Eduardo Garzón /30/05/2012
Cuando los ingresos de un
Estado son insuficientes para cubrir sus gastos (cuando hay déficit) y se
necesita resolver el problema de inmediato, este Estado recurre a vender deuda
pública. Esto consiste sencillamente en emitir títulos a nombre de una persona
a cambio de que esta persona le preste una determinada cantidad de dinero. A
esa persona se le denomina “inversor” o “especulador”,
y mediante este contrato el Estado se compromete a devolverle el dinero dentro
de un plazo acordado sumando además un porcentaje del mismo en concepto de
intereses.
Por ejemplo, en el año 2010 un especulador recibe un título del Estado español y a cambio le presta 1000 euros a un tipo de interés del 1% con fecha de vencimiento de un año. En 2011 el especulador devolverá el título y el Estado español le devolverá los 1000 euros más el 1% en concepto de intereses (10 euros), en total: 1010 euros. El especulador termina con más dinero del que tenía al principio, y de esta forma se lucra.
Por ejemplo, en el año 2010 un especulador recibe un título del Estado español y a cambio le presta 1000 euros a un tipo de interés del 1% con fecha de vencimiento de un año. En 2011 el especulador devolverá el título y el Estado español le devolverá los 1000 euros más el 1% en concepto de intereses (10 euros), en total: 1010 euros. El especulador termina con más dinero del que tenía al principio, y de esta forma se lucra.
Para recordar el nombre de las
transacciones es útil tener presente lo siguiente. Se dice que el Estado “vende
deuda pública” porque vende unos papelitos (los títulos) a cambio de un
préstamo. Se dice que el especulador “compra deuda pública” porque compra esos
papelitos (los títulos) mediante un préstamo.
En nuestro ejemplo hemos
supuesto que el especulador compra deuda pública a cambio de un tipo de interés
del 1%. Si hubiera conseguido realizar la acción a cambio de un tipo de interés
mayor, por ejemplo un 2%, entonces el especulador obtendría más dinero al final
del período establecido (1020 euros en lugar de 1010 euros). Cada país vende
deuda pública a un tipo de interés diferente al resto de países. A día de hoy
el estado Español se ve obligado a venderla en torno al 6,3%, el alemán en
torno al 1,4%, el griego en torno al 25,8%, etc (1).
Pero, ¿de qué depende entonces
el tipo de interés que tienen los títulos de deuda pública? Pues
fundamentalmente depende del riesgo de la operación. A mayor riesgo, mayor tipo
de interés pedirán los especuladores, ya que consideran que hay mayor
probabilidad de que el estado en cuestión quiebre y que por lo tanto no les
acabe devolviendo el dinero. De la misma forma, a menor riesgo, menor tipo de
interés. Si los especuladores creen que un estado es solvente y podrá devolver
el dinero que le prestan, entonces pedirán un tipo de interés reducido. Esto es
precisamente lo que ocurre actualmente con Alemania. Los especuladores piensan
que Alemania es un estado solvente y por lo tanto le prestan dinero “barato”
(es decir, a un tipo de interés reducido: 1,4%). Al mismo tiempo esos mismos
inversores o especuladores creen que España tiene probabilidades de tener
problemas de solvencia y no pagar sus deudas, por lo que le prestan dinero a un
tipo de interés más elevado (6,3%). A la diferencia existente entre el tipo de
interés que le piden a Alemania y el que le piden a España se le denomina
“prima de riesgo” (6,3% – 1,4% = 4,9% = 490 puntos básicos (2)).
Cuanto mayor es la prima de
riesgo más caro le sale al estado en cuestión volver a vender deuda pública
(más dinero tendría que devolver finalizados los plazos de vencimiento de las
deudas). Y eso puede convertirse en un problema muy serio porque puede llegar
un momento en el que al estado no le compense pedir prestado a tipos de interés
tan altos. Esto es lo que le ocurrió a Grecia, Irlanda, Portugal e Italia, y
por ello fueron obligados a buscar una financiación diferente de la mano de la
Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo.
