La probabilidad de que la economía mundial entre en una nueva recesión supera el 50%, para la mayoría de analistas. Esto impone para los países un gran reto ya que gran parte de su “munición” fue gastada en el 2008-2009. El caso de EE.UU es interesante de analizar por sus implicancias para el caso peruano. Los Estados Unidos instrumentaron en el pasado reciente una política fiscal y monetaria expansiva que incluso llevó a la tasa de interés de corto plazo a cero por ciento.
Sin embargo no les alcanzó para conseguir una recuperación sostenida de la economía y reducción del desempleo. Hoy el gobierno tiene una difícil situación de déficit y deuda pública que proyectada se vuelve más difícil aún. En ese contexto aparece la amenaza de una nueva recesión y desempleo. El gobierno del presidente Obama ha respondido. En lo fiscal ha presentado para su aprobación un nuevo paquete de estímulo fiscal de alrededor 480 billones de dólares. En lo monetario, el banco central anunció un tercer “quantitative easing” de 400 billones de dólares. Los mercados respondieron cayendo. No les creyeron. ¿Por qué? El paquete fiscal en su mayoría (2/3) es reducción de impuestos sobre todo a la planilla y mayor subsidio al desempleo de largo plazo. Busca reducir el desempleo que llega a 9.1%. Sin embargo tales reducciones y subsidios son temporales. Por lo que las empresas si bien sienten que el costo de contratar un trabajador se reduce no se lanzarán a contratar masivamente trabajadores ya que saben que es una situación temporal; su efecto será marginal. Los trabajadores por su parte, no gastarán en consumo el mayor ingreso después de deducciones que les llega ya que al percibir que es un ingreso transitorio lo ahorrarán en gran parte ( pagar deuda); su efecto sobre la demanda agregada será también marginal.
La política monetaria por su lado no busca esta vez aumentar la cantidad del dinero en la economía sino cambiar activos financieros de corto plazo por activos de mediano y largo plazo con la finalidad de reducir su tasa de interés que ahora llega hasta 4% anual. Como tales tasas son las relevantes para el gasto en consumo e inversión, se piensa incentivarlo de esta forma. Pero hay dos problemas. Primero, el mercado total de deuda no financiera se calcula en 30 trillones de dólares por lo que los 400 billones de intercambio no le impactarán mucho. Segundo, las tasas de interés de largo plazo están determinadas por las tasas de corto plazo futuras esperadas por lo que será muy poco lo que consiga el banco central haciendo el intercambio. A menos que actúe sobre el componente de riesgo que diferencia las tasas de ambos tipos de activos. En neto, su efecto también será débil. Lo cual deja una situación bien preocupante para EE.UU, para el mundo y para nuestro país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario