Michel Husson /Enero de 2012
El mundo se hunde en la
segunda Gran Depresión de su historia moderna. La crisis financiera provocada
por las hipotecas subprime desencadenó una recesión global en 2009 y una nueva recesión
comienza en Europa en 2012. A través de este proceso, está en curso una recomposición sustancial del
régimen social de acumulación.
Aunque el concepto de crisis
es sin duda ambiguo, suelen asociársele tres significados: una crisis
periódica, una crisis de regulación y una crisis sistémica. El período actual
puede ser descrito como una crisis de regulación, pero también como una crisis
sistémica. Este artículo pretende abordar la actual
fase de la onda larga del capitalismo tardío.
El tiempo largo del capital
El concepto de crisis de
regulación ha sido discutido desde hace tiempo como parte de una visión de un
capitalismo tendente al equilibrio y auto estructurante. Por el contrario,
partimos de la concepción propuesta por Dockès y Rosier (1), es decir, la de un
“orden productivo” neoliberal, teniendo en cuenta que el capitalismo redefine
periódicamente su modo de funcionamiento para hacer frente a sus
contradicciones. De hecho, el capitalismo se basa en un mecanismo social de
explotación y acumulación del capital, pero su modo de funcionamiento
evoluciona con el tiempo.
Esta visión era el punto de
partida de la teoría de Kondratiev de los ciclos largos de lacoyuntura (2),
como se le llamó en su época o, más tarde, las ondas largas del desarrollo capitalista.
El concepto de “ciclo” sugiere la idea equivocada de automatismo y repetición
que es incompatible con la evidencia histórica.
León Trotsky, adversario de
Kondratiev, compartió su punto de vista de entender la acumulación económica
como un proceso ondulatorio. En un artículo publicado en 1923 escribió:
“Observamos en la historia que los ciclos homogéneos están agrupados en series.
Épocas enteras de desarrollo capitalista suceden cuando un cierto número de
ciclos están caracterizados por auges agudos sucesivos y crisis débiles y de
corta vida. Como resultado obtenemos un fuerte movimiento ascendente de la
curva básica del desarrollo capitalista. Tendremos épocas de estancamiento cuando esta curva, aunque pasando a través de
oscilaciones cíclicas parciales, permanece aproximadamente en el mismo nivel
durante décadas. Y, finalmente, durante ciertos períodos históricos la curva
básica, aunque pasando como siempre a través de oscilaciones cíclicas, se
inclina hacía abajo en su conjunto, señalando el declive de las fuerzas
productivas” (3). El esquema que se
reproduce ilustra su visión de estos ciclos (Ver gráfico de arriba).
El estudio de estos
períodos largos del capitalismo atrajo
la atención de muy distintos investigadores, como Joseph Schumpeter, Ragnar
Frish y Jan Tinbergen, y fue abordado por Ernest Mandel (4), Richard Goodwin y
Christopher Freeman, entre otros (5). Para estos investigadores, la distinción
entre las fases de auge y de receso es crucial, sin que exista mecanismo que
pueda asegurar la transición de un período dominado por la recesión a un nuevo
período de auge.
Por lo tanto, no hay simetría
alguna entre ambos puntos de inflexión: porque son los factores económicos los
dominantes en el agotamiento de un largo período de expansión, mientras que son
necesarios otros factores para la recuperación después de un largo período de
depresión. Freeman y sus colaboradores han
insistido en la importancia del marco socio-institucional como la clave
para comprender el desajuste entre el paradigma tecno-económico existente y las
condiciones sociales necesarias para su desarrollo, y Ernest Mandel consideraba
las relaciones políticas y sociales como parte de los factores determinantes de
la nueva onda. Para Mandel, los factores económicos endógenos eran decisivos en
el agotamiento de la fase de auge y los factores políticos exógenos para el
surgimiento de un nuevo ascenso después de décadas de descenso.
