Kaos en la red
En 1961 pocos estadounidenses se imaginaban que estas palabras serían proféticas:
“Debemos mantener la guardia ante la influencia del Complejo Militar Industrial, ya que existe la posibilidad de darle un poder desmedido a unas manos equivocadas. Por tanto prevenir esta situación es vital para mantener nuestra libertad y democracia”.
“Debemos mantener la guardia ante la influencia del Complejo Militar Industrial, ya que existe la posibilidad de darle un poder desmedido a unas manos equivocadas. Por tanto prevenir esta situación es vital para mantener nuestra libertad y democracia”.
Así se expresó Dwight D. Eisenhower, el trigésimo cuarto presidente estadounidense durante su discurso en Washington el 17 de enero de 1961.
Y fueron proféticas, en efecto. Hoy en día, los informes del presupuesto militar estadounidense aseguran que tan sólo este año se necesitarán más de 700.000 millones de dólares para mantener la maquinaria bélica en funcionamiento.
La cifra es la más alta de la historia y surge en uno de los peores momentos económicos del país. El propósito de dicho gasto es acabar con la guerra, como explica el presidente Obama: “Miren el caso de Iraq, donde 100.000 de nuestras tropas salieron con la cabeza alta. Los combates terminaron, la violencia ha disminuido y un nuevo gobierno fue formado. Es una nueva alianza que es parte de la promesa de traer a nuestras tropas de vuelta y dar por terminada la guerra en Iraq”.
Pero a pesar del optimismo del gobierno, los expertos afirman que las dos operaciones militares en Iraq y Afganistán tienen un coste político sumamente alto.
Daniel Álvarez, experto en asuntos de Oriente Medio de la Universidad Internacional de Florida, asegura que el presidente se está jugando la reelección con el tema de las guerras en Afganistán e Iraq. Si no lograse mantener el consenso sobre el tema, podría costarle muy caro, añade Álvarez.
También hay quienes sospechan que el beneficio económico de las operaciones militares es superior a los gastos, así que mientras la guerra continúe se seguirán haciendo negocios gracias a ella.
“Hay toda una serie de negocios que dependen de las guerras, y esto es particularmente evidente en el caso de las compañías de armamento, porque estas tienen representación en todas partes, incluso dentro del gobierno federal”, dice William D. Hartung, el director de la iniciativa de armas y seguridad.
Lockheed Martin, Northrop Grumman y Boeing son sólo algunas de las empresas que obtienen licitaciones estatales. Según los analistas, los intereses de estas multinacionales son casi tan fuertes como la presión política que existe para hacer volver a las tropas.
“Mantener las bases, el control de la economía y a las tropas estadounidenses en Irak es una forma de decirle a los iraquíes que si no cumplen con los designios estadounidenses o de los inversores extranjeros tendrán que sufrir las consecuencias, es decir, muerte y destrucción”, opina Michael Hudson, profesor de economía de Nueva York.
Pero los millones de dólares no sólo se destinan a desarrollo y venta de armamento, sino a la construcción de infraestructuras en las zonas de conflicto.
“Uno puede ver construcciones estadounidenses enormes por todas partes: depósitos de armas, centros habitacionales y otros edificios. Al otro lado están los campos de refugiados, donde las personas viven en condiciones infrahumanas”, explica Kathy Kelly, una activista a favor de la paz.
Medio siglo después de que Eisenhower pronunciara aquellas proféticas palabras, la inversión estadounidense en el sector militar prueba que algo anda fuera de control: Los datos del Centro de información para la defensa revelan que, por ejemplo, en 1968, el año mas costoso durante la Guerra de Vietnam, el país gastó alrededor casi de 390,000 millones dólares, mientras que el presupuesto militar de 1953 durante la Guerra Fría superó los 430,000 millones de dólares. Hoy los gastos siguen aumentando… sólo cabe preguntarse ¿cuál es el límite?
Un dato más para comparar: las Naciones Unidas señalan que erradicar el hambre a nivel mundial costaría anualmente unos 200.000 millones de dólares estadounidenses, apenas una fracción de lo que cuestan las operaciones militares en Iraq y Afganistán. Pero como estos conflictos significan ganancias para terceros, lo más probable es que continúen, aunque el mundo entero sufra sus consecuencias.
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