Los proyectos de la multinacional y sus directivos. A la izquierda, Víctor Peón, director ejecutivo de la empresa en el Perú, y a la derecha Antonio Brufau, presidente de Repsol.
El relato de cómo Latinoamérica se está convirtiendo en refugio de transnacionales españolas como Repsol; y de cómo las supuestas maniobras fraudulentas de reexportación de gas de la petrolera en Perú y las sospechas de una fiscalidad irresponsable empañan su contribución económica.
María Altimira
Las luces de la apuesta de Repsol por América Latina languidecen con
algunos de los más sombríos capítulos de la petrolera. En Perú, sólo hay que
remontarse unos meses para rescatar polémicas como las supuestas maniobras
fraudulentas de reexportación del gas del yacimiento de Camisea. Unas
actividades que habrían supuesto una pérdida de al menos 46 millones de dólares
para el estado peruano.
La firma española, como compañía miembro del Consorcio Camisea y a la
vez compradora y exportadora de gas de este yacimiento, habría permitido reembarcar
irregularmente este combustible a otros lugares distintos de EEUU, único
destino declarado, para pagar menos regalías a PeruPetro.
El relato de las faltas que se imputa a la multinacional también incluye las sospechas de irresponsabilidad fiscal por su creciente presencia en
diversos paraísos fiscales y los desequilibrios que generan algunas de las
operaciones en las que participa en el Perú.
A la vez, Repsol es una de las primeras empresas por volumen de
facturación y uno de los más importantes contribuyentes fiscales del Perú.
Según el informe anual de 2011 de la propia Repsol, la transnacional pagó en
concepto de todo tipo de impuestos casi mil millones de dólares (*) el año
pasado, unos 200 más que en 2010, de acuerdo con su memoria anual. Además, al término de 2011, el gigante petrolero contaba con 3 mil
440 trabajadores en Perú, lo que significa que cuadruplicó su planilla en tan sólo tres años. En lo que se
refiere a compras y contrataciones a otras empresas, la inmensa mayoría
locales, el monto fue de poco menos de 400 millones de dólares el pasado ejercicio y siempre
según los datos facilitados por Repsol.
Pero, hoy, cuando las multinacionales españolas se agarran al refugio
latinoamericano para capear la crisis europea, las espinas que acompañan la
expansión de la petrolera en la región parecen hincar más que otrora.
El BALÓN DE OXÍGENO DE LATINOAMÉRICA
“La actual situación económica [en España] hace que las empresas se vuelquen aún más en los
mercados en expansión. Latinoamérica lo es desde hace años, lo está siendo
durante la crisis y todo indica que lo va a seguir siendo”, asegura Alfredo
Arahuetes, experto en economía internacional y decano en la facultad de
ciencias económicas y empresariales en ICADE-Universidad Pontificia de Madrid.
Los datos corroboran sus palabras. El 65% de los activos españoles
localizados fuera de la Unión Europea están en América Latina y el Caribe; y
España es responsable del 14% de las inversiones directas que reciben estos
países (un porcentaje relativo a 2011 y cinco puntos mayor que el registrado en
los años inmediatamente anteriores), según un el último informe de la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) sobre inversión extranjera.
Erika González, investigadora en el Observatorio de las Multinacionales
en América Latina (OMAL), afirma que en los últimos cinco años las grandes
transnacionales españolas han crecido mucho en la región. “Antes, los
beneficios de estas empresas en la zona suponían entre el 30 y el 40% del
total, ahora, en muchos casos superan el 50%”. Ganancias que a su vez
atraen más capital. El flujo inversionista español ha llegado y sigue llegando
de sectores como el financiero, las telecomunicaciones y la industria
energética.
“En el caso de la industrias extractivas, la apuesta por esta región
está muy ligada al ciclo alcista que han experimentado las materias primas como
el petróleo”, apunta Miguel
Pérez, experto de CEPAL y coautor del informe de este centro de estudios. Ante
incrementos sostenidos del precio, resume Pérez, mayor inversión.