De acuerdo con este punto de
vista, la evolución del capitalismo de posguerra puede ser descrito como dos
ondas. La primera, desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la crisis
de la década de 1970, con el punto de inflexión a comienzos de la década de
1980. Se le ha llamado los Treinta Años Dorados, o la época del fordismo. Su
coherencia fue sin duda diferente a la de la segunda onda del siguiente
período, a partir de la década de 1980 hasta la actualidad, la época del
neoliberalismo.
Cada una de estas épocas
pueden ser descritas de acuerdo a cuatro dimensiones principales: el régimen de
acumulación, el paradigma tecnológico, la regulación social y la división internacional
del trabajo.
1) El régimen de acumulación
describe cómo la producción y la
realización se combinan. Desde el punto de vista de la producción, el
crecimiento y por tanto la acumulación, son tan intensos como lo permite el
crecimiento de la productividad. Desde el punto de vista de la realización, o
el consumo de masas es posible dado el nivel de los salarios o la distribución
desigual de la riqueza bloquea el crecimiento de la demanda. En consecuencia,
la noción de régimen de acumulación también se refiere a las reglas del juego,
en relación con la estructura de la
propia clase dominante, es decir, las relaciones entre los capitales y empresas
industriales y financieros, o entre accionistas y gerentes.
2) El paradigma tecnológico o técnico-económico describe las
relaciones entre el modo de producción y la tecnología existente: en cada
período hay disponible para su difusión en la economía una constelación de
innovaciones, siguiendo el ejemplo de una nueva y determinante rama productiva,
como el automóvil en el pasado o la información y comunicaciones después. Sin
embargo, la disponibilidad de esas innovaciones tecnológicas no es suficiente,
y el desajuste entre este paradigma y el marco de regulación social puede
bloquear el proceso de acumulación.
Concentrémonos primero en las
posibilidades de difusión de las innovaciones más importantes. Como enseña la
historia, su efecto demostración fue tan poderoso en el caso del torno de hilar
de agua de Arkwright que algunos de sus rivales y competidores intentaron
destruir físicamente su equipo. A pesar de esta hostilidad, el éxito y la muy
alta rentabilidad de sus hilanderías de Cromford y sus otras fábricas alentaron a numerosos
imitadores a invertir en fábricas de hilado de algodón, especialmente después
de que expirasen sus disputadas patentes. Algunas de las primeras inversiones
en canales, como el canal Worsley-Manchester, obtuvieron grandes ganancias. En
una escala mucho mayor, el Concurso de Rainhill entre diversos locomotoras de vapor,
seguido por el éxito de la rentable explotación del ferrocarril
Liverpool-Manchester provocó un enorme auge de las inversiones en ferrocarriles
y, de hecho, una gran burbuja financiera a consecuencia de la excitación
causada por las estimaciones, a menudo exageradas
de los beneficios potenciales que se obtendrían. Promotores del ferrocarril,
como George Hudson en Gran Bretaña y los Vanderbilt en los Estados Unidos,
hicieron también enormes beneficios especulando y manipulando los mercados
financieros. Los beneficios de Carnegie, Krupp y Ford son un ejemplo de las
enormes cantidades de dinero que pudieron ser acumuladas por el éxito de la
iniciativa empresarial innovadora. Los beneficios de IBM y Microsoft o Apple
son impresionantes y se han convertido en las empresas más rentables del mundo.
El abanico de innovaciones, productos y procesos generados por la revolución industrial
de la información y las comunicaciones ha creado nuevas formas de inversión, acumulación
y realización.
