Gráfica que demuestra la desmesurada evolución del déficit en casi todos los países de la Eurozona exceptuando Hungría y Noruega, destacando los de España, Irlanda y Grecia.
Ralph Atkins /4/09/2012/ Financial Times
Financial Times — La
convergencia económica europea, que materializó la visión post-1945 de un
sistema financiero sin fronteras, está empezando a desmoronarse. Después de
décadas de progreso, los bancos están volviendo a atrincherarse detrás de las
fronteras nacionales. Las empresas, los consumidores y los gobiernos del sur
están enfrentando costos de endeudamiento dramáticamente mayores que los del
norte; y por consiguiente, profundizando las recesiones. El Banco Central
Europeo (BCE) está reemplazando el capital privado transfronterizo a gran
escala.
La desintegración del sistema
financiero de la zona euro destaca cómo están desvaneciéndose los beneficios
aportados por el lanzamiento del euro en 1999, un momento culminante en el
esfuerzo por integrar las economías del continente. Eso está causando alarma en
la sede del BCE en Frankfurt. "Si queremos salir de esta crisis, tenemos
que reparar la fragmentación financiera", advirtió el presidente del banco
central, Mario Draghi, en julio.
Las alocadas variaciones en
los costos de endeudamiento muestran cómo el BCE ha perdido el control sobre
las tasas de interés, el arma principal en el arsenal de un banco central.
Draghi está preocupado por el impacto destructivo de la especulación de un
rompimiento de la eurozona sobre los precios.
El jueves, el consejo de
Gobierno del banco debatirá planes de intervención para recuperar el control de
las tasas de interés en los mercados de deuda soberana y para calmar los
temores acerca de la unión monetaria europea.
Sin embargo, la fragmentación
se trata de mucho más que sólo la política monetaria: El riesgo es que alimente
la oposición pública al euro en las economías con problemas y erosione los
argumentos para permanecer como miembro, tal vez haciendo que una ruptura sea
más probable.
"Estamos haciendo una
burla del mercado único y estamos cerrando acceso a los mercados
financieros", dice Jean Pisani-Ferry, director del centro de estudios
Bruegel en Bruselas. "¿Puede eso revertirse? No lo sé. No hemos visto eso
hasta ahora. Lo que hemos visto, por desgracia, es una continuación del
proceso. El BCE está preocupado y con toda la razón".
Hasta hace unos años, los
creadores de políticas de la eurozona podían aclamar la convergencia de los
mercados y las economías del bloque, que ahora comprende a 17 países. Lo más
sorprendente fue la reducción del 'diferencial' entre la tasa de interés
exigida por los inversores en los ultra-seguros bonos alemanes y las de los
otros miembros. En noviembre de 2009, el rendimiento de un bono griego a 10
años era casi 2 puntos porcentuales más alto que el de su equivalente alemán.
Ahora es de 22 puntos porcentuales.
En retrospectiva, esa
convergencia no fue del todo positiva. Los bajos costos de endeudamiento en el
sur alentaron el auge del crédito y la vivienda, y las imprudentes políticas
fiscales de Grecia.
Preocupados por una posible
ruptura, los mercados de bonos están obligando a los miembros más débiles a
pagar un precio muy alto. Los inversionistas extranjeros se han retirado de los
mercados de deuda soberana de España e Italia; dejando que sólo los bancos
nacionales compren nuevas emisiones, utilizando dinero prestado del BCE. Los
insostenibles costos de endeudamiento y las crisis bancarias han empujado a
Grecia, Portugal, Irlanda y Chipre hacia los programas de rescate de
emergencia, y España ha pedido ayuda para sus bancos.
Para sumar otra pena, los
bancos han reducido los préstamos y la exposición transfronteriza, impulsando
aún más las tasas de interés, sobre todo para las pequeñas y medianas empresas.
Una empresa que pide prestado menos de 1 millón de euros durante un máximo de
cinco años puede llegar a pagar una tasa de interés del 6.5% en España, pero
sólo 4% en Alemania.
No son sólo los mercados los
que impulsan la fragmentación. Los bancos enfrentan presiones internas para
reducir la exposición transfronteriza. "Cada regulador nacional se
pregunta: ‘¿Cómo puedo reducir el riesgo de que mis bancos sufran daños si algo
sale mal en la eurozona?' Este 'proteccionismo financiero' no va a
desaparecer", dice Huw van Steenis de Morgan Stanley.
El BCE estima que desde
mediados de 2011, la proporción de créditos transfronterizos en los mercados
monetarios a un día -que aceitan el sistema financiero- se ha reducido del 60%
a menos del 40%. "La especulación sobre la salida individual de países
afectados por la crisis -vinculada a una devaluación- está influyendo
enormemente en el mercado de préstamos interbancarios", dijo la semana
pasada Jörg Asmussen, un miembro del consejo del BCE.
La fragmentación está teniendo
un "impacto de congelación" en la inversión empresarial, dice Mark
Cliffe de ING. "Si eres una gran multinacional, no tendrás prisa por
invertir en la periferia. Ésa es una razón por la cual las empresas están sentadas
sobre tanto efectivo".
Como los flujos
transfronterizos de capital se han secado, el BCE ha ampliado su oferta de
liquidez a los bancos de la zona euro. Los prestamistas españoles están
pidiendo prestado más de 400,00 millones de euros, lo que equivale al 11% de
los activos bancarios totales. Para Italia, la cifra es de casi 300,000
millones de euros.
El resultado han sido
desequilibrios altísimos en el sistema de pagos transfronterizo Target 2
utilizado por los bancos centrales de la eurozona. Como reflejo del flujo de
los fondos del BCE hacia el sur, el Bundesbank de Alemania tiene solicitudes
Target 2 superiores a 700,000 millones de euros.
La importancia de estos
desequilibrios es objeto de acaloradas disputas entre los economistas. Algunos,
incluyendo a los del Bundesbank, argumentan que reflejan una respuesta del BCE
a la crisis y no sirven de guía para definir la cuenta que un país tendrá que
pagar en caso de una ruptura de la zona euro.
Sin embargo, han ganado
importancia política. Las acciones del BCE han "sobrealimentado la
política debido a que los pasivos se han socializado y es el contribuyente el
que está comprometido", argumenta Cliffe. "Si la unión monetaria se
rompe, entonces los pasivos se cristalizarían y alguien tendría que pagar la
cuenta".
Revertir la fragmentación de
la eurozona requerirá alentar el regreso de los flujos financieros de vuelta
hacia los países de la periferia; lo que a su vez requeriría restablecer la
confianza en el futuro del euro. Ése es el desafío que enfrentarán Draghi y los
políticos de la eurozona en los próximos días y semanas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario