Xabier Gràcia /28/12/2012/setmanaridirecta
La crisis actual está poniendo sobre la mesa la enorme cantidad de supuestos ideológicos subyacentes de la "ciencia" económica dominante. Así que para quien no esté familiarizado con el mundo de "la economía" lo primero que habría que explicarle es que no hay una ciencia económica unificada sino que lo que existe son diferentes escuelas de pensamiento económico que tienen fundamentos, objetivos y sistemas conceptuales diferentes y, en ocasiones, duramente enfrentados.
Hay una carta muy interesante de Ricardo, autor que posteriormente se indigestaría para la ciencia económica dominante, escrita en octubre de 1820 a Malthus que señala los diferentes rumbos que, en uno y otro, seguiría la ciencia económica: "Usted supone que la Economía Política es una búsqueda de la naturaleza y causas de la riqueza, y yo estimo que debería llamarse búsqueda de las leyes que determinan el reparto de los productos de la industria entre las clases que concurren en su formación. No puede enunciarse ninguna ley respecto a las cantidades, pero sí con bastante exactitud para las porciones relativas. Cada día me convenzo más que la primera búsqueda es vana e ilusoria y que la segunda es el verdadero objeto de la ciencia".
Hay una carta muy interesante de Ricardo, autor que posteriormente se indigestaría para la ciencia económica dominante, escrita en octubre de 1820 a Malthus que señala los diferentes rumbos que, en uno y otro, seguiría la ciencia económica: "Usted supone que la Economía Política es una búsqueda de la naturaleza y causas de la riqueza, y yo estimo que debería llamarse búsqueda de las leyes que determinan el reparto de los productos de la industria entre las clases que concurren en su formación. No puede enunciarse ninguna ley respecto a las cantidades, pero sí con bastante exactitud para las porciones relativas. Cada día me convenzo más que la primera búsqueda es vana e ilusoria y que la segunda es el verdadero objeto de la ciencia".
Desde 1879 el sistema teórico neoclásico apoyado en las teorías marginalistas terminó siendo el paradigma hegemónico dentro del campo de estudios económicos, sobre todo en el mundo anglosajón. Huelga decir que esta hegemonía tenía unos cimientos sociales y de clase y no era la expresión de una "victoria científica" de un paradigma sobre otro. Una de las señas de identidad de esta escuela fue la sustitución del término de political economy por el de economics para denominar su campo de conocimiento. A. Marshall y S. Jevons, entre otros, consideraban más seria y científica esta nueva denominación que, además, se combinó con un viraje metodológico que centraba el análisis no ya en el origen, crecimiento y distribución del ingreso, sino en la asignación eficiente de los recursos y en los procesos de circulación. La ciencia económica necesitaba incorporar la "respetabilidad científica" de las ciencias exactas para vestir sus supuestos ideológicos. Sin embargo, el emperador viajaba desnudo. En su The Theory of Political Economy (1871) S. Jevons señaló que la economía pertenecía a la clase de las ciencias que, además de ser lógicas, son también matemáticas y que por tanto, la economía debía ser matemática porque trataba de cantidades. Se trataba de redefinir la ciencia económica de tal manera que se pudiera expulsar del arsenal teórico conceptos como "clase social", "fuerza de trabajo", "capitalismo", "explotación", "excedente", etc. No es casual que este autor afirmase con posterioridad en The State in Relation to Labour (1882) que "El supuesto conflicto entre trabajo y capital es una ilusión" y que "No debemos referirnos a estas cuestiones desde un punto de vista de clase, [porque] en economía, en todo caso, debemos considerar a todos los hombres como hermanos". Además, los posibles conflictos de intereses entre los trabajadores y los capitalistas se resolverían a través del mecanismo de la competencia que remuneraría al capital sólo al tipo de interés fijado por el mercado, mientras que el trabajador percibiría el "valor de lo que ha producido". ¿Verdad que les suena esta canción?.
La economista británica J. Robinson, a quien el comité de empresarios suecos nunca otorgó el premio Nobel de Economía, además de señalar a los neoclásicos la imposibilidad de medición de su propio concepto de capital (ahí es nada) nos insistía constantemente en la necesidad de estudiar economía (política) para no dejarnos engañar por los propios economistas. Y cuando digo que hay que estudiar economía política seguro que entienden que no estoy hablando necesariamente de estudios académicos. Aquí habría que hacer una adaptación de la célebre frase de Mark Twain y "nunca permitir que la universidad interfiera en nuestra educación". Siempre tienen la posibilidad de asistir a los diferentes cursos que organiza el seminario Taifa y estudiar colectivamente la crítica de la economía ortodoxa, estudiar los postkeynesianos de izquierda, los neoricardianos, la escuela marxista, etc.
Por ello, y para no confundir ciencia con ideología es importante identificar la escuela y los paradigmas ideológico-económicos que hay detrás de todo economista, y de toda decisión en materia de políticas económicas. Que no nos engañen con camisas de colores, piercings o tatuajes y que no nos vendan los intereses de clases como ciencia económica, porque obviamente no son lo mismo.
Xabier Gràcia es miembro del seminario de economía crítica Taifa.
Traducción de Isaac Salinas
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