Una característica distintiva
recurrente de las ondas largas es que en cada caso, aunque cada una de las
innovaciones era única y muy diferente, surgió un conjunto de innovaciones que ofrecía
la posibilidad clara de inmensos beneficios, sobre la base de una superioridad tecnológica
indiscutible en relación a los modos de producción previos. Todo el tiempo se producen
pequeñas mejoras incrementales, por supuesto, pero las innovaciones, que
estaban en el corazón mismo de cada onda que hemos analizado, posibilitaban
cambios muy notables de productividad y rentabilidad. Sin embargo, estas
innovaciones tan rentables no fueron hechos aislados, sino parte de una
constelación de productos, procesos e innovaciones organizativas relacionados
entre sí. A veces se trataba de un nuevo proceso, que generaba la mayor parte
de los beneficios extraordinarios, otras de una serie de nuevos productos,
cuando no sobre todo de cambios organizativos, como en el caso de la cadena de
montaje de Ford o de Internet, pero en todos los casos hubo cambios
interdependientes, tanto técnica como económicamente. La onda Kondrátiev
generada después del final de la Gran
Depresión y la Segunda Guerra Mundial fue la edad del petróleo, los
automóviles, la motorización y la producción en masa, gracias al impulso de
innovaciones radicales, pero también de grandes cambios sociales. La naturaleza
de la regulación social es crucial para el modo de desarrollo del capitalismo
moderno.
3) La regulación social
implica la determinación de los salarios, la organización del trabajo, el derecho
laboral y la normativa de la acción social del Estado en relación a la
seguridad social, los servicios públicos y otras partes del salario indirecto.
Se trata de un componente importante de la construcción del orden social y la
creación de legitimidad, pero la regulación social tiende a no acompasarse,
durante los períodos de contracción, con los requisitos de acumulación del capital,
que requiere de grandes transformaciones en la distribución social del valor.
De hecho, durante los periodos
de desaceleración de la onda larga, las crisis de ajuste se generan por la falta
de correspondencia entre las potencialidades del nuevo paradigma tecnoeconómico
y el marco de regulación social, es decir, las condiciones de trabajo y
salario, la educación profesional y otras normas sociales, los contratos, las
tradiciones y la cultura social.
En algunos casos, la historia
muestra que el impulso expansivo de lo nuevo
puede ser tan grande que lanza hacia arriba la producción industrial
agregada y / o el PIB a pesar de una crisis estructural de adaptación y altos
niveles de desempleo estructural. Ese
fue aparentemente el caso de Gran Bretaña en las décadas de 1830 y 1840
y en los Estados Unidos en las décadas de 1880 y 1920. Por otro lado, el
crecimiento impetuoso de las industrias del automóvil y el petróleo en la
década de 1920 no fue suficiente para superar las tendencias depresivas en los
EE.UU. y la economía mundial en la década de 1930, agravadas por graves crisis
políticas, conflictos internacionales y crisis monetarias. La posibilidad de
una segunda gran depresión contemporánea evoca este ejemplo.
En cualquier caso, los altos
niveles de desempleo estructural recurrentes son siempre una manifestación de
las crisis de ajuste en cada onda larga. Las estadísticas para el siglo XIX son
muy pobres, pero hay fuertes evidencias de desempleo muy graves en las décadas
de 1830 y 1840 en Gran Bretaña, y hubo también paro generalizado en la mayoría
de los países industrializados en la década de 1880, especialmente en aquellos
donde el uso de maquinaria era más avanzado. Hay, por supuesto, abundante
evidencia estadística del enorme desempleo estructural en las décadas de 1920 y
1930 y de nuevo en las de 1980 y 1990 hasta la actualidad, con el desempleo
alcanzando niveles inimaginables. Incluso durante el boom de la década de 1920
en los Estados Unidos, hubo sectores que sufrieron graves problemas de adaptación,
como el carbón, los ferrocarriles y la construcción naval. En Alemania y Gran Bretaña
le ocurrió a la industria pesada en general, pero sobre todo a la siderurgia y
los astilleros, que atravesaron largos y problemáticos periodos de ajuste
estructural. En la década de 1980, el automóvil, el petróleo, las materias
sintéticas y, de nuevo, la siderurgia estuvieron entre las muchas industrias que
experimentaron graves problemas de adaptación.
