Gráfica de
Scott Barber y Thomson Reuters sobre el desempleo juvenil
en los países centrales y periféricos de la eurozona incluido el Reino Unido, actualizados a marzo de
2012. La gráfica muestra el período comprendido entre la introducción del euro
y el colapso del Lehman Brothers en el cuál la tasa promedio de desempleo mostraba
una tendