miércoles, 28 de diciembre de 2011

Por qué India presenta más riesgos que China


Stephen S. Roach
2011/12/27

NEW HAVEN – En la actualidad, se acrecienta el temor de que China e India estén a punto de ser las próximas víctimas de la masacre en curso de la economía mundial. Esto tendría enormes consecuencias. Las economías en desarrollo y recientemente industrializadas del Asia crecieron a una tasa promedio anual del 8,5% durante los años 2010 y 2011, lo que casi triplica el crecimiento del 3%  del resto del mundo. Si China e India son los próximos países en caer, Asia podría estar en riesgo, y sería difícil evitar una recesión mundial.

En un determinado y a la vez importante sentido estas preocupaciones son comprensibles: las dos economías dependen en gran medida de un clima económico global más amplio. China es sensible a los riesgos a una baja en la demanda exterior; estos riesgos ahora son más relevantes que nunca ya que los Estados Unidos y Europa, que se encuentran devastados por la crisis, en su conjunto representan el 38% del total de exportaciones durante el año 2010. Pero India, con su gran déficit en su balanza por cuenta corriente y sus necesidades de financiamiento externo, está más expuesta a las duras condiciones de los mercados financieros globales.

Sin embargo, los temores de aterrizajes forzosos de ambas economías son exagerados, sobre en lo que concierne a China. Es verdad que China está pagando un precio por el estímulo económico agresivo que se llevó a cabo en los momentos más difíciles de la crisis subprime. El sistema bancario ha financiado la mayor parte del gasto adicional, y por lo tanto está expuesto a cualquier deterioro en la calidad de los créditos que sobrevenga como consecuencia de tales esfuerzos. También existen preocupaciones vinculadas a un mercado inmobiliario burbujeante y el aumento de la inflación.

Aunque ninguno de estos problemas debe ser minimizado, es poco probable que dichos problemas desencadenen un aterrizaje forzoso. Al haber estado obsesionados con la estabilidad desde hace ya mucho tiempo, las autoridades chinas encargadas de diseñar políticas se han apresurado a tomar medidas preventivas.

Esto se hace especialmente evidente en la exitosa campaña de las autoridades chinas contra la inflación. Las medidas administrativas en el sector agrícola, destinadas a aliviar los cuellos de botella en el suministro de carne de cerdo, aceite comestible, verduras frescas y fertilizantes han logrado que baje la tasa de inflación relacionada a los precios de los alimentos. Esta es la razón principal por la cual la tasa inflación general calculada sobre precios al consumidor primario cayó del 6,5% en julio de 2011 al 4,2% en noviembre del mismo año.

Mientras tanto, el Banco Popular de China, institución que aumentó las tasas referenciales a un año para créditos en 5 ocasiones durante el periodo de los 12 meses que finalizó en octubre de este año llegando hasta el 6,5%, ahora tiene un amplio margen para la distensión monetaria en caso de que las condiciones económicas se deterioren. Lo mismo se aplica a las reservas obligatorias en el sector bancario; en este ámbito, el gobierno ya ha recortado 50 puntos básicos con respecto al  21,5 %, que fue el nivel récord del coeficiente de reservas obligatorias. Los déficits fiscales relativamente pequeños que fueron únicamente de alrededor del 2% del PIB en el año 2010 hacen que China tenga una dimensión adicional de flexibilidad  en cuanto a políticas, en caso de que las circunstancias así lo requieran.

China tampoco ha tenido un comportamiento pasivo con respecto a los crecientes excesos especulativos en  el mercado de las propiedades residenciales. En abril de 2010, puso en marcha la aplicación de estrictas nuevas normas, aumentó el pago inicial del 20% al 30% para la primera vivienda, al 50% para una segunda residencia, y al 100% para la compra de tres o más unidades. Esta estrategia parece estar funcionando. En noviembre, el precio de las viviendas se redujo en 49 de las 70 ciudades que China monitoriza cada mes.

Es más, es una grave exageración afirmar, como muchos lo hacen hoy en día, que la economía china es una enorme burbuja inmobiliaria. Es verdad que la inversión fija total se acerca al 50% del PIB, un porcentaje sin precedentes; sin embargo, los bienes raíces residenciales y no residenciales, en conjunto, representa sólo un 15 a 20% de dicha inversión fija, lo que a su vez no representa más del 10% de la economía en general. En términos de metros cuadrados, las construcciones residenciales representan la mitad de la inversión en bienes raíces de China. Al identificar la proporción de bienes raíces residenciales que va a manos de promotores privados en más o menos una docena de ciudades de primer nivel (ciudades que representan la mayor parte de efervescencia del mercado inmobiliario de China) sugiere que menos del 1% del PIB estaría en riesgo en el caso de un colapso del mercado inmobiliario –  esta no es exactamente una receta para un aterrizaje forzoso.

En cuanto a los bancos chinos, el problema principal parece ser la exposición a la expansión de la deuda de los gobiernos locales, que, según el gobierno, llegó a un total de 1,7 billones de dólares (aproximadamente el 30% del PIB) a finales de 2010. Aproximadamente la mitad de esta deuda estaba registrada en sus libros antes de la crisis.

Parte de la nueva deuda que surgió como consecuencia del estímulo bien podría acabar como deuda deteriorada, pero el proceso de urbanización que está actualmente en curso – alrededor de unos 15-20 millones de personas al año se trasladan a vivir a las ciudades – ofrece, en el lado de la demanda, un apoyo enorme para la inversión en desarrollo de infraestructura y construcciones residenciales y comerciales. Esto modera el riesgo vinculado a la calidad de los créditos; esta moderación, junto con ratios préstamos-depósitos relativamente bajos que se ubican en alrededor del 65%, debería proveer protección para el sistema bancario.

India es un país más problemático. Como la única economía en Asia que tiene un déficit de la balanza por cuenta corriente, sus problemas de financiamiento exterior no pueden tomarse a la ligera. Al igual que en China, el impulso del crecimiento económico en la India está disminuyendo. Pero a diferencia de China, la desaceleración es más pronunciada, el crecimiento del PIB cayó por debajo del umbral del 7% en el tercer trimestre del año 2011, y la producción industrial anual disminuyó en un 5,1%  durante el mes de octubre.

Pero el verdadero problema es que, a diferencia de China, las autoridades de la India tienen, en cuanto a sus políticas, menos espacio para maniobrar. Para empezar, la rupia está casi en caída libre. Esto significa que el Banco de la Reserva de la India – que ha elevado su tasa de interés de referencia 13 veces desde el inicio de 2010, para hacer frente a un problema de inflación que todavía es grave –  no pueden permitirse el lujo de relajar su política monetaria. Es más, el enorme déficit gubernamental consolidado, que llega a representar alrededor del 9% del PIB, limita la discrecionalidad de la India en materia de la política fiscal.

No obstante que China está en mejor forma que la India, probablemente ninguna de las dos economías llegue a una implosión por cuenta propia. Se necesitaría otro shock para provocar un aterrizaje forzoso en Asia.

Hoy en día, una posibilidad obvia sería una turbulenta ruptura de la Unión Monetaria Europea. En dicho caso, tanto China como India, como la mayoría de las economías del mundo, pueden encontrarse en serios problemas  – debido a una categórica contracción de las exportaciones chinas, tal como ocurrió a finales del año 2008 y principios de 2009, y una mayor presión para obtener financiamiento externo para la India.

No obstante que me mantengo escéptico en cuanto al euro, creo que la voluntad política para avanzar en la integración europea va a prevalecer. Por lo tanto, otorgo una probabilidad baja a la desintegración de la unión monetaria. Excluyendo dicho resultado pesimista para Europa, las probabilidades de un aterrizaje forzoso en la India o China deberían permanecer bajas.

Seducido por la economía política de la falsa prosperidad, el Occidente ha despilfarrado su poder. Impulsada por el pensamiento estratégico y la estabilidad, Asia ha construido sobre su recientemente encontrada fortaleza. Pero ahora debe reinventarse a sí misma. Un estancamiento al estilo japonés en el mundo desarrollado está desafiando a un Asia que depende del  comercio exterior para que cambie su enfoque hacia la demanda interna. Las presiones a la baja que en la actualidad aprietan a China e India refuerzan dicho desafío. Este puede ser un momento decisivo para Asia.

Stephen S. Roach, presidente no ejecutivo de Morgan Stanley Asia y profesor en la Universidad de Yale, es autor del libro The Next Asia (La próxima Asia).
Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.

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