Para evitar la tendencia
creciente en las primas de riesgo de estos países existe una fórmula
relativamente sencilla de aplicar y que en absoluto se trata de un mecanismo
revolucionario: la emisión de eurobonos. Consiste en que los países de la Zona
Euro dejaran de vender deuda pública y lo hiciera en su lugar un organismo
común a los 17 países poseedores de la moneda común. De esta forma, en vez de
tener un tipo de interés para cada país, se pasaría a tener un solo tipo de
interés que englobara y sintetizara todo el riesgo de la zona euro. La deuda la
venderían conjuntamente los 17 países, y no cada uno por separado. Se trataría
de compensar el elevado riesgo de países como Grecia con el inexistente riesgo
de países como Alemania. El cálculo del tipo de interés para la deuda común
debería ser una especie de promedio entre todas las actuales. Por ejemplo,
teniendo en cuenta que España tiene un 4,7%, Italia un 5,6%, Irlanda un 5,8%,
Portugal un 12,2% y Grecia un 25,8%, y el resto de países tienen unos tipos de
interés no superiores al 3%; el tipo de interés para los eurobonos podría estar
en torno al 5 o 6%.
Que los países de la Zona Euro
emitiesen eurobonos con un 5 o 6% de rentabilidad tendría diversos efectos. El
primero de ellos sería que países como Grecia o Portugal podrían financiarse de
una forma mucho más barata que la actual, lo que aliviaría muchísimo su
situación económica. El segundo de los efectos sería que países más sólidos
como Alemania, Países Bajos o Francia pasarían a financiarse de una forma mucho
más cara que la actual. A efectos prácticos, estos países estarían soportando
parte de los costes financieros que hoy día soportan los países periféricos.
Por eso se comenta que la emisión de los eurobonos sería un mecanismo de
solidaridad entre los países de la zona. Y precisamente por eso estos países
son los que más se oponen a esta medida, en especial Alemania de la mano de
Angela Merkel. El tercer efecto y no por ello menos importante es que se le
cerrarían las puertas a los grandes movimientos especulativos. No es lo mismo
especular con un país pequeño como Grecia que hacerlo con los fondos de todos
los países de la Eurozona. Los especuladores no tendrían ya el aliciente de
atacar al país más débil o menos creíble, por lo que sus acciones se verían
notablemente reducidas, y con ellas la presión a la que están sometidos ciertos
países.
Uno podría pensar que la
emisión de los eurobonos sería una respuesta injusta a la crisis de deuda
pública que asola la Eurozona, en tanto en cuanto Alemania tendría que cargar
sobre sus espaldas la mayoría del coste que actualmente tienen los países de la
periferia. Pero esta apreciación podría cambiar si se tuviese en cuenta quela moneda común beneficia
especialmente a Alemania en detrimento de los mismos países que
actualmente tienen problemas de financiación. Y este efecto no es nuevo, sino
que se viene dando desde la creación del euro en 2002. Visto de esta forma, la
emisión de eurobonos sería una herramienta moderada y solidaria para corregir
en cierta manera los desequilibrios financieros y económicos que se vienen
produciendo desde la creación del euro y cuya resolución nunca ha sido
contemplada por el desastroso diseño de la Unión Europea. En otras
palabras, emitir eurobonos sería hacer justicia en la medida en que Alemania
estaría pagando parte del daño que la moneda común les ha estado provocando a
los países de la periferia a costa de su propio beneficio. Emitir eurobonos
sería una forma de saldar la deuda que tiene Alemania con los países
periféricos.
Notas:
(1) Estamos fijándonos en los bonos con plazo de vencimiento a 10 años, que es el tipo de renta fija utilizada para calcular la prima de riesgo.
(2) A fecha 25 de mayo de 2012
(1) Estamos fijándonos en los bonos con plazo de vencimiento a 10 años, que es el tipo de renta fija utilizada para calcular la prima de riesgo.
(2) A fecha 25 de mayo de 2012
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