Obviamente, los grandes
cambios como la mecanización, la electrificación, la motorización, y la informatización
han acarreado una serie de conflictos con cada crisis sucesiva de ajuste estructural.
La profundidad de las contradicciones sociales, que pueden verse agravadas durante
una crisis estructural, se manifiesta no con menor claridad por los conflictos
laborales que engendran.
4) Por último, la división
internacional del trabajo corresponde a la organización de la economía mundial y define la inserción de cada país en
el mercado mundial, así como sus relaciones con otras economías. Implica
diferentes problemas, como quién extrae materias primas, quién produce bienes
industriales y los servicios más sofisticados, quién domina los canales de comunicación
y las tecnologías de la información. Pero también implica dinero y los mercados
de divisas, a saber, cual es la moneda
de reserva mundial y el control de los flujos de inversión y financieros
internacionales. Todo ello define una jerarquía de poderes de acuerdo con las
relaciones económicas, militares y políticas.
Los cambios en el régimen de
regulación, ya sea a nivel nacional o internacional, pueden plantear conflictos
políticos e ideológicos fundamentales, internos e internacionales. Así ocurrió con
los conflictos sobre las Leyes del Maíz en las décadas de 1830 y 1840 en Gran
Bretaña y más tarde sobre la Reforma Arancelaria en Gran Bretaña a finales del
siglo XIX y comienzos del XX. Los problemas de protección arancelaria también
tuvieron efectos profundos en los Estados Unidos, Alemania y Japón, en pleno
proceso de industrialización y adaptación tecnológica. En general suelen surgir
fuertes tensiones en las relaciones internacionales cuando se considera que
intereses nacionales esenciales están en juego o existen fricciones comerciales,
como ilustra la carrera armamentística naval anglo-alemana antes de 1914, así como
en la aparición hoy en día de la política neo-mercantilista del gobierno alemán
en el marco de la Unión Europea. La Tabla 1 resume nuestra visión de las
transformaciones contemporáneas de acuerdo con estos cuatro criterios (click en la tabla para agrandar).
Las curvas del capitalismo contemporáneo
En lo que sigue recurrimos a un método que podría
denominarse “espectográfico”, que consiste en definir los períodos largos a
través de una serie de indicadores (6) a partir de los que deducimos un
indicador sintético como una media aritmética simple. Este indicador sigue de
cerca el de la tasa de ganancias (gráfico 1).
Hasta mediados de la década de
1980, este indicador es plano, lo que demuestra el poder regulador del régimen.
Sin embargo, la tasa de ganancias desciende (7) desde 1967 en los EE.UU., y
luego en todas las grandes economías capitalistas a partir de las recesiones generales
de 1974-1975 y 1980-1982. Este fue el punto de inflexión de la década de 1980,
con el restablecimiento de la tasa de ganancias, a pesar de las grandes
fluctuaciones que corresponden a las recesiones de 1991-1993 y 2000-2002.
Con esta restauración de la
tasa de ganancia, el indicador sintético muestra una importante recuperación y
un crecimiento casi exponencial, que pone de relieve la aparición de grandes transformaciones
de la estructura del capitalismo (click en el gráfico para agrandar).
Antes de discutir los
componentes de este indicador sintético, vamos a examinar la evolución de la
productividad, ya que es una característica esencial de la dinámica del
capitalismo: como el gráfico indica, durante el período fordista, la
productividad y la tasa de ganancias sigue la misma trayectoria, ya que la
productividad es la raíz de la ganancia. El agotamiento de las ganancias de
productividad es la causa de la decadencia de un orden productivo y, en concreto,
de la crisis del fordismo.
Una segunda conclusión es que
el crecimiento de la tasa de ganancias se restablece desde los inicios del
periodo neoliberal, a pesar de las modestas ganancias de productividad en comparación
con las del período fordista. Esto simplemente indica que la generación de beneficios
encontró otras formas y herramientas.
