, tal vez el recorte de algunos puestos de trabajo. La noticia que recibió fue un terremoto: la fabricante de automóviles de EE.UU., que empezó a construir esas instalaciones en el año 1962, iba a cerrar la planta.


"Siempre pensamos que era más seguro trabajar para una multinacional que para una empresa pequeña pero nos equivocamos", dijo Hulsmans, de pie junto a los restos carbonizados de un Ford Mondeo incendiado por trabajadores que protestaban fuera de la planta. "Ford se va y nadie viene a reemplazarla. . . nadie querrá invertir aquí nunca más" agregó el empleado.

En los tres años que transcurrieron desde que la crisis de la eurozona comenzó a agitar el continente, historias tales como la de Hulsmans resultan cada vez más comunes. Las empresas extranjeras que antes consideraban a Europa como un paraíso para el crecimiento lento pero seguro ahora están cerrando rápidamente las plantas o reduciendo sus inversiones.

Entre 2007 y 2011, la inversión anual en los 27 países de la Unión Europea se redujo más de 350.000 millones de euros, lo que superó ampliamente las caídas registradas en otros indicadores económicos, según un estudio publicado el mes pasado por la consultora estadounidense McKinsey. El descenso fue equivalente a 20 veces la caída del consumo privado, por ejemplo, y cuatro veces el declive de la economía en general.

Esa pérdida de inversión significa que las compañías europeas no generarán los ingresos por 543.000 millones de euros que de otro modo habrían producido entre 2009 y 2020, según el estudio. 

Las empresas están reduciendo costos mediante el traslado de sus operaciones a mercados emergentes y la eliminación de puestos de trabajo, lo que ha llevado a la eurozona a niveles récord de desempleo. 

Algunos ejecutivos de empresas globales que operan en Europa dicen que dejaron de lado sus planes de contingencia en caso de una ruptura del euro después de que Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo, anunció en agosto que usaría la imprenta del banco para evitar el colapso de la moneda. Su mayor temor, ya que anticipan décadas de estancamiento en todo el bloque, es que el continente se esté convirtiendo en el nuevo Japón.

Los ejecutivos señalan que no ayuda el hecho que el alivio de la crisis haya sido seguido por un aumento de la cantidad de políticos anti reforma en países de la eurozona tales como Francia, Grecia e Italia 

"Estamos viendo algunos signos preocupantes de retórica anti empresarial entre algunos líderes de Europa y creemos que éste no es el enfoque productivo y de colaboración que se debe adoptar", señaló Ian Hudson, presidente de Dupont para Europa, Medio Oriente y África. "Es necesario que las empresas y los gobiernos colaboren entre sí para afrontar los retos del futuro", agregó Hudson.

La lista de cierres y desinversión en el sector manufacturero está creciendo. Solo cinco meses antes de que Ford pusiera fin a sus operaciones en Genk, General Motors cerró la planta de Opel en Bochum, Alemania, y despidió a más de 3.000 empleados. GE, que alguna vez fue una de las fabricantes estadounidenses más importantes en Europa, está concentrando la mayor parte de sus recortes por u$s 2.000 millones anunciados en mayo en sus operaciones en la Unión Europea, donde los ejecutivos temen que la crisis esté lejos de haber terminado. Dow Chemical, el conglomerado de EE.UU., anunció en octubre el cierre de sus operaciones en Bélgica, los Países Bajos, España y el Reino Unido.

Hewlett-Packard, el conglomerado de tecnología de EE.UU., recortó 8.000 puestos en Europa como parte de una reestructuración. Mientras tanto, Kimberly-Clark, que fabrica los pañuelos Kleenex, cerró la mayoría de sus fábricas europeas en un intento por impulsar la rentabilidad.

En general, las empresas globales perdieron cerca de u$s 2 billones como resultado de la crisis de deuda soberana que se apoderó de Europa en 2009, según datos compilados por Grant Thornton, una consultora de EE.UU. que entrevistó a más de 12.000 ejecutivos en 41 países.

El cambio se está dando no solo en el sector manufacturero, que hace tiempo se viene inclinando hacia los mercados emergentes. También ha comenzado a manifestarse en la industria de los servicios, incluyendo los financieros, el sector en el que se pensaba que Europa tenía una ventaja competitiva.

A pesar de haber recortado sus costos en Europa por alrededor de u$s 1.000 millones, Nomura, el banco de inversión líder en Japón, decidió en septiembre reducir aún más su presencia y concentrarse más en los mercados asiáticos de rápido crecimiento. Citigroup, el banco de EE.UU., recientemente anunció una ola de recortes de empleos en todo el mundo, incluyendo 350 en España y Grecia.

"El saldo de efectivo de las empresas estadounidenses es muy alto, especialmente en el sector de la tecnología. Pero, en general, no están invirtiendo ese dinero [en Europa]", dijo Walt Shill, director de alto rango de Accenture. La consultora estadounidense entrevistó a más de 450 ejecutivos de grandes empresas como parte de una encuesta sobre inversión global que se publicará en las próximas semanas. "Lo que se oye es que las empresas siguen invirtiendo en mercados emergentes de rápido crecimiento", agregó Shill.

Los datos reflejan que solo 3% de los ejecutivos estadounidenses aumentó la inversión en la eurozona desde que comenzó la crisis, mientras que 25% aumentó el gasto en los mercados emergentes. 
La disminución de la inversión en Europa plantea la cuestión de si el continente, que según algunos líderes finalmente está saliendo de la crisis financiera y de deuda soberana, está entrando en una crisis económica igualmente riesgosa. Hasta ahora, los más afectados han sido los países "periféricos" tales como Grecia y España, que se han visto obligados a implementar estrictos programas de austeridad.

Sin embargo, una reducción más amplia de la inversión extranjera en Europa podría profundizar el rebote de la recesión que ya parece estar en marcha. La inversión extranjera directa se contrajo a una tasa de 10% anual desde 2008, según datos del Banco Central Europeo. El año pasado, la actividad de fusiones y adquisiciones en Europa cayó 34% con respecto a 2011 y 70% en comparación con el pico registrado en 2007, según la OCDE, un club de países, en su mayoría, ricos.

La crisis de la eurozona también exacerbó las inquietudes que las empresas extranjeras ya tenían con respecto a Europa desde antes de la crisis en materia de regulación y a su incapacidad de desarrollar un plan de reestructuración coherente.

En marzo, Sergio Marchionne, presidente de Fiat en Europa y Chrysler en EE.UU., instó a la Unión Europea a imitar la postura de Barack Obama hacia las automotrices estadounidenses. En 2009, el presidente de EE.UU. adoptó un enfoque práctico para la renovación de la industria.

"Tiene que haber una solución estructural local que debe ser gestionada y dirigida por la Unión Europea como titular y depositaria de la idea del mercado único", dijo Marchionne. Pero los ejecutivos afirman que poco se ha hecho hasta la fecha.

Una crítica común es que la Unión Europea le ha prestado mucha atención a la austeridad - que muchos reconocen como necesario - pero no hizo mucho esfuerzo por abrir los mercados para estimular la inversión y el crecimiento.

"El problema de fondo reside en última instancia en la competitividad de Europa y hay muchas cargas reglamentarias que se deben abordar", dijo Hudson de DuPont. "Si se tarda más en crear una empresa, en construir una planta. . . en Europa en comparación con otras partes del mundo, es porque Europa está en una situación de desventaja".

Han habido excepciones. Liberty Global, el operador de cable de EE.UU., expandió su presencia en el norte de Europa. Con una demanda inesperadamente sostenida, invirtió más de 7 mil millones de euros en los últimos dos años a través de tres adquisiciones. "Nuestro sector ha sido resistente a la crisis", comentó Manuel Kohnstamm, vicepresidente de la compañía. "Tenemos la intención de invertir más en el futuro, agregó Kohnstamm".

Pero las multinacionales de las economías desarrolladas simplemente parecen temer demasiado que el atolladero en el que se encuentra Europa ahora se convierta en algo normal. Para Hulsmans y sus 4.300 colegas, que pronto serán desempleados, las perspectivas de encontrar un trabajo seguro en una empresa grande no son prometedoras.

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