Simón Andrés Zúñiga /Miércoles 13 de febrero del 2013
Salir criticando la devaluación desde la posición hipócrita de la
derecha forma parte de su estrategia de sabotaje económico, y hay que tratar de
enfrentarlos para evitar que siembren la confusión en las filas bolivarianas y
en el seno del pueblo. Sin embargo, esto no debe cohibir la crítica desde las
filas de la revolución, y de las organizaciones populares, hacía lo que
consideramos una incoherencia recurrente en política económica.
Los economistas que representan los intereses de los grupos económicos
dominantes hicieron un aquelarre luego de que el gobierno bolivariano anunciara
la modificación de la tasa de cambio oficial de las transacciones que se hacen
por CADIVI y, al mismo tiempo, anunciara la eliminación del SITME.
Como brujas
en éxtasis, vociferaban acusando al gobierno de aplicar un “paquete rojo”, y
calificaron la fecha como “el viernes rojo”, para tratar de comparar las
medidas con el programa de ajustes neoliberal de Carlos Andrés Pérez en 1989, y
con el “viernes negro” de 1984 cuando el gobierno saliente de Luis Herrera
Campins dio fin a la tasa cambio fija de 4,3 bolívares por dólar que predomino
desde inicios de la década de 1960.
Señalar al gobierno de aplicar medidas de ajustes ortodoxas,
neoliberales, así como compararlo con los gobiernos antipopulares de la IV
República, no sólo es una falacia sino un acto de cinismo, por parte de
aquellos que han participado activamente en la elaboración tanto del programa
económico que traía bajo el brazo el empleado Pedro Carmona Estangs, cuando
encabezó el golpe de 2002, como del paquete de ajuste acordado por la élite de
las fuerzas políticas que respaldaban a Capriles Radonsky.
Colocar a las medidas cambiarias anunciadas el pasado viernes, en el
mismo nivel de las políticas económicas que se instauraron a partir de la
década de los 80, y del destapado programa económico de Radonsky, forma parte
de una estrategia de manipulación mediática planificada desde los últimos
meses. Ciertamente, en aquellos tiempos, las políticas económicas de ajuste
neoliberal estaban orientadas a crear las condiciones adecuadas para la
acumulación de capital, impulsada por las ganancias capitalistas y con el
tutelaje de los organismos financieros internacionales y los representantes del
capital financiero internacional (FMI, Banco Mundial, BID, calificadoras de
riesgos y banca de inversión). Esto último, significaba una pérdida de
soberanía en la elaboración de la política económica que, a la par, implicaba
la entrega de los recursos petroleros a al capital trasnacional. Si la de ellos
era una estrategia de acumulación basada en el impulso de las ganancias,
significaba que era altamente regresiva, afectando los ingresos y el empleo de
los trabajadores. Ciertamente, lo que caracterizó a estas política fue su
aversión a ajustar el salario mínimo, la promoción reformas laborales que
flexibilizaron y precarizaron el mercado laboral, llevando a la ocupación
informal a más de 50% de la totalidad de la ocupación. La consecuencia fue el
deterioro profundo de los indicadores sociales debido al ensanchamiento de la
desigualdad y de la pobreza. El modelo impulsado por los economistas de la del
libre mercado, implica un resultado distributivo desfavorable a los trabajadores.
Igual, el fin de semana, los economistas corporativos resaltaron el alto
porcentaje del ajuste, al fijarse la el precio del dólar oficial a 6,30
bolívares. La mayoría señaló que era un incremento fuerte y que esto afectaría
el salario de los trabajadores. Esta rasgadura de vestiduras y la defensa a los
trabajadores, es contradictoria con su complicidad, pública y notoria, en la
estrategia especulativa desplegada principalmente por el capital financiero, y
dónde estos economistas de la derecha han tenido un rol fundamental. Aunque
alguno de ellos (Luis Vicente León), en un arrojo de sinceridad, dijo que el
ajuste era insuficiente, es decir que si hubieran sido ellos el incremento
hubiese sido mayor.
