César Risso /12/06/2012
“Si el dinero, según
Augier, ‘nace con manchas naturales de sangre en un carrillo’, el capital viene
al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies a la
cabeza”. EL CAPITAL. TI, FCE, P. 646.
Séptima reimpresión, 1975.
El oro, bajo la función de
atesoramiento de dinero, viene a servir de refugio para los capitalistas, en
estos años de crisis económica. Es una situación en la que con la finalidad de
preservar el valor del capital acumulado y acrecentarlo aun más, se ven en la
necesidad de adquirirlo, aumentando la demanda del mismo, con lo cual presionan
sobre la oferta generando el aumento de precio. Los capitalistas dedicados a la
extracción de oro, ya sea como productores directos o como inversionistas en
estas empresas, distraen gran cantidad de fuerza de trabajo, la cual podría
dedicarse, por ejemplo, a la producción de alimentos.
Sin embargo, el
funcionamiento de la ley del valor regula la actividad económica distribuyendo
los recursos entre las diversas actividades productivas. Así, en la actualidad,
por la ley del valor, la extracción de oro es una de las actividades más
rentables, y en consecuencia los recursos económicos se destinan
prioritariamente a esta actividad.
En este sentido la siguiente
expresión apunta justamente a evidenciar el verdadero móvil de los
capitalistas: “‘El capital […] huye de los tumultos y las riñas y es tímido por
naturaleza. Esto es verdad, pero no toda la verdad. El capital tiene horror a
la ausencia de ganancia o a la ganancia demasiado pequeña, como la naturaleza
tiene horror al vacío. Conforme aumenta la ganancia, el capital se envalentona.
Asegúresele un 10 por 100 y acudirá adonde sea; un 20 por 100, y se sentirá ya
animado; con un 50 por 100, positivamente temerario; al 100 por 100, es capaz de
saltar por encima de todas las leyes humanas; el 300 por 100, y no hay crimen a
que no se arriesgue, aunque arrostre el patíbulo. Si el tumulto y las riñas
suponen ganancia, allí estará el capital encizañándolas’.” (EL CAPITAL. TI,
FCE, Pp. 646-647. Séptima reimpresión, 1975. Cita a pie de página Nº 71).
A tal punto ha llegado la
sociedad burguesa a cosificar las relaciones sociales de producción, que la
necesidad de extracción de oro aparece como una fuerza superior al mismo
hombre, quien se ve constreñido y empujado con férrea necesidad a esta labor, y
“a mimar, a acariciar, a incubar y a rodear con sus brazos el oro”, ya no a
escondidas como hacía con fruición el padre de Eugenia Grandet en la famosa
obra de Balzac (genial retratista de la sociedad burguesa), sino públicamente,
con una vehemencia patológica, pero que a la conciencia común y cotidiana
aparece como la más normal de las conductas.
Por eso es que situaciones
como la de Conga, el pueblo de Cajamarca, donde predomina la economía mercantil
simple, no esté “contaminado” de la fiebre del oro, pues en su lógica lo que se
busca es intercambio de mercancías por dinero, pero no para acumularlo, sino
para obtener aquellas mercancías que satisfagan sus necesidades.
En cambio, la lógica del
capital se da socialmente de manera inconsciente, como una ley natural,
expresada en la anarquía de la producción, en las leyes del valor y de la
plusvalía.
La disyuntiva entre la
extracción de oro y la conservación de la naturaleza, el agua, la agricultura,
la ganadería, etc., se presenta como un problema sin solución en el
capitalismo, o para decirlo con mayor precisión, como la pugna entre la lógica
capitalista de la acumulación de capital, y la lógica de la economía mercantil simple,
de obtención de valores de uso para satisfacer sus necesidades. La solución de
este conflicto nos conduce a la superación de las condiciones que sustentan a
una u otra lógica. La solución definitiva a este conflicto consiste en la
transformación del capitalismo en socialismo.
Si los bienes no fuesen
mercancías, es decir, si no fuesen producidos de forma privada para ser
vendidos en el mercado, no sería necesario contar con una mercancía llamada
dinero que cumpla con las funciones de equivalente general. Por tal motivo, el
dinero es propio de las sociedades mercantiles, sobre todo de la capitalista,
que ha llevado la producción mercantil a su máxima expresión, convirtiendo a la
fuerza de trabajo en mercancía, e incluso a toda la naturaleza, incluido el
aire.
Según datos de la empresa
Newmont, Conga tiene una reserva de oro de 6,1 millones de onzas. Si
consideramos el precio de $1500 la onza de oro (precio por debajo del actual),
el valor total es de más de 9 mil millones de dólares, los que se obtendrían
durante los 19 años de vida de mina esperada. El promedio de producción anual
sería de 325 mil onzas por año durante los primeros 5 años; al mismo precio, se
tendría un valor promedio anual de 488 millones de dólares. El costo promedio
aplicable a ventas sería de $425 la onza. El costo anual sería de poco más de
138 millones de dólares, lo que daría una renta anual de cerca de 350 millones
de dólares. Con lo cual la renta total del proyecto por los 19 años de
operación sería de cerca de 7 mil millones de dólares. Cabe señalar que el
proyecto minero Conga contempla tanto la extracción de oro como la de cobre (http://www.yanacocha.com.pe/wp-content/uploads/Folleto-informativo-del-Proyecto-Conga.pdf).
Con los datos ofrecidos por
Newmont, la plusvalía por onza de oro sería de $1100 ($1500-$400).
Los costos comprenden tanto el capital variable como el capital constante;
además la composición orgánica de capital es elevada en la actividad minera.
