Marco Antonio Moreno /15/09/2012
El anunciado plan de la Fed para reactivar la economía de
Estados Unidos que
comentábamos ayerno sólo es una medida desesperada sino que también es un
arma de doble filo. Las devaluaciones
competitivas son siempre una estrategia de lucha contra la
crisis en los momentos de contracción económica que benefician al país
que la aplica y hacen daño a los socios comerciales. Su objetivo básico es
abaratar las exportaciones y encarecer las importaciones para mejorar el saldo
de la balanza comercial y disminuir la deuda.
En rigor, esto es lo que podrían hacer Grecia, Italia y
España si fueran países con una moneda soberana. Pero su anclaje al euro se los
impide. Y pese a que al devaluar el dracma, la lira o la peseta, se generaría
una importante recuperación económica en estos países, es la obediencia a los
dictados de la UE lo que los hunde más en el pantano. Son los costos de
endosar la soberanía monetaria al hipotético Estados Unidos de Europa,
algo que los Estados Unidos de América si poseen. Y a la luz de los
interesantes comentarios sobre la reciente acción
de la Fed, va esta reflexión sobre los alcances de mediano plazo que puede
tener la nueva devaluación del dólar.
Una devaluación siempre tiende a abaratar las exportaciones,
encarecer las importaciones y fortalecer el mercado interno, lo que implica una
mayor demanda y un aumento en el empleo. En este caso la acción de la Fed
responde plenamente a la idea de un plan de estímulo. Si Grecia, España o
Italia pudieran abaratar sus exportaciones al resto del mundo, sin duda que las
economías de estos países experimentarían una recuperación vigorosa. Como han
renunciado a su soberanía monetaria esta posibilidad no existe.
Estados Unidos, sin embargo, es un país que cuenta con una
moneda soberana y la devaluación le ayuda en su objetivo de estimular la
economía. Para este país, una disminución en el valor de la divisa no sólo
puede impulsar las exportaciones y el mercado interno (y mejorar la situación
del empleo) sino que además le ayuda a licuar la deuda con el resto del
mundo dado que ésta, en gran parte, está en dólares. Por ello los países
tenedores de dólares como China, Japón o Brasil se verán afectados por una
disminución en el valor de sus reservas en dólares.
Un juego de casino para generar inflación
Pero esta devaluación del dólar debemos también verla como
un juego de casino en el cual Estados Unidos traslada la crisis a sus socios
comerciales, con los peligros de que esta vez los socios comerciales no están
en condiciones de absorber una crisis dado que ya tienen una muy profunda en
sus narices. De ahí que esta nueva devaluación del dólar sea una pésima noticia
para los países europeos. Lo último que necesita Europa en estos
momentos es un euro fuerte. Además, el proceso de una moneda fuerte siempre
está ligado a la especulación financiera y la creación de burbujas como podemos
apreciar en la apreciación del euro desde octubre de 2000 a abril de 2008 (ver
gráfica).
Esta nueva devaluación del dólar aspira también a otro ansiado
tema monetario que es el de generar inflación para crear las
condiciones del necesario impulso al alza de la tasa de interés. Con tasas
de interés reales en torno a cero y viviendo en plena trampa de liquidez, la
economía está empantanada en un curso deflacionario donde se postergan las
decisiones de consumo e inversiòn dado que comprar o invertir mañana será más
rentable y barato que comprar o invertir hoy. Si se genera un impulso
inflacionario del orden del 4% 5 por ciento, las decisiones de consumo e
inversión se adelantan para el presente dado que el presente “se hace más
barato”.
Como he señalado en otros
artículos, la trampa de los precios fijos y las metas anti-inflacionarias
de los bancos centrales alentaron la especulación y las burbujas en otros
mercados como el inmobiliario y la renta variable. Un proceso que se convirtió
en una verdadera trampa de liquidez con el trauma deflacionario de la post-crisis.
La manera de inyectar dinamismo a la economía y aumentar el consumo y el empleo
pasa por un retorno de las expectativas inflacionarias.
Esta receta encierra muchos de los peligros advertidos en el
post anterior. Desde la guerra de divisas que puede declarar el BCE al
desplegar un arsenal monetario de grandes proporciones, o las acciones
devaluatorias que pueden emprender también los países asiáticos, de los cuales
ya se ha pronunciado China y Japón. Recordemos además las críticas que se hace
siempre a China “por manipular el yuan” cuando Estados Unidos hace lo mismo.
La diferencia de la actual devaluación frente a otros
episodios devaluatorios es que hoy todo el mundo está en crisis y cada país
quiere tener la ventaja del dinero barato para superar sus problemas. Es una
guerra de divisas en la cual nadie está a salvo. Y es un serio peligro para los
países europeos dado que un euro fuerte es la mayor amenaza para Alemania. Y si
el núcleo europeo se ve afectado con mayor razón lo serán los países de la periferia.
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