La necesidad del debate y la crítica revolucionaria en la política
económica
El modelo de crecimiento impulsado por el gobierno bolivariano apunta
estratégicamente hacia la inclusión de la gran mayoría de la población (pobres,
pobres extremos, sectores medios…), a través de la distribución popular de la
renta petrolera. Como lo señalamos en el artículo anterior (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=163508&titular=devaluar-o-no-devaluar%85-%BF%E9ste-es-el-problema?-)
es un modelo basado en el respaldo del ingreso familiar y en el empleo. Las
políticas económicas que se han implementado han sido se manera soberana, sin
la necesidad de un acuerdo con el FMI. Ni siquiera empezando el gobierno, en
1999, cuando el barril de petróleo estaba en 7 dólares, se acudió al FMI ni se
aplico un ajuste ortodoxo. Lo que sin duda alguna, si iba a hacer el gobierno
de la MUD si ganaba las elecciones. Tenemos como evidencia el acuerdo firmado
por la élite de la MUD en año pasado, hecho público por un desertor de sus
filas que denunció la agenda paralela que implica un plan de ajustes
neoliberal. Este documento era un pacto con los grupos dominantes internos y
extranjeros. Ese documento era una carta de intención con el FMI. Ellos iban a
devaluar con más intensidad porque los intereses de su financistas así lo
requería, porque creen que esta es la única forma de corregir los
desequilibrios.
Salir criticando la devaluación desde la posición hipócrita de la
derecha forma parte de su estrategia de sabotaje económico, y hay que tratar de
enfrentarlos para evitar que siembren la confusión en las filas bolivarianas y
en el seno del pueblo.
Sin embargo, esto no debe cohibir la crítica desde las filas de la
revolución y de las organizaciones populares. Por eso insistimos que las
devaluaciones significativas que el gobierno termina aplicando, luego de un
severo ataque cambiario, tienen ganadores y perdedores. Entre éstos últimos
están los trabajadores. Las devaluaciones terminan creando un círculo vicioso
de inflación-devaluación-inflación. Son incoherentes con el modelo económico
promovido porque afectan el ingreso familiar y el empleo, al mismo tiempo que
beneficia al capital financiero especulativo y parasitario. El salario laboral
será afectado, y hecho que esto lo digan los economistas de la derecha, no
significa que sea mentira sino lo que ellos por oportunismo se aprovechan de la
coyuntura. El hecho es que ellos lo harían peor, por convicción, por los
intereses de clase que ellos defienden.
No tiene sentido defender la devaluación con los argumentos
fondomonetaristas de “promover las exportaciones y disminuir las
importaciones”, ni de “mejorar la competitividad”.
El gobierno bolivariano posiblemente hará lo que ha hecho en las últimas
devaluaciones, con respecto a los efectos nocivos sobre la población
trabajadora. Es decir, aumentará el salario mínimo. Aunque hay un porcentaje
importante de la población ocupada que no percibe el salario mínimo porque está
ocupado en el sector informal. Por tanto, hay que tomar medidas que atenúen la
caída del ingreso y del consumo de las familias de los sectores populares, de
los sectores medios.
Hay que profundizar las medidas de carácter estructural que promuevan el
logro de metas de producción agrícola y manufacturera; hay que fortalecer la
capacidad de gestión y la eficiencia; hay que reducir el poder de los grupos
emergentes que controlan el negocio de la importación, de los dólares y de las
contrataciones en complicidad con funcionarios del aparato del Estado; hay que
disminuir el inmenso poder del capital financiero especulativo y de los bancos
privados que están controlando el mercado paralelo; hay apoyar a los que
quieran producir para el mercado interno.
La creación del Órgano Superior para la Optimización del Sistema
Cambiario es un paso positivo, si este lleva a mejorar los niveles de
eficiencia del control cambiario. Tal como señaló el Vicepresidente, Nicolás
Maduro, si se mejoran los controles previos y posteriores CADIVI puede
funcionar mejor. Si se crea un sistema integrado entre CADIVI, el SENIAT y el
BCV se le daría un golpe al sector especulador que se ha enquistado en la
economía. Este es uno de los anuncios más importantes, por lo tanto hay que tratar
de que funcione. Un gobierno de la oligarquía desmantelaría el control de
cambio cuanto antes.
La medida de la apertura de las cuentas en dólares debe ser
reconsiderada. Esto es un error porque promueve la dolarización de la economía.
Se debe promover las cuentas en bolívares, para promover el ahorro y no seguir
expulsado al bolívar fuerte.
Es importante que el debate sobre las medidas económicas recientes se
lleve a cabo con un espíritu crítico-constructivo. El año pasado, algún asesor,
con aliento derechista, recomendó el incremento del IVA. Y hasta el presidente
Chávez lo anunció, pero nunca se llevó a cabo esta medida. Seguramente, porque
el presidente escuchó los escritos que señalaban que este impuesto era
incoherente con una política económica que promueva el mercado interno, la
distribución del ingreso y la producción nacional.
* Simón Andrés Zúñiga es economista venezolano, miembro de la Sociendad de Ecomomía Política Radical (SER)
* Simón Andrés Zúñiga es economista venezolano, miembro de la Sociendad de Ecomomía Política Radical (SER)
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