Una tercera conclusión es el
“efecto boomerang” de la globalización: el crecimiento de la productividad
disminuye en los EE.UU. y Europa, pero se dispara en las economías emergentes,
que son ahora los centros de la dinámica del capitalismo.
Repartición del valor y la realización
El punto de partida para
comprender este hecho es la distribución entre las rentas del trabajo y el
capital. Teniendo en cuenta que las ganancias de productividad no son
comparables a las del período fordista, la herramienta esencial para mantener
la tasa de beneficio es la reducción de la proporción de las rentas de trabajo,
es decir, aumentar la tasa de explotación. Esto es lo que sucede desde 1980,
como demuestra el gráfico 3 (click en el gráfico para agrandar).
Pero si este es el modo de
restablecer la tasa de ganancia nos volvemos a
enfrentar al problema tradicional de la realización: ¿quién comprará los
productos si la demanda se comprime a través de la disminución relativa de los
salarios? Esta es también, sin duda, una pregunta típicamente keynesiana, pero
que, evidentemente, no se limita al keynesianismo: la contradicción entre
demanda y realización es una característica esencial del modo de producción
capitalista. Para el capitalismo neoliberal, la respuesta ha sido la deuda, el
aumento del consumo a través del crédito, como se muestra en el Gráfico 4 (click en el gráfico para agrandar).
El crecimiento de los ingresos
financieros (el indicador del mercado de valores en el Gráfico 4) corresponde
al aumento de la desigualdad (véase también el Gráfico 4). Estas curvas siguen
el mismo camino.
La economía mundial
La segunda raíz del modelo
neoliberal es el crecimiento del crédito y la deuda de muchas economías,
incluida la de los EE.UU. Entre 1980 y 2002, el PIB de los EE.UU. representaba alrededor
del 21% del PIB mundial. Se redujo al 19% en 2007, en beneficio de las
economías emergentes. El modelo de los EE.UU. se ha basado en un sobre-consumo
interno, generador de un creciente déficit externo. La tasa de ahorro de los
hogares tendía a cero. Lo muestra el Gráfico 5 y la comparación entre el
déficit y el sobre-consumo es muy expresiva. Por lo tanto, la necesidad de
capital para financiar el déficit de los EE.UU. se convirtió en un factor
importante de dificultades internacionales, por lo menos lo que Larry Summers
llamó el "equilibrio de terror financiero” (click en el gráfico para agrandar).
En este marco, las finanzas
han jugado un papel crucial para la reproducción del modelo neoliberal de las
últimas tres décadas. En efecto, el papel de las finanzas consistía en permitir
la transferencia de valor y capital y dar coherencia al modelo. Pero sus
contradicciones crecieron, aunque no fue el déficit público de los EE.UU., sino
la crisis de las hipotecas subprime la que hizo estallar la crisis financiera:
lo que provocó la explosión del “capital ficticio”, como lo llamó Marx,
teniendo en cuenta que los títulos financieros son en realidad derechos a futuro
sobre la distribución de plusvalía. La crisis es por tanto inevitable cuando se
devalúan esos derechos, ya que su dimensión no guarda proporción con la
plusvalía que se genera efectivamente en
la economía. Como consecuencia, no se trata de una simple crisis financiera, sino una crisis sistémica del
orden neoliberal.
Además, como el modelo
neoliberal se desarrolló generando una montaña de deudas, esta devaluación crea
una nueva tensión. Como se salva a los bancos con inyecciones masivas de liquidez
la nacionalización de la deuda privada, los planes de austeridad exigen que la
gente pague por las pérdidas potenciales del sector financiero. La austeridad
es violencia aplicada para imponer los derechos de apropiación sobre la
plusvalía futura a la que el Capital se niega a renunciar.
Sin embargo, esto implica un
bloqueo del sistema teniendo en cuenta su coherencia inestable. Tres
contradicciones demuestran esa inestabilidad.
La primera es distributiva:
la tasa marginal, es decir, la parte de los beneficios en valor añadido, ha
vuelto a alcanzar en los EE. UU. su punto máximo anterior a la crisis y en
Europa su recuperación está en marcha. Esto ha sido posible gracias a las
ganancias de productividad y, esencialmente, por la congelación de los salarios.
Sin embargo, la represión del consumo implica una recuperación sin empleo.
Razón por la que se dibuja una nueva recesión en el horizonte, amenazando la
tasa de ganancia una vez más.
La segunda es la globalización:
un reciente informe de NN.UU. afirma que "la recuperación mundial ha sido
frenada por las economías desarrolladas” (8). En efecto, son las economías emergentes
las que impulsan la dinámica del capitalismo, como muestra el Gráfico 6.
Durante las últimas dos décadas (1991-2011) la producción industrial aumentó un
24% en los países avanzados. En el mismo período, el crecimiento de los países
emergentes fue de 2,4 veces superior y su participación en las exportaciones
mundiales es ahora el 51%. No hay precedente en la historia del capitalismo y
esto implica nuevas contradicciones y cambios importantes (click en el gráfico para agrandar).
Finalmente, la política
presupuestaria: la corrección de los déficits requiere una reducción del gasto
público que genera nuevas presiones recesivas y contracciones adicionales de la
demanda. Esta contradicción se acentúa por la crisis de la deuda soberana. El
rechazo, por el gobierno alemán, de la propuesta de mutualizar las deudas
públicas a través de la emisión de eurobonos y una intervención monetaria
decisiva del Banco Central Europeo como prestamista de último recurso,
demuestra que la Unión Europea no está preparada para resolver sus problemas
institucionales y atreverse a proteger la financiación de la deuda pública de
los mercados especulativos. Por lo tanto, el euro sigue bajo amenaza y las
bancarrotas son todavía posibles.
Estas contradicciones resaltan
que la “regulación caótica” es parte de la dificultad para redirigir la
regulación social de forma que contribuya a la recuperación en el sentido de
una nueva onda de crecimiento y acumulación. Nuestra conclusión, por lo que se
refiere a la teoría de las ondas largas del desarrollo capitalista, es que
vivimos en medio de las escaramuzas de un importante cambio social que imponen
las luchas neoliberales. La convergencia de la crisis de la deuda, las
importantes restricciones presupuestarias y la contracción de la demanda, con
la amenaza de una nueva recesión en Europa, los cambios en el derecho laboral
que rige el mercado de trabajo, la reducción de los salarios y las pensiones,
constituye un marco explosivo. Se trata de una crisis sistémica, no sólo por su
dinámica interna, sino también por lo que está en juego con las estrategias
dominantes.
Durante los treinta años
posteriores a la Segunda Guerra Mundial, la regulación del capitalismo se
sustentó en el crecimiento masivo del consumo a través del aumento de los
salarios. Posteriormente, en las tres décadas de capitalismo desregulado de
molde neoliberal, la demanda fue impulsada por la deuda. Hoy en día, ni
mediante los salarios ni de la deuda: la demanda se reduce. El capitalismo, en
el período de transición entre dos ondas largas
Kondratiev, es, por lo tanto, radical: la única esperanza de futuro que
ofrece a la mayoría de la población es la regresión social.
