Marco Antonio Moreno /6 de septiembre de 2012
Durante los últimos meses la
economía china ha desafiado las expectativas y se ha desacelerado en forma
mucho más dramática haciendo temer que el aterrizaje no sea tan suave como
estimábamos. El curso seguido por el Shanghai Composite Index (en la gráfica)
demuestra que ésta ha sido una tendencia indeclinable y que China no escapa a
la pandemia que viven los países de occidente. En una breve síntesis: la
economía China comienza a dar cuenta de su debilidad para contener la crisis
que vive occidente y se desacelera más rápido de lo previsto.
En los últimos años el gigante
asiático creció a niveles más allá de lo permitido. Pero esa tendencia ha
decaído y ya no es solo la caída de los índices industriales sino también la
caída en los niveles de crédito y en la construcción. El índice de la bolsa de
Shanghai ha descendido a los niveles de febrero de 2009 dando cuenta de una
caída del 50%. La desaceleración económica de China se profundiza a medida que
la crisis europea no da señales de recuperación y que la economía de Estados
Unidos se mantiene estancada. Ambos bloques representan casi el 60% del PIB global.
Como adelantábamos en el post El impacto de la desaceleración de China en la economía mundial, la ralentización de la economía china tendrá un impacto global dado que afectará al comercio y las exportaciones. Este impacto ya lo han comenzado a sufrir Australia y Brasil con la caída de sus exportaciones de materias primas y minerales.
Esta gráfica, nos permite
captar los momentos expansivos y contractivos de la economía China. La
volatilidad de los últimos años da cuenta de la incertidumbre y de la debilidad
de la economía global desde el estallido de la crisis. Esto ha llevado a China
a un lento crecimiento del PIB que en el segundo trimestre de 2012
alcanzó una tasa anualizada de 7,6 por ciento, la más lenta desde el primer
trimestre de 2009. Es además, el sexto trimestre consecutivo de caída en el
crecimiento de este indicador. Y como China representa el 20 por ciento de la
producción económica mundial, una caída de su crecimiento económico tendrá
repercusiones globales.
De ahí que no sea fácil el
camino para la economía china. Este país se enfrenta a una burbuja inmobiliaria
con alzas en los precios de las viviendas del 150 por ciento en el período
2007-2011, y una inflación que tocó máximos el año pasado con el 6,4 por
ciento. Los precios de las propiedades han descendido durante el último año,
pero dado el débil crecimiento económico en China, los bancos aún se enfrentan
a los problemas de los malos préstamos inmobiliarios.
Esto malos préstamos han
hundido el mercado de valores y son una de las principales consecuencias de la
caída en el indice de la Bolsa de Shanghai. Además, la crisis de la zona euro
ha afectado sus exportaciones dado que éstas constituyen el 30 por ciento del PIB.
El gran peligro es que esta caída puede también hundir a muchos países que
hasta el momento habían sorteado la crisis por el crecimiento de sus exportaciones
a China, como los casos de Australia y Brasil, que ya comienzan a sentir el
flagelo de la recesión.
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