Perú es hoy un destino cada vez más atractivo. La inversión extranjera
creció en el país un 5% en un año, totalizando un monto de más de 7 mil 500
millones de dólares el año pasado, según la CEPAL. “Perú tiene un modelo basado en el aumento
de las exportaciones y una transformación del mercado interno que abre
oportunidades de inversión y, además, es uno de los países que está creciendo
más en la región”, afirma Arahuetes. Una realidad que en 2011 significó un
repunte del 6,92% del PIB nacional tras años de aumento sostenido y que las empresas
extranjeras están aprovechando.
Es lo que sucede en el caso de Repsol. Víctor Peón, director ejecutivo
de la petrolera en Perú, ratificó hace un año la voluntad de la transnacional
de destinar 3 mil millones de dólares al país en los siguientes cinco años, doblando así lo que ya tiene
invertido.
Repsol anunció recientemente que destinaría a América Latina más de la
mitad de su inversión en explotación y aseguró que seis de los 10 proyectos de crecimiento claves para la firma,
y que deberían representar el 42% de su producción mundial en 2016, se
encuentran en suelo latinoamericano (uno de ellos es el campo peruano de gas y
condensado Kinteroni).
LA MALA SALUD DE LA ECONOMÍA ESPAÑOLA
El fortalecimiento de la apuesta de las transnacionales españolas por la
zona debe verse, según apuntan los expertos, como una vía de escape ante la
severa contracción del mercado interno de este país.
Así, mientras la demanda nacional de los países latinoamericanos se
incrementa, los índices de consumo en España, con una tasa de desempleo que ronda el 25%, están por los suelos.
Los recortes en el sector público y la subida de impuestos para atajar el
déficit y calmar los mercados, en aras de colocar deuda nacional a precios más
asumibles, tienen una fuerte repercusión en el bolsillo de los españoles.
El comportamiento del IBEX 35 (el índice bursátil español relativo a las
mayores firmas de este país como es el caso de Repsol o Telefónica) radiografía
la situación de una España atenazada por la deuda y la desconfianza respecto de
su desempeño económico. Desde que empezó la crisis, el valor accionarial de
estas firmas se ha reducido casi a la mitad, tal y como ha sucedido con Repsol.
En cuanto a la petrolera, afirma Luis Benguerel, analista de la agencia
de valores española Interbrokers, esta situación se acumula a la dolorosa
pérdida [por expropiación, IDL-R] de la argentina YPF, que en 2011 significó el
21% de su beneficio neto. La firma no está en su mejor momento. El año pasado sus ganancias cayeron un 53% y pasaron de más de 6 mil
200 millones de dólares (aunque en este resultado tuvo mucho peso el efecto del
acuerdo con Sinopec en Brasil) a unos 3 mil millones, mientras que su deuda neta asciende a cerca de 9 mil 400 millones de dólares.
LAS OTRAS ESPINAS
En medio de estas cifras descorazonadoras, las sospechas relativas a los
fines de la presencia de Repsol en los paraísos fiscales empañan su gestión. En
el informe de lascuentas anuales de la multinacional referente a 2010 se
pueden contar hasta 45 filiales o empresas con participación de Repsol,
radicadas en una docena de paraísos fiscales cuyas operaciones no justifican su
presencia allí, de acuerdo con el informe del Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa (ORSC)
(**) sobre las empresas del IBEX 35. La cifra es más de dos veces superior
al total de sociedades que, según el observatorio, estaban en la misma
situación en 2008.
El estudio indica que las actividades que declaran estas 45 firmas
domiciliadas en los paraísos fiscales no tienen relación con la producción de
bienes o prestación de servicios, sino con actividades financieras, de
sociedades de cartera y sociedades holding. “Una práctica muy extendida
entre las multinacionales en términos de tesorería interna son los créditos a
un interés muy alto realizados por las sociedades radicadas en estos
territorios de baja o nula imposición a empresas del grupo que operan en otros
países. Unos movimientos con los que consiguen rebajar la factura impositiva
allí donde se generan los beneficios”, explica John Christensen, director
de Tax Justice Network, una organización independiente con sede en el Reino
Unido y dedicada a la promoción de una mayor transparencia y responsabilidad
fiscal a nivel global. Además, añade el informe, en los casos en los que la
descripción del objeto empresarial de estas sociedades es operativa se refiere
a actividades realizadas en otros países.
