Estelle Leroy-Debiasi / Jueves 23 de agosto del 2012
La desaceleración del
crecimiento argentino no es un tabú, puede ser ¡una oportunidad! A condición
de tomar las medidas contracíclicas adecuadas. Y de no dejarse intoxicar por
los fantasmas inflacionistas. Aún a riesgo de ir en contra de dogmas ortodoxos
incluido el del papel del Banco Central.
El crecimiento argentino se
desacelera, es un hecho. No una fatalidad. Pero sobre todo no debe convertirse
en un tabú. Dado que la desaceleración del crecimiento argentino es en primer
término bastante lógica, y en segundo lugar porque no es catastrófica ni
ineluctable y en tercer lugar porque debe convertirse en una fuente de inspiración
para mejor rebotar.
La cuestión de fondo no es ¿qué crecimiento ? y ¿para qué ?
Porque el crecimiento no es un fin en sí mismo sino un vector. El informe
semestral del BCRA (Banco central de la República Argentina), fechado en julio,
admite, para este segundo trimestre esa desaceleración en el marco de la
coyuntura internacional. En el 2012 el ritmo del crecimiento se ha reducido «
Mientras que en los primeros tres años el Producto con relación al mismo
período del 2011, aumentó un 5,2%, los indicadores de la actividad adelantados
muestran, en el segundo trimestre, una moderación del crecimiento » explican.
Debido a la disminución de las
exportaciones de productos agrícolas, en razón de la sequía, aunque esté en
parte recompensada por el alza de los precios y la disminución de la de manda
externa de productos industriales ocasionada por la desaceleración económica
global, especialmente en Brasil que ha impactado fuertemente en la industria
argentina. Es necesario recordar que en 2010 el 21% de las exportaciones
argentinas se destinaron a Brasil, de las cuales el 9% eran de automóviles.
Productos fuertemente correlacionados con el ciclo económico. Hace algunos días
el ministro de comercio exterior reconocía que en el último mes y medio la
situación se había degradado, la competencia externa se había endurecido pero
que aún podía lograrse, en el año, un excedente comercial de 10 mil millones de
dólares. Con un importante crecimiento desde el 2003, la Argentina está
acostumbrada a registrar ambos excedentes el presupuestario y el comercial. El
consumo argentino ha registrado estos últimos años tasas de crecimiento que
algunos consideran insolentes. ¡Tanto mejor ! El país estaba necesitando este
dinamismo y retomar también confianza en sí mismo. Automóviles, electrodomésticos,
ropa… se apuesta al futuro en la medida en que el poder de compra sostenido por
las políticas de gobierno permitía a los argentinos emerger del agua y
realimentar el mercado interno.
El consumidor argentino de
clase media que se ha reencontrado con su nivel perdido, hace más de diez años,
hace una pausa. Según el INDEC el crecimiento, en el primer semestre, en
relación al mismo período del año anterior ha sido del 2,5%. Varios indicadores
estadísticos tales como la producción industrial (tres meses consecutivos en
descenso, especialmente la automotriz) o la venta de automóviles inicia el
segundo semestre ; pero los centros comerciales han visto sin embargo aumentar
sus ventas en un 23,5%.
En cambio lo referente a
inversiones resulta más contradictorio. De modo que un bajo nivel de
inversiones resulta muy pronto motivo de preocupación. Habrá que ver si los
planes para la compra de vivienda o las nuevas políticas de créditos para las
empresas lanzados por el gobierno toman la posta. Del lado del empleo la
desocupación no ha aumentado, es de un 7,1% pero algunos destacan que las horas
extras tienden a reducirse.
En fin, es sobre todo la
inflación la que autoalimenta eventuales temores vinculados a esta
desaceleración. La desaceleración comprobada no es un anatema y es sin duda
lamentable que el gobierno argentino no haya anticipado hace varios meses esta
doble realidad, en el mismo momento en que establecía controles en la compra de
divisas. El índice de precios es el centro de todos los fantasmas. En un rango
que va desde el 10% oficial hasta el 23% agitado – pero no respaldado – por los
detractores de la actual política. Según los informes del BCRA, el índice de
precio desaceleró su crecimiento en el primer trimestre pero los precios al
consumo han aumentado a tasas equiparables a las de fines de 2011.
Terminar con la paranoia de
la inflación
Desaceleración y riesgos
inflacionarios, un cocktail que puede despertar inquietudes. Pero la inflación
es automantenida por algunos componentes inflacionarios de algunos agentes de
la economía argentina. Por otra parte Joseph Stiglitz, premio nobel de economía
y antiguo jefe del Banco Mundial, en una conferencia recientemente pronunciada
en la Universidad de Buenos Aires ( ver El Correo) reafirmó que era necesario
terminar con la paranoia de la inflación. « No es un problema en sí misma. Lo
que cuenta son sus consecuencias sobre el crecimiento, la distribución del
ingreso y la pobreza » y recordar « que también está en la base de los EE.UU. y
en Europa, donde se tienen en cuenta solo los precios y se ignora la burbuja
financiera…) En cuanto a las estadísticas suelen ser a menudo motivo de
controversias sobre su elaboración… » agregó.
Sin embargo como lo admitía
recientemente en una declaración a la prensa Aldo Ferrer, reconocido economista
y embajador argentino en Francia « Argentina tiene una inflación mayor de la
conveniente » (…) « pero eso en el marco de una economía equilibrada que crece
de forma sostenida y que no presenta riesgos de divagación inflacionaria » La
inflación « importada » añadida al esfuerzo de distribución y a la
concentración de los sectores formadores de precios son los principales
factores que explican el alza de los precios destacaba el 17 de agosto último
Mercedes Marcó del Pont, directora del BCRA, en oportunidad del congreso de
AEDA (http://www.pagina12.com.ar/diario/e...).
Pero es sobre todo la percepción de un eventual riesgo inflacionario, de
unmenor excedente comercial y de un menor crecimiento lo que ha influido en el
juego de los precios. Se penetra allí en la parte menos racional de la
economía, el factor sicológicos que explica en su mayor parte los tira y
aflojas en los que se encuentra la economía argentina, ampliamente alimentada
por una oposición que disfruta soplar sobre las brasas.
Agrégase a esto la variable de
los cambios. Como lo explica el BCRA « una parte de los agentes económicos
argentinos con capacidad de ahorro han intensificado su tradicional propensión
a mantener una significativa proporción de su riqueza financiera en moneda
extranjera, especialmente en dólares »
La apuesta del reembolso de
la deuda
En términos generales, en un
contexto en que se instalan percepciones negativas en el seno de los agentes
locales – como la de la crisis internacional que puede empeorar – la compra de
moneda extranjera - en concreto el dólar – es un reflejo que alimenta los
temores. : las medidas tendientes a restringir la compra de dólares decididas
por el gobierno argentino – con el objeto de proteger su reembolso de la deuda
en los plazos previstos - han indirectamente alimentado, en algunos ahorristas
argentinos, una actitud sicológica de menor confianza pero también cierto tipo
de inflación.
La Argentina ha enfrentado el
desafío de pagar su deuda externa. Dedicando sus reservas a ese reembolso la
política sobre las divisas se hallaba axialmente centrada en ese objetivo, «
Destinar los dólares disponibles a una utilización más « eficiente » como lo
recuerda el BCRA. Un objetivo de interés general que supera la suma de
intereses particulares, resulta de alguna manera el mensaje enviado en relación
a este tema, a quienes frente a un contexto de crisis internacional, quieren
valorizar aún más sus ahorros. Paradojal, porque también residen allí los
gérmenes de una peligrosa inflación –tan denigrada por la oposición- que
también alimentan así a través de una dudosa especulación sinónima a menudo de
evasión fiscal.
« Las perspectivas se usan a
menudo para generar profecías autocumplidas y para lograr una devaluación. Es
por eso que la Argentina ha decidido además de controlar los flujos de capital
que llegan del exterior, controlar también los suyos » explica Marco del Pont
recordando que « la fuga de capitales es una tendencia cultural y estructural
producto de las recurrentes crisis argentina del pasado. » Ciertamente la
restricción en la compra de divisas con fines de ahorro para limitar la huída
de capitales ha generado ha generado un alza pero las tasas se mantienen
competitivas.
Construir sobre la
inversión productiva
Creer en el propio país es
también creer invirtiendo. Ahora bien el crédito bancario para financiar las
inversiones productivas a largo plazo es escaso en la Argentina. Por eso en
este período de desaceleración del crecimiento, es esencial encarar el relevo
con medidas contra cíclicas. Hay allí también una responsabilidad compartida
que se inscribe en el interés general. El 77% del total de los préstamos
acordados en 2011, tenían plazos de seis meses mientras 1u3 solo un 5,5%
correspondían a créditos de más de tres años. Una nueva línea de créditos
destinada a emprendimientos productivos ha sido lanzada : las más grandes
em`presas financieras y las vinculadas al estado debían destinar el 5% de sus
recursos a financiar la compra de bienes o la construcción de nuevas
instalaciones a tasas inferiores al 15% y en plazos de más de seis meses, la
mitad de esos préstamos debían estar orientados a las PYMES. El BCRA busca
invertir la tendencia canalizando una mayor parte de los ahorros hacia la
actividad productiva.
El papel del Banco Central
en las medidas contra cíclicas.
Pero es precisamente contra el
« nuevo papel » del Banco Central que arrecian las críticas que ha sido también
el instrumento indirecto del pago de la deuda, puesto que el gobierno puede
disponer de sus reservas. Nuevo papel definido por su nueva Carta Orgánica que
amplia sus funciones incluyendo entre sus objetivos la estabilidad financiera,
el empleo y el desarrollo económico con equidad social.
Le otorga así al BCRA nuevas
posibilidades e instrumentos concretos para interveni en materia de créditos.
Pero también para desarrollar la transferencia de recursos al Tesoro en
situaciones excepcionales como ante una crisis. Un papel que rompe con la
ortodoxia. Y que va mucho más allá que la cuestión de la autonomía de un banco
central con relación a una política financiera gubernamental.
Para la dirigente del I BCRA «
ni una mayor financiación del Tesoro, ni la utilización de reservas en divisas
para pagar la deuda externa, dos políticas denunciadas por la ortodoxia,
afectan la capacidad de maniobra del BCRA o su equilibrio » Por el contrario
esta reforma ha permitido desplegar instrumentos concretos para desarrollar
políticas contra cíclicas en un período de desaceleración, orientando el
crédito hacia la inversión productiva.
Y si este año el sector
público presenta un déficit, se justifica el hecho de utilizar « en momentos de
desaceleración un margen que le permita instrumentar políticas contra cíclicas
» considerando ese déficit como « razonable ». « El pensamiento ortodoxo quiere
instalar la idea de que el equilibrio presupuestario es un objetivo en sí mismo
más allá de lo que suceda en la economía real » agrega.
Por otra parte en oportunidad
de su conferencia en la UBA, Joseph Stiglitz subrayó que ha llegado la hora de
terminar con los economistas ortodoxos cuyo único dogma se apoya en medidas de
austeridad que agravan la situación. Es por eso que los gobiernos deben poder
intervenir en la economía, la cuestión según él no es sobre si pueden o no
intervenir « sino cuando deben hacerlo » concluyó.
Estelle Leroy-Debiasi pour El
Correo, París, 19 de agosto de 2012
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