Félix Jiménez /29/05/2013
Amigos y alumnos que leyeron mi artículo del pasado sábado publicado en este diario me han comentado y escrito criticándome el uso de la frase «neoliberalismo de Estado». ¿Cómo puede haber neoliberalismo de Estado –me preguntan-- si usted mismo dice que el neoliberalismo propone la minimización del Estado, la ausencia de toda intervención estatal en la economía. Por lo demás, me dicen, es un sinsentido hablar de neoliberalismo de Estado en nuestro país cuando los neoliberales critican al Estado peruano acusándolo de «miedoso e incompetente».
Los orígenes del neoliberalismo
El neoliberalismo como ideología sucede al liberalismo. Esto es por definición, como la teoría económica neoclásica sucede a la teoría económica clásica (pero aclarando que esta última alude a la teoría de Ricardo). Los liberales del siglo XVIII y XIX tuvieron enorme influencia en el desarrollo de la teoría económica neoclásica, según la cual la economía tiende al pleno empleo cuando los mercados funcionan sin la intervención del Estado. En este sentido, los liberales incluyen como parte de las libertades civiles, la autonomía económica, lo que implica postular la ausencia de regulación del mercado por parte del Estado.
El neoliberalismo surge como respuesta crítica a la puesta en práctica del proyecto socialista a partir de 1917. Reaccionan contra la sustitución del mercado por un plan centralizado, y contra la supresión de las libertades individuales. A partir de ese acontecimiento –según Todorov-- «entramos a una nueva fase de la evolución del liberalismo, que justifica que hablemos de neoliberalismo. Ahora la doctrina se formula asumiendo la oposición con el mundo totalitario que está construyéndose». Sus principales exponentes son Ludwig von Mises (1881-1973) y Friedrich A. Hayek (1899-1992). Pero, después de la gran depresión de 1929 y durante el auge del Keynesianismo, estos neoliberales enfilan sus críticas contra el Estado del Bienestar.
El significado del neoliberalismo de Estado
Los neoliberales plantean «la sumisión del hombre a las fuerzas impersonales del mercado». En su obra Camino de Servidumbre, Hayek sostiene que en el pasado esta sumisión «hizo posible que se desarrollara la civilización».
Con el ascenso al poder de Margaret Thatcher en Gran Bretaña (1979) y Ronald Reagan en el Estados Unidos (1980), se dio inicio a la aplicación del pensamiento neoliberal en el mundo. La manera como se aplicaron las políticas y reformas neoliberales en nuestros países difiere de un lugar a otro, de sus condiciones iniciales y del tipo de institucionalidad vigente en ellos. Lo que no varió fue el uso del poder del Estado para beneficiar a los poderes existentes en el mercado. Y esto es lo que dio lugar al «neoliberalismo de Estado» frase que, en justicia, hay que decirlo ahora, pertenece a Todorov.
En nuestro país este neoliberalismo de Estado comienza con la creación de las AFP. Estas instituciones privadas no fueron creadas por el mercado sino por el Estado, con la forzada direccionalidad de parte de nuestros ingresos a las AFP que no elegímos según algún indicador de mercado. Estas instituciones administran nuestros recursos con la ayuda del Estado: si los fondos para proveer la pensión mínima no alcanzan, el diferencial se los provee el Estado. El jubilado no puede retirar todos sus fondos, por ejemplo, para comprarse una casa, etc., etc.
Otro ejemplo de «neoliberalismo de Estado» en nuestro país fue el rescate del sistema bancario afectado por la crisis de 1998-1999 que hizo el gobierno de Fujimori, acrecentando la deuda pública en cerca de mil millones de dólares.
El neoliberalismo, además, ha acentuado el extractivismo económico y político. El poder minero controla al poder político. El gobierno de Humala cedió ante este poder y no fue capaz de exigirle compartir sus ganancias extraordinarias asociadas a los altos precios de los minerales. El extractivismo que hoy se practica en nuestro país, está agotando los recursos naturales no renovables, y el actual gobierno no tiene un política clara de creación de otros activos para compensar esta pérdida y no perjudicar a las generaciones futuras. La inversión privada de los últimos tiempos ya no expande la producción de aquellas actividades que generan más empleo e ingresos.
A nivel internacional, hay también neoliberalismo de Estado. Durante la crisis de 2008-2009, los Estados intervinieron para salvar a los bancos privados. Para esta ideología los beneficios son y deben ser siempre privados, pero los riesgos y las pérdidas de las operaciones de los grupos de poder privados deben ser socializados, deben ser asumidos por toda la población.
A modo de conclusión
Ciertamente decir «neoliberalismo de Estado» es una contradicción. Pero, como dice Todorov, «precisamente por tratarse de una contradicción hace dudar de la coherencia interna del proyecto. El liberal Benjamin Constant (1767-1830) no había previsto que el Estado pudiera reforzar su influencia en la vida de los individuos y a la vez ponerse al servicio de algunos de ellos. Después de los atentados del 11 de setiembre de 2001, los Estados que habían adoptado esta ideología, como Estados Unidos y Gran Bretaña, acrecentaron su control sobre las libertades civiles, y a la vez dejaron plena libertad a agentes económicos individuales. A partir de este momento hemos entrado en el ultraliberalismo, tercera fase de la evolución de esta doctrina».
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