Rashid Sherif /6/03/2013
Lo supimos a través de las revelaciones de Wikileaks: Hace dos años, Hilary Clinton envió al embajador en Buenos Aires un mensaje secreto para pedirle que investigue la salud de la Presidenta Cristina Fernández. Necesitaba saber sus hábitos personales, sus gustos, cómo ella manejaba el estrés en relación con su trabajo, y muy particularmente hizo ésta pregunta: ¿Acaso tomaba alguna medicina y cual sería?
¿Por qué será que la Jefa del Departamento de Estado esté indagando en secreto semejante información acerca de la salud de una jefa de Estado?
Extrañas coincidencias: Al poco tiempo, la Presidenta Cristina Fernández, que hasta ahora había disfrutado de una excelente salud, de pronto se le detectó un tumor de la glándula tiroidea. Por suerte, nos enteramos luego que se trató de un tumor benigno. Otro hecho ocurrió de repente: Su esposo, antiguo Presidente Néstor Kirchner entonces candidato de nuevo a la presidencia, había tomado un café en un hotel en la Patagonia donde acostumbraba ir. A las pocas horas, de noche, fue presa de un repentino malestar y murió de infarto fulminante del miocardio. Otras noticias no menos sorprendentes: El Presidente de Paraguay, Fernando Lugo tuvo un cáncer linfático. También la Presidenta Dilma Rousseff padeció de cáncer mientras estaba en campaña electoral. Ella era antiguo líder de un movimiento de liberación nacional en los años terribles de la dictadura militar apoyada por Estados Unidos, fue detenida y torturada. A su vez, el Presidente Lula da Silva de pronto sufrió de cáncer, su pueblo lo reclamaba para presentarse a futuras elecciones. El Presidente de Venezuela Hugo Chávez quien tenía perspectivas muy favorables para presentarse por un nuevo periodo presidencial, sufrió una y otra vez en recaídas de un tumor canceroso particularmente maligno. En fin, llaman la atención poderosamente esta verdadera serie de graves accidentes de salud física fatales en algunos casos. Eran y son jefes de Estado con antecedentes de buena salud con similares virtudes de ser portadores de la esperanza de sus pueblos y hasta de continentes del Gran Sur, aportando el aliento del cambio social, a la vez enfrentándose con mayor o menor grado a los intentos del imperio de los EEUU por derrocarlos, des prestigiarlos, alentar conspiradores locales contra ellos. Nunca dejó esos planes criminales, de allí nace la sospecha en su contra cada vez que surge un intento de golpe de Estado, una maniobra artera de sus aliados locales derechistas. En suma, se hace casi evidente encontrar su mano peluda al descubrir esa cascada peculiar de canceres persiguiendo jefes de Estado de orientación patriótica y anti imperialista. De hecho, es de conocimiento público que hace varios años ya, la CIA y el Pentágono –al igual que su apéndice Israel- han desarrollado y utilizado en varias ocasiones un tipo de armamento biológico letal con una variedad de objetivos.
Pocos años atrás, Fidel estando de regreso de un viaje oficial en Argentina sufrió de pronto de una misteriosa hemorragia interna que lo puso al borde de la muerte. Resucitó por milagro y gracias al talento legendario de los médicos cubanos. Anteriormente, Yasser Arafat acosado durante dos años por constantes disparos de armas pesadas contra su residencia en Ramallah, cuando se negaba a ser deportado según lo requería Sharon, fue víctima de envenenamiento fulminante de sus glóbulos rojos y ni siquiera se pudo diagnosticar el producto letal en el hospital de París por los expertos médicos franceses. Murió de repente. Solo recientemente, se está investigando de nuevo la causa de su muerte.
En los últimos 50 años, Fidel fue blanco de alrededor de 700 y más intentos de asesinato (ha entrado ya en los anales de Guinness!), incluyendo medios biológicos sofisticados preparados en laboratorios de la CIA y el Pentágono, intentos de asesinato revelados tanto por Wikileaks como por otras fuentes oficiales y periodisticas.*
En la historia no lejana, cuando no se trata de golpe de Estado militar fomentado por la CIA sea en Chile contra el presidente Salvador Allende, o más recientemente en Honduras contra el presidente Manuel Zelaya, sin olvidarnos los intentos frustrados contra Evo y Correa, el imperio está entonces urdiendo atentados disfrazados de accidentes de avión como fue el caso del Presidente de Panamá Omar Torrijos quien nacionalizó el canal (!); o el Presidente progresista Samora Machel, de Mozambique. En otros escenarios, fue el vil y cobarde asesinato del Che y recientemente el horroroso linchamiento de Muammar Gaddafi. Estos grandes líderes eran dignos patriotas de países del Sur que se oponían todos a la dominación imperialista de los Estados Unidos.
La tragedia que nos golpeó con la muerte altamente sospechosa de Arafat, hoy nos sofoca con la pérdida irreparable del Presidente Chávez, nos obliga a preguntarnos: ¿Como ese odio del enemigo llega tan cerca hasta atentar de forma insidiosa contra la vida del líder del pueblo? Mientras la responsabilidad política y moral del crimen recae directamente sobre las fuerzas de ese imperio, su responsabilidad penal más temprano que tarde se hará evidente a plena luz, ante el pueblo y la Historia. Sea por un vil atentado, sea por una enfermedad cancerosa insidiosa, sutilmente inducida, la desaparición brutal del líder transforma su existencia en destino como mártir, héroe nacional, continental y hasta internacional. Chávez amaba la vida; a la vez entregó su vida entera a su pueblo: por su lucha y sus ideas imperecederas vive y vivirá para siempre. Su talla agigantada alumbrará Venezuela y el camino de los pueblos en busca de su liberación; vivirá en la Historia que lo devuelve entre los vivos para seguir guiando sus pasos, despertar su vigilancia hasta la victoria final.
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