jueves, 27 de septiembre de 2012

Política monetaria, música para los bancos

Alejandro Nadal /26/09/2012

La semana antepasada la Reserva Federal en Estados Unidos dio a conocer planes para una nueva fase de flexibilización cuantitativa o QE3, como se le conoce en aquel país. Esta es la tercera fase de una serie de programas que han tenido por objetivo la recuperación económica a través de la inyección de liquidez a una escala hasta ahora desconocida.

La nueva fase del programa consistirá en compras de títulos respaldados por hipotecas hasta por 40 mil millones de dólares mensuales y sin límite de tiempo. De hecho, Ben Bernanke, el responsable de la Fed, anunció que el programa continuará hasta que el mercado laboral mejore de manera significativa y que aún después de esa recuperación se mantendrá una postura flexible. De esta manera insinuó que aún si hay presiones inflacionarias, la Fed mantendrá el rumbo hacia la plena recuperación.

¿Qué se puede esperar de este programa?

En una entrevista reciente, Bernanke hizo una somera descripción del flamante programa QE3 de política monetaria ultra flexible. Cuando se le preguntó si el programa se nutría de recursos fiscales, Bernanke respondió con sangre fría:Claro que no, no se trata de recursos fiscales, lo único que hacemos es aumentar la cuenta de cada banco con nuestra computadora. Así se confirma lo que ya sabemos, que la creación monetaria por parte del banco central responde a las necesidades de los grandes agentes del sistema bancario.

Michael Hudson, ex analista financiero de Wall Street y hoy profesor emérito de la Universidad de Misuri explica de la siguiente manera el programa de la Reserva Federal: QE3 consiste en darle dinero a los bancos hasta que Beethoven componga su décima sinfonía. Y tiene razón. Esta política monetaria no tiene casi nada que ver con la recuperación de la economía o con la generación de nuevos empleos.

En realidad, las autoridades monetarias están más preocupadas por el objetivo de mantener la rentabilidad de los bancos, en especial de los más grandes. La Reserva Federal tiene los instrumentos para tomar el pulso de la actividad en el sistema bancario y financiero en Estados Unidos. Bernanke y cualquier funcionario de la Fed puede darse cuenta de qué hacen los bancos con el dinero que les proporcionan los programas de flexibilización monetaria. No es difícil, por lo tanto, para Bernanke darse cuenta de que el crédito a las empresas se ha reducido de manera constante.

También puede observar sin problema que los préstamos para el sector de bienes raíces sigue deprimido y que el crédito para refinanciar el mercado hipotecario (epicentro de la crisis) no se ha recuperado. Hasta el crédito para el consumo (por ejemplo, a través de tarjetas de crédito) sigue contrayéndose. Los bancos en Estados Unidos simple y sencillamente no están prestando a la economía real. Pero, en este escenario, si los bancos estadunidenses no están canalizando recursos a la economía real ¿qué rayos hacen con el dinero que les presta la Reserva Federal?

La respuesta es sencilla: los bancos buscan colocar ese dinero nuevo en espacios económicos donde a cambio reciben una recompensa real. La economía estadunidense no es el lugar adecuado para obtener el tipo de rentabilidad que interesa a los bancos. Éstos la han encontrado en países que ofrecen tasas reales de interés positivas, por ejemplo, Brasil, India, Rusia, Sudáfrica o México. Es en estos espacios económicos que los bancos estadunidenses beneficiarios del anterior programa de flexibilización (QE2) colocaron sus recursos (800 mil millones de dólares). En Estados Unidos el costo para ellos es de 0.25 por ciento, mientras las tasas que pueden obtener en India, por ejemplo, alcanzan hasta 10 por ciento.

Eso es lo que explica en buena medida el aumento de las reservas en esa clase de países, que teniendo un déficit en la cuenta corriente sin embargo han acumulado reservas. En casi todos esos países, esos flujos de capital han provocado una fuerte revalorización de la moneda local en la que están denominados los títulos adquiridos por los bancos. De ese modo, los bancos estadunidenses han obtenido una ganancia adicional por la apreciación del tipo de cambio.

Washington debe estar dándose cuenta de todo lo anterior. Las anteriores fases de flexibilización monetaria, QE1 y QE2, no dieron ningún resultado en materia de crecimiento y empleo. ¿Por qué insiste Bernanke en introducir QE3? La respuesta es que el nuevo programa está más relacionado con la necesidad de mantener a flote a los principales bancos estadunidenses que con la recuperación de la economía. Esos bancos tienen un grado de exposición alarmante en el mercado mundial de derivados (entre paréntesis para cada banco): Bank of New York Mellon (1.3 billones de dólares), State Street Financial (1.3 billones), Morgan Stanley (1.7 billones), Wells Fargo (3.3 billones), Goldman Sachs (44 billones), Bank of America (50 billones), Citibank (52 billones) y JP Morgan (70 billones). Un pequeño estornudo y el castillo de naipes se viene abajo. QE3 busca evitar el colapso.

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