Los economistas neoliberales toman el PIB (Producto Interior Bruto) como indicador de la riqueza de una economía. Y el capitalismo, en su más avanzada fase monopolista ha dejado un panorama desolador sobre la desigual distribución de la riqueza en el mundo
15/09/2012
Según Naciones Unidas, un 20
por ciento de la población mundial, el equivalente a 1.320 millones de
personas, concentra en sus manos el 82 por ciento de la riqueza en el mundo.
Mientras, los más pobres, unos mil millones de personas, sobreviven con
apenas el 1,4 por ciento de la riqueza mundial.
Los economistas neoliberales
toman el PIB (Producto Interior Bruto) como indicador de la riqueza de una
economía. Bajo su lógica, cuanto mayor sea el PIB, mayor es el crecimiento de
un país.
Pero un país crece cuando su
economía total se engrosa con más cifras. Lo que no significa que cumplió su
cometido, o sea que imprimió más calidad de vida y de felicidad a su población.
El crecimiento tiene que ver con la producción agropecuaria, industrial y la
expansión de la red de servicios. Desarrollo implica escolaridad, salud,
saneamiento, vivienda, cultura y preservación del medio ambiente.
Alegrarnos por el crecimiento
del PIB no significa que el país vaya en la dirección correcta. Vea por ejemplo
la China, cuyo PIB es el que más crece en el mundo. Ni por eso nos causa
envidia la calidad de vida de su población. Si el despalamiento de la Amazonía
—pelada ahora en un 17 por ciento de su área total— aumenta, más se
introducirán allí el agronegocio y rebaños inmensos, lo que haría crecer el
PIB, así como reducir el equilibrio ambiental y nuestra calidad de vida.
El problema número uno del
mundo no es económico, es ético. Perdimos la visión del bien común, de pueblo,
de nación, de civilización. El capitalismo nos ha infundido la noción perversa
de que la acumulación de riqueza es un derecho y que el consumo de lo superfluo
es una necesidad.
Compare estos datos: según la
ONU, para facilitar la educación básica a todos los niños del mundo sería
preciso invertir, hoy, 6.000 millones de dólares. Y solo en los EEUU gastan
cada año en cosméticos 8.000 millones.
El agua y el alcantarillado
básico de toda la población mundial quedarían garantizados con una inversión de
9.000 millones de dólares. El consumo de helados por año en Europa representa
el desembolso de 11.000 millones de dólares.
Habría salud elemental y buena
nutrición de los niños de los países en desarrollo si se invirtieran 13.000
millones de dólares. Pero en EEUU y Europa se gastan cada año en alimentos para
perros y gatos 17.000 millones; 50.000 millones en tabaco en Europa; 105.000
millones en bebidas alcohólicas en Europa; 400.000 millones en estupefacientes
en todo el mundo; y más de un millón de millones en armas y equipamientos
bélicos en el mundo.
El mundo y la crisis que le
afecta sí tienen solución. Siempre que los países fueran gobernados por políticos
centrados en otros paradigmas que huyan del casino global de la acumulación
privada y de la incontenible espiral del lucro. Paradigmas altruistas,
centrados en la distribución de la riqueza, en la preservación ambiental y en
el compartimiento de los bienes de la Tierra y de los frutos del trabajo
humano.
Ponga mucha atención a los
candidatos que este año merecerán su voto para alcaldes y concejales.
Investigue su pasado para saber con quién se va a comprometer de hecho.
Ah, ¿que a usted no le gusta
la política? No sea ingenuo: quien se aparta de la política será gobernado por
aquellos a quienes sí les gusta. Precisamente lo que los políticos corruptos
desean es que la omisión de usted asegure la perpetuación de ellos en el poder.
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