Mikel Gastelu-Iturri
30/05/2011
La Unión Económica y Monetaria en la UE: gobernanza económica e impacto de la crisis
En este segundo artículo se explica el proceso de creación de la UEM y como se lleva a cabo la política monetaria en los países del Euro, así como la coordinación de las políticas económicas y fiscales. Posteriormente, se analiza el impacto causado por la crisis económica y financiera, así como las principales medidas que se están tomando para superar dichos efectos y mejorar la gobernanza económica de la UEM.
El proceso de creación de la UEM
El Tratado de Maastricht, que entró en vigor el 1 de Noviembre de 1993, proporcionaba el marco legal necesario para la creación de la UEM, basándose éste en las propuestas del Informe Delors de 1989.
En primer lugar, el Tratado fijaba el calendario para la implantación de la UEM en tres fases consecutivas. En la primera de ellas, que ya había comenzado en 1990, los Estados miembros introdujeron el libre flujo de capitales y el comienzo de la coordinación macroeconómica entre los gobiernos. La segunda fase comenzó en Enero de 1994 con la reforma de los Tratados para establecer la estructura institucional de la UEM, que incluía el establecimiento de un sistema europeo de bancos centrales y restringía los márgenes de fluctuación de las monedas nacionales. La tercera fase suponía la fijación de los tipos de cambio y el establecimiento de un Banco Central Europeo (BCE), que tuvo lugar finalmente el 1 de Enero de 1999.
Los criterios de convergencia
El Tratado también establecía cuales serían los criterios de convergencia para que los Estados pudiesen entrar a formar parte de la UEM en las fechas previstas: la estabilidad de precios y de tipos de interés a largo plazo (no superiores al 2% de los tres estados con las tasas de inflación y de interés más bajas, respectivamente); el déficit gubernamental no debía suponer más de un 3% del PIB y la deuda pública no debía superar el 60% del PIB; la divisa debía ser estable, sin haberse llevado a cabo ninguna devaluación en los últimos dos años.
Los criterios de convergencia fueron altamente alcanzados por los estados excepto en el caso de la deuda público, el cual solo fue cumplido por 3 de ellos. Alegando que el criterio de la deuda pública era menos relevante que el del déficit público, que sí se cumplía, los Estados miembros siguieron adelante con la integración. La única excepción fue Grecia, que incumplía el criterio del déficit y tuvo que esperar a 2001. Reino Unido, Dinamarca y Suecia declinaron entrar a formar parte del euro.
La Política Monetaria
Con la implantación del euro, la política monetaria dejo de ser una competencia nacional para los países que adoptaron la moneda única. El Tratado estableció la creación de un Banco Central independiente, el Banco Central Europeo (BCE), y de un Sistema Europeo de Bancos Centrales (SEBC), compuesto este último por los gobernadores de los Bancos Centrales Nacionales (BCN) de todos los países de la UE, independientemente de que perteneciesen o no al euro, y por el Gobernador del BCE. En esencia, las funciones del SEBC las lleva a cabo el Eurosistema, institución formada exclusivamente por los Gobernadores de los BCN pertenecientes al euro y por el Gobernador del BCE, ya que el Tratado de Maastricht se redactó previendo que todos los Estados miembros formarían parte del euro.
El objetivo principal del BCE y del SEBC a la hora de implementar la política monetaria, tal como lo establecen los Tratados, consiste en mantener la estabilidad de precios. También se especifica que “sin perjuicio de este objetivo, el SEBC apoyará las políticas generales de la Comunidad con el fin de contribuir a la realización de los objetivos comunitarios”.
El Tratado estableció que las principales funciones del BCE y del SEBC para llevar a cabo la política monetaria serían: el diseño y ejecución de la política monetaria de los países que conforman el euro fijando los tipos de interés; la realización de operaciones de cambio de divisas; la posesión y gestión las reservas oficiales de los países de la zona euro; y la promoción del buen funcionamiento de los sistemas de pago.
La independencia para llevar a cabo la política monetaria sin la intromisión de la Comisión Europea o el Consejo de Ministros, el objetivo de estabilidad de precios claramente definido en los Tratados, y la rigurosidad con la que han implementado la política monetaria ha ayudado a la credibilidad y la legitimidad del BCE y del SEBC desde su creación en 1999.
La política económica y fiscal
Tal como lo describe la Comisión Europea, “la Unión Económica y Monetaria (UEM) puede definirse como una fase avanzada de integración económica basada en un mercado único que implica una estrecha coordinación de las políticas económicas y fiscales y, en el caso de los países que cumplen ciertas condiciones, una política monetaria única y una moneda única: el euro.”
Esta afirmación muestra como la política fiscal y económica, a diferencia de la monetaria, sigue estando en manos de los Estados. Los Gobiernos nacionales controlan sus gastos y sus impuestos, y son plenamente responsables de políticas estructurales como el empleo y las pensiones.