En concreto, que la presencia de Repsol en esos paraísos fiscales es de
difícil justificación. Los ejemplos son variados. A modo referencial, en 2011,
tanto YPF Guayana, Ltd., dedicada a la exploración y producción de
hidrocarburos normalmente en el país sudamericano, como la financiera A&C
Pipeline Holding, estaban domiciliadas en las Islas Caimán. (Ver la lista completa)
Repsol no es ninguna excepción, el 86% de las firmas del IBEX tiene
presencia en conocidos paraísos fiscales como Luxemburgo, el estado
norteamericano de Delaware o las mismas Islas Caimán.
“En tiempos de crisis, cuando hablan de que los capitales se van,
fundamentalmente lo hacen por esta vía”, relata Carlos Cordero, director del estudio del ORSC y de la
consultora Sustentia. Christensen asegura que el incremento de flujos de
algunas de las grandes corporaciones con matriz europea y estadounidense hacia
refugios fiscales apunta a una tendencia que, pese a no sustentarse
en datos globales, estaría minando severamente la recaudación de los
estados golpeados por la crisis y los recursos de los países en desarrollo.
Los activos que se encuentran en enclaves extraterritoriales y fuera del
alcance de una imposición efectiva, de acuerdo con los cifras facilitadas por
la ONG, suponen una tercera parte del total mundial.
CAMISEA EN EL PUNTO DE MIRA
Más allá del conflictivo capítulo de la reembarcación de gas, Camisea
también está en el punto de mira debido a la polémica entrada en vigor de un
contrato que Repsol firmó hace años con el gobierno mexicano para exportar este
combustible de su lote 56. Con la consigna de evitar la venta del gas a precios
inferiores al del mercado interno, como sucede en este caso, el ejecutivo
negocia con el gobierno del país azteca, Repsol y el resto de empresas
implicadas. En abril de este año el gobierno peruano ha conseguido reducir a la
mitad el volumen de combustible que debía desembarcarse en la planta mexicana
de Manzanillo en 2012.
Pero en Camisea, los frentes se le multiplican a Repsol. Rosa María
Ortiz, la nueva presidenta de PeruPetro, anunció que tiene planeado firmar con
el consorcio la adenda del contrato para recuperar parte del gas producido en
el lote 88 (participado por la petrolera) antes de que finalice el año. Un
paquete energético hipotecado años atrás como garantía para asegurar la
viabilidad de la exportación del vecino 56 y, hasta ahora, destinado al mercado
externo. Fue un acuerdo que, según las autoridades, jugó en contra de los
intereses del país y motivó una presión del estado a la compañía para asegurar
el abastecimiento del consumo interno. Con todo, Antonio Brufau, presidente de Repsol, mostró su conformidad
a dicho retorno durante la reunión que mantuvo con el presidente Ollanta Humala
a finales de 2011.
Repsol y las multinacionales españolas llegaron para quedarse por mucho
tiempo en Latinoamérica. Con la crisis europea, la región se ha convertido en
el balón de oxígeno de estas transnacionales, pero el frágil equilibrio entre
los beneficios y los pasivos que generan, muchas veces vinculados a prácticas
que ponen freno al desarrollo social de sus anfitriones, enturbia la expansión
de estos gigantes.
(*) La cifra se refiere a impuestos sobre sociedades, aquellos
asociados a la producción de hidrocarburos y los tributos retenidos a terceros
como por ejemplo las retenciones sobre salarios, el IGV o los impuestos sobre
el consumo de combustibles. Las cifras sobre impuestos, contrataciones,
beneficios y la deuda total de Repsol fueron facilitados originariamente en
euros. Por ello, fueron convertidas en dólares utilizando la media anual
correspondiente.
(**) El ORSC está compuesto por diversas organizaciones de la
sociedad civil. Entre sus miembros figuran las ONG Intermón Oxfam, Cáritas y el
sindicato CCOO.
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