Como cualquiera puede
fácilmente comprobar, el balance del euro no ha sido todo lo satisfactorio que
se esperaba. La moneda única no ha cumplido ninguna de sus promesas y ha creado
una forma de crecimiento y de empleo dislocada. La zona euro es hoy en día la
zona integrada menos dinámica del mundo. Esto no tiene nada de sorprendente.
Para comprender por qué el euro plantea tantos problemas, debemos recordar la
forma en que fue creada: no se fundo sobre argumentos económicos progresistas,
sino únicamente por una voluntad ideológica casi experimental…
Un vicio fue introducido en la
moneda única desde su acto de creación. Después, el vicio ha producido sus
efectos en forma de paro, desigualdades, especulación inmobiliaria, pérdida de
poder de compra…
Si deseamos poder redirigir
estructuralmente la forma de crecimiento y empleo en España y en Europa, la
única solución razonable pasa hoy en día por la salida del euro.
Para desarrollar el necesario debate para la salida del euro, he aquí
cinco razones para salir del euro, cinco razones a difundir con urgencia:
1. Los resultados comparados de la zona euro y de la zona no-euro revelan
una ventaja neta de ésta última. Por un lado tenemos un crecimiento
anémico o ineficiente, paro en masa, déficits estructurales, del otro (Reino
Unido, Suecia, Dinamarca), tasas de paro mucho más bajas, un crecimiento fuerte
y productivo y déficits limitados. He aquí por qué los tres países fuera del
euro recuerdan regularmente que no adoptarán la moneda única.
2. Razón más técnica, pero finalmente muy sencilla de
comprender: la zona euro no es lo que denominamos una “Zona Monetaria Optima”
(ZMO), es decir un grupo de países o regiones cuyas economías se encuentran
fuertemente imbricadas. Los Estados Unidos son una ZMO, mientras que los economistas
están de acuerdo en que la zona euro está lejos de convertirse en una ZMO. Los
intercambios en su seno no representan más que el 15% del PIB de la zona, un
porcentaje muy bajo en comparación con los Estados Unidos. Además, el
presupuesto europeo es extremadamente pequeño en relación al PIB de la zona, lo
que no permite ninguna transferencia presupuestaria en el seno de la zona euro,
contrariamente a lo que ocurre en Estados Unidos. En resumen, la zona euro no es una zona óptima desde el punto de vista
monetario. La existencia de una moneda única en esta zona no es una buena
solución y representa un freno terrible al crecimiento equilibrado.
3. El euro impone a los Estados europeos una política única en materia de tasas de interés y no permite realizar devaluaciones que podrían resultar necesarias. Por eso, mientras que las tasas de crecimiento y de inflación son a menudo muy divergentes en el seno de la zona euro, por ejemplo entre España y Alemania, las soluciones son obligatoriamente las mismas con una moneda única. Además los Estados miembros no pueden corregir los desajustes de este sistema utilizando su presupuesto ya que este se encuentra fuertemente sujeto por el pacto de estabilidad (los famosos criterios de Maastricht). Aunque sea de forma intuitiva, comprendemos mejor el absurdo que supone esta situación. ¡Es como si todas las enfermedades de un hospital tuvieran que recibir el mismo tratamiento!. Salir del euro para recuperar los márgenes de maniobra y así disponer de una política monetaria más ajustada a las necesidades específicas, en colaboración con nuestros vecinos europeos, ¡por ahí debería ir la solución!.
3. El euro impone a los Estados europeos una política única en materia de tasas de interés y no permite realizar devaluaciones que podrían resultar necesarias. Por eso, mientras que las tasas de crecimiento y de inflación son a menudo muy divergentes en el seno de la zona euro, por ejemplo entre España y Alemania, las soluciones son obligatoriamente las mismas con una moneda única. Además los Estados miembros no pueden corregir los desajustes de este sistema utilizando su presupuesto ya que este se encuentra fuertemente sujeto por el pacto de estabilidad (los famosos criterios de Maastricht). Aunque sea de forma intuitiva, comprendemos mejor el absurdo que supone esta situación. ¡Es como si todas las enfermedades de un hospital tuvieran que recibir el mismo tratamiento!. Salir del euro para recuperar los márgenes de maniobra y así disponer de una política monetaria más ajustada a las necesidades específicas, en colaboración con nuestros vecinos europeos, ¡por ahí debería ir la solución!.
4. La cuarta razón es histórica. En efecto, la historia nos demuestra que
las monedas plurinacionales siempre han fracasado, ya sea la de la URSS,
la de Checoslovaquia, la de Yugoeslavia o incluso la del siglo XIX que se
instauró entre Francia, Italia, Suiza y Bélgica (la “Unión Latina”). La
creación del euro ha sido un empeño de unos aprendices de brujo empapados de
ideología. Así no podía salir bien.
5. Por último, el euro facilita estructuralmente la inflación. Como
cualquiera puede constatar, y las asociaciones de consumidores confirman, los
precios no han dejado de aumentar desde la llegada del euro. Esto vale para
España, pero también para Francia, Alemania o Italia. Esta inflación es debida
a la pérdida de referencia transitoria de la que algunos supieron aprovecharse,
pero también existe otra razón muy sencilla que no va a desaparecer nunca: ¡la
unidad mínima del euro (céntimo de euro) es 1’66386 veces superior a la unidad
mínima de la peseta!. De esta forma, cualquier pequeña subida de precios es más
elevada que una pequeña subida en tiempos de la peseta. Cuando cualquier cosa
costaba 1 peseta más cara que antes, ¡hoy cuesta 1 céntimo de euro mas cara!
¡Un aumento adicional más de dos terceras partes superior!. Esto explica la
importancia del redondeo de precios, es decir, los precios psicológicos que
imponen aumentos también “redondos”, y siempre más elevados que anteriormente.
El marketing tiene sus propias reglas, y por mucho que os puedan contar, no van
a cambiar jamás…
Cinco razones para salir del
euro, solo cinco razones. Los economistas más expertos en cuestiones monetarias
podrían daros muchas más, más técnicas. Pero estas cinco razones son ya lo
suficientemente importantes en sí para hacernos reflexionar. Es hora de empezar
a animar el debate, a la altura del resto de países europeos. Porque la
cuestión del euro es demasiado grave para dejarla en manos de ideólogos, exigiendo
la organización de referéndums para una eventual salida del euro.
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