sábado, 16 de febrero de 2013

Para que el tipo de cambio aumente hay que controlar la entrada de capitales

Félix Jiménez /22/12/2102

La libre movilidad de capitales es parte fundamental de las políticas neoliberales que patrocinaron organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI). Por eso los controles de capital fueron proscritos, por ejemplo en los TLC y otros tratados internacionales. Luego de la crisis asiática y rusa de 1997-1998, algunos países cuestionaron la citada proposición neoliberal controlando el flujo de capitales. La necesidad de controles se hizo más evidente con la notable entrada de capitales que siguió a la crisis financiera de 2007-2009, debido a que está exacerbando la apreciación monetaria asociada al auge primario exportador de países como el nuestro.


Por qué es importante mantener un tipo de cambio más alto

En el mundo globalizado actual donde la política arancelaria ha perdido importancia, el tipo de cambio no puede ser dejado al arbitrio del libre mercado. Nuestros argumentos son conocidos por los lectores de este diario.

Cuando el tipo de cambio se reduce, dadas las tasas de inflación externas e internas, los bienes extranjeros se hacen relativamente más baratos o los bienes nacionales se hacen relativamente más caros. En otras palabras, un dólar más barato  estimula las importaciones, mientras que un dólar más caro (más soles por dólar) abarata las exportaciones. Para decirlo de otra manera, las importaciones baratas asociadas a un tipo de cambio bajo afectan a los productores nacionales y, por lo tanto, al empleo; mientras que las exportaciones baratas, asociadas a un tipo de cambio alto, estimula la producción nacional y, por lo tanto, el empleo.

Pero no solo importa el nivel del tipo de cambio (que sea alto o bajo), sino también sus fluctuaciones. En realidad las fuertes entradas y salidas de capitales en un contexto de libre movilidad, complican las decisiones de inversión privada nacional en los sectores de producción de bienes comercializables internacionalmente.  Las decisiones de inversión suponen flujos de ingresos en un horizonte temporal largo; por lo tanto, las fuertes fluctuaciones del tipo de cambio afectan estas decisiones.

De otro lado, la apreciación monetaria cuando ocurre en medio de una crisis internacional que implica una caída de la demanda externa –como está ocurriendo ahora--, reduce la rentabilidad de la producción manufacturera exportable y, en consecuencia, el empleo. Las empresas privadas más afectadas con esta situación son las que tienen dificultades de acceso al financiamiento y un casi nulo  poder de mercado (las pequeñas y medianas empresas que operan en los sectores transables). 

Hay entonces razones de carácter financiero y productivo para adoptar una política cambiaria activa. Por un lado, el aumento del tipo de cambio reduce los costos en dólares de las empresas y, por otro lado, la depreciación de la moneda reduce la tasa de depreciación esperada (porque el tipo de cambio se acerca al esperado) con lo cual se desincentiva la adquisición de activos externos. El resultado es que esta política influye positivamente en la rentabilidad de los sectores productores de transables y protege el mercado nacional.

Tipo de cambio competitivo y control de capitales

La propuesta de desarrollo de una economía nacional de mercado abierta al mundo, para ser viable en el escenario de la globalización actual requiere la adopción de una política monetaria  y cambiaria autónoma.  La apertura financiera y la libre movilidad de capitales dificultan la administración de la tasa de interés y el tipo de cambio real, dos precios relativos importantes que influyen en la demanda de inversión privada.

Para una buena administración de la economía nacional de mercado abierta al mundo, es necesario tener la libertad de fijar una tasa de interés apropiada (la tasa de interés del Banco Central), sin referencia a las tasas prevalecientes en el resto del mundo.  Y, para que esto sea posible, se deben introducir controles drásticos al flujo internacional de capitales como política complementaria a las intervenciones cambiarias esterilizadas y de acumulación de reservas internacionales del Banco Central.

Pero, para asegurar el objetivo de un tipo de cambio real estable y competitivo, el Banco Central debe aplicar activa y adecuadamente su regla de intervenciones esterilizadas. En otras palabras, las intervenciones deben estar orientadas no solo a evitar significativas apreciaciones o depreciaciones monetarias, sino también a asegurar un tipo de cambio que contribuya con la competitividad de la producción industrial, agroindustrial y agrícola.

Estas son las medidas para mantener la competitividad de la economía y su capacidad de generación de empleos en el contexto de la globalización actual. La pasividad frente al tipo de cambio atenta contra el proceso de desarrollo no-extractivista, y contra los objetivos de generación de empleo, creación de mercados e inclusión social.

A modo de conclusión

El 14 de noviembre pasado el FMI dio su aprobación a los controles de capital, «legitimando el uso de impuestos y otras restricciones a los flujos financieros transfronterizos». De patrocinador de la liberalización financiera el FMI ha pasado a reconocer que «la globalización financiera puede ser perjudicial –puede inducir a crisis financieras y a movimientos de divisas económicamente desfavorables». ¿Qué dirán Castilla y Velarde de este «sorprendente giro» del FMI?

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