Por lo tanto, supongamos que de los $400 por onza de oro, solo $200 equivalen
al capital variable, lo cual implica una composición orgánica de capital baja.
Esto dará una cuota de plusvalía de 550%. Lo que significa que en el sector
minero en promedio cada trabajador labora 1,2 horas para crear un valor
equivalente a su remuneración, en tanto que las 6,8 horas restantes de trabajo
lo hace para crear el nuevo valor que bajo la forma de ganancia se apropia el
empresario minero.
Esto es lo que está detrás de
la decisión de los dueños de Newmont para invertir en el proyecto minero Conga.
Situación que no es nueva, que mas bien es propia del mundo burgués. Así,
“Tomás Moro habla en su Utopía, de un país maravilloso en que ‘las
ovejas devoran a los hombres’.” Cita que hace referencia a la expropiación de
tierras de los pequeños arrendatarios y campesinos para la cría de ganado lanar
para la industria textil; que bien podríamos parafrasear como un país
maravilloso en que el oro devora a los hombres (EL CAPITAL. TI, FCE, Pp. 612.
Séptima reimpresión, 1975. Cita a pie de página Nº 5).
La producción de bienes de
primera necesidad, aunque sea bajo la forma de mercancía, que podría
eventualmente mejorar aunque sea en una pequeña proporción la situación de la
población “marginal” de todos los países, queda de lado porque la rentabilidad
que proporciona esta actividad es menor a la rentabilidad de las actividades
mineras.
Téngase en cuenta lo
siguiente. En cualquiera de las funciones del dinero, se destina una cantidad
de fuerza de trabajo, que en términos de valor equivale a la cantidad de
mercancías y actividades económicas que se desarrollan en general, lo cual
podría interpretarse en el sentido de que de la totalidad de la producción mundial,
la mitad corresponde al oro (dejamos de lado la velocidad de circulación del
dinero, así como otros aspectos monetarios, y el signo monetario: billetes y
monedas), de tal modo que si se dejase de extraer oro, todos esos recursos,
incluyendo la fuerza de trabajo se destinarían a producir todos los bienes que
la humanidad requiere, incluso en jornadas menores a las 8 horas. Pero, por la
ley del valor que rige en la economía capitalista, lo humano pasa a segundo
plano, pues la ley económica fundamental del capitalismo es la obtención de
plusvalía.
Proponer lo humano por encima
de lo económico, en el sentido burgués, resulta extraño para los hombres
acostumbrados a pensar en “idioma burgués”. Pero la sociedad no ha sido siempre
como es hoy, y por tanto podemos pensar con optimismo que no seguirá siendo
como es hoy. Permítaseme reproducir completo un párrafo de La Crítica
del Programa de Gotha de Carlos Marx: “En una fase superior de la
sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora de
los individuos a la división del trabajo, y con ella, el contraste entre el
trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un
medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de
los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y
corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces
podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués y la
sociedad podrá escribir en sus banderas: ¡De cada cual, según sus capacidades;
a cada cual según sus necesidades!”
¡Que extraordinaria
perspectiva humana! Es imposible para un burgués pensar en estos términos. Para
el burgués el progreso de la humanidad pasa por el progreso de él mismo. Y, sin
embargo, ya en esta sociedad se ha logrado producir una cantidad enorme de
valores de uso, que bastaría con cambiar las relaciones sociales de producción
para pasar inmediatamente a una distribución de la riqueza que atienda al
principio humano (¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual según sus
necesidades!), y no al vicio burgués de apropiarse de parte de la producción
bajo la forma de ganancia.
En el Perú, desde la década
del 20 del siglo pasado, el problema del oro había sido ya analizado: “Los
que, arbitraria y simplísticamente, reducen el progreso peruano a un problema
de capital áureo, razonan y discurren como si no existiese, con derecho a
prioridad en el debate, un problema de capital humano. Ignoran u olvidan que,
en historia, el hombre es anterior al dinero”.
Entre el hombre y el oro,
Mariátegui apuesta por el hombre: “El gigantesco desarrollo material de los
Estados Unidos, no prueba la potencia del oro sino la potencia del hombre. La
riqueza de los Estados Unidos no está en sus bancos ni en sus bolsas; está en
su población. La historia nos enseña que las raíces y los
impulsos espirituales y físicos del fenómeno norteamericano se
encuentran íntegramente en su material biológico”. (Cursivas
nuestras).
Por ello, concluye Mariátegui
señalando: “[…] que la crisis y decadencia contemporáneas empezaron justamente
cuando la civilización comenzó a depender casi absolutamente del dinero y a
subordinar al dinero su espíritu y su movimiento” (MARIÁTEGUI, JOSÉ CARLOS. Peruanicemos
al Perú. Lima, Empresa editora Amauta. Décima primera edición, 1988, P.
91-92)
La importancia del oro en este
sistema no será la misma que en un sistema superior, por ello, a esa piedra
amarilla en la que los capitalistas compendían todo su ser, les decimos con
Lenin: “A mi parecer, cuando triunfemos a escala mundial, pondremos urinarios
públicos de oro en las calles de algunas de las ciudades más importantes del
mundo. Este sería el empleo más ‘justo’, gráfico e instructivo del oro para las
generaciones que no han olvidado que, a causa del oro, fueron sacrificados diez
millones de hombres y mutilados treinta millones en la ‘gran guerra liberadora’
de 1914-1918”(http://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oe12/lenin-obrasescogidas12-12.pdf).
Tomado de CREACIÓN HEROICA
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