Anexo
Fuentes estadísticas
*Ameco, Base de datos de la
Comisión Europea, http://tinyurl.com/AMECO11
*Angus Maddison, Statistics on
World Population, GDP and Per Capita GDP, 2008,
*Consumo/Salarios: relación de
consumo privado/salarios, EE UU + UE-15. Fuente: Ameco, http://tinyurl.com/AMECO11
*Deuda EE UU: deuda de las
familias EE UU. Fuente : Reserva Federal, Flujo de fondos,
http://tinyurl.com/FlowFund
*Globalización financiera:
proporción de la balanza de capitales en relación con el PIB mundial. Fuente:
Bichler, Shimshon and Nitzan, Jonathan (2010), Imperialism and Financialism. A
Story of a Nexus, September, http://bnarchives.yorku.ca/294/
*Desigualdades: parte del
1% más rico (8 países). Fuente:
Atkinson, Anthony, Piketty, Thomas and Saez, Emmanuel, Top Incomes In The Long Run
Of History, NBER Working Paper 15408, October 2009, http://gesd.free.fr/aps2009.xls
*Sobreconsumo EE UU: tendencia
al consumo de las familias. Fuente: Bureau of Economic Analysis Proporción de
los beneficios: Proporción de los beneficios en el valor añadido (4 países: EE
UU, Alemania, Francia, Gran Bretaña). Fuente: Ameco, http://tinyurl.com/AMECO11
*Tasa de beneficios: media de
4 países (EE UU, Alemania, Francia, Gran Bretaña). Fuente: Husson, Michel
(2010), “The debate on the rate of profit”, International ViewPoint n°426,
July, http://hussonet.free.fr/debaproe.pdf
*Mercado de valores: Dow Jones
deflacionado por el precio implícito del PIB de EE UU, http://www.djaverages.com/
*Indicador sintético: medía
aritmética de otros indicadores.
*Déficit de EE UU: déficit de
la balanza comercial como % del PIB. Fuente: Bureau of Economic Analysis
Notas:
(1) Dockès, Pierre y Rosier,
Bernard (1983), Rythmes économiques. Crise et changement social, une perspective
historique, Paris: La Découverte/Maspéro
(2) Kondratiev, N.D. (1992),
Les Grandes Cycles de la Cojoncture, Paris: Economica, editado por Louis Fontvieille;
(1998), The Works of Nikolai D. Kondratiev, editado por Samuels y Natalia
Makasheva, Londres: Pickering and Chatto; (1979) Los ciclos económicos largos,
editado por Manuel P. Izquierdo, Madrid: Akal
(3) Trotsky, León (1979), “La
curva del desarrollo capitalista”, en Los ciclos económicos largos, O.C.
Madrid: Akal, p.89
(4) Mandel, Ernest (1985),
“Partially Independent Variables and Internal Logic in Classical Marxist
Economic Analysis”, Social Sciences Information 14(3), http://gesd.free.fr/mandel85.pdf ;
(1995), Long Waves of Capitalist Development.A Marxist Interpretation, London:
Verso; (1986) Las ondas largas del desarrollo capitalista. La interpretación
marxista, Madrid: Siglo XXI de España Editores
(5) Para una visión de
conjunto ver Louçã, Francisco (1999), “Ernest Mandel and the Pulsation of
History” in Achcar, Gilbert (Ed.), The Legacy of Ernest Mandel, London: Verso,
http://digamo.free.fr/loucapul.pdf; Freeman, C. and Louçã, F. (2002), As Time
Goes By – From the Industrial Revolution to the Information Revolution, Oxford:
Oxford University Press.
(6) Las definiciones precisas
se dan en el anexo. Todas las series están estandarizados y las variables se reducen
hacia el centro, es decir, cada valor se toma como la desviación de la media y
se divide por la desviación estándar.
(7) La tasa de ganancias se
calcula para las cuatro principales economías típicamente capitalistas: Estados
Unidos, Alemania, Francia y el Reino Unido (véase el anexo).
(8) ONU (2011), World Economic
Situation and Prospects 2011, http://tinyurl.com/wesp11
-----------------------------------------
Michel Husson es un reconocido
economista marxista francés, veterano militante del socialismo revolucionario, trabaja
en el IRES (Institut d’Etudes Economiques et
Sociales, ligado a los sindicatos). Francisco Louça es diputado del Bloque da
Esquerda portugués, y su principal dirigente. Economista marxista de merecida
reputación científica internacional, es actualmente profesor de la Universidad
de Lisboa, en donde dirige la Unidad de estudios sobre la complejidad en la
economía.
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