Los Estados suplieron la falta de una mayor integración fiscal y económica a través del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC), basado en los Criterios de Convergencia de deuda pública (no superior al 60% del PIB) y de déficit presupuestario (no superior al 3% del PIB). Este Pacto se creó con el fin de mantener unas finanzas públicas saneadas en los Estados miembros y de coordinar sus políticas económicas con la política monetaria de la UEM. También se crearon mecanismos para combatir los déficits y las deudas excesivas a través del Procedimiento de Déficit Excesivo (PDE). Si bien las exigencias fueron muy estrictas, la imposición de sanciones requería de una decisión política por unanimidad a nivel del Consejo de Ministros de Economía y Finanzas (EcoFin).
Las carencias y contradicciones del PEC se vislumbraron rápidamente cuando, en 2003, Francia y Alemania evitaron ser sancionadas tras incumplir las exigencias mínimas de déficit presupuestario (3% del PIB), suspendiendo así el pacto que Alemania había impuesto como condición indispensable para la creación de la unión monetaria. Este incidente demostró que el PEC era un mecanismo de coordinación y control poco creíble y poco vinculante en una UEM donde los ciclos económicos son divergentes y pueden requerir políticas fiscales y monetarias opuestas entre los países de la zona euro.
El impacto de la crisis financiera y económica
En cualquier caso, en los años de bonanza desde la adopción del euro, la UEM benefició a todos los países de la UE. En términos generales fueron años de crecimiento en los que las debilidades de la UEM no supusieron motivo de alarma. La situación cambió estrepitosamente a finales de 2007 con la irrupción de la crisis financiera que desestabilizó el sistema financiero, primero, y hundió la economía real en una fuerte recesión, después. Como consecuencia, las finanzas públicas de varios países de la zona euro se vieron fuertemente deterioradas, poniendo en compromiso la propia estabilidad del euro. Para 2010, ninguno de los países del euro estaba en posición de respetar el PEC.
Source: Fondation Robert Schuman, Europe and the Global Financial Crisis, April 2011.
Países como Grecia, Irlanda y Portugal se han visto incapaces de refinanciar sus deudas en los mercados financieros y han tenido que ser rescatados por el resto de socios de la UE. Como contrapartida, estos países han tenido que acometer importantes recortes presupuestarios y reformas estructurales.
Las reformas de la UEM
La crisis económica, por tanto, ha demostrado la vulnerabilidad de la UEM y la necesidad apremiante que existe de reformarla, reforzando sobre todo el pilar fiscal y económico. El Consejo Europeo del 24 y el 25 de Marzo aprobó una serie de reformas enfocadas a 3 objetivos.
1. El establecimiento de un mecanismo permanente de estabilización financiera para ayudar a los países que atraviesen dificultades financieras: El Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera (MEEF), con una capacidad efectiva de préstamos de 500.000 millones de euros. El MEEF sustituirá al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) y al Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera (MEEF); mecanismos ad hoc puestos en marcha como respuesta a la crisis de deuda griega y que expiran en 2013. Los rescates estarán sujetos a una fuerte condicionalidad en términos de reformas presupuestarias y de ajustes macroeconómicos.
Dado que las actuales reglas no permiten el establecimiento de un mecanismo de rescate permanente, los Estados miembros procederán a modificar el Artículo 136 del TFUE.
2. El reforzamiento de la disciplina presupuestaria, a propuesta de Francia y Alemania. Esto supone reformar el principal instrumento de coordinación presupuestaria, el PEC, que habría fracasado a la hora de estabilizar los presupuestos de los países del euro en épocas de crecimiento para afrontar con más garantías las épocas de recesión económica. Entre las principales medidas se encuentran: incrementar las posibilidades de abrir PDEs, tanto en los casos de deuda como de déficit excesivo; un sistema de sanciones más efectivo, pasando de la unanimidad a la mayoría cualificada en el Consejo Europeo; un nuevo instrumento de evaluación de los presupuestos nacionales antes de ser sometidos a votación en los parlamentos nacionales, el “Semestre Europeo”.
3. Una mayor coordinación y supervisión macroeconómica en la zona euro para contrarrestar los desequilibrios macroeconómicos y las diferencias de competitividad. La crisis de deuda en los países de la periferia de la UE no solo estaría causada por la crisis del euro, sino también por las enormes diferencias en la competitividad entre las economías europeas. El mayor compromiso adquirido hasta la fecha para reducir las diferencias de competitividad en el seno de la UEM y tomar medidas concretas es el “Euro + Pact”. Como en el caso del PEC, los objetivos son muy ambiciosos, pero la capacidad de exigir su implementación bastante baja.
Conclusión
La crisis económica ha demostrado la vulnerabilidad y la necesidad de reformas en la UEM. Las medidas tomadas hasta la fecha pretenden mandar señales a los mercados financieros del compromiso y la solidaridad de los Estados de la zona euro con sus socios en dificultades, para así mantener la credibilidad del euro. No obstante, estas reformas no abordan los problemas estructurales del pilar fiscal y económico de la UEM, derivado de una integración desequilibrada entre este pilar y el monetario. Asimismo, la fuerte condicionalidad de los rescates recuerda más bien a las políticas financieras del FMI de los años 80 y 90, que al espíritu inicial del proceso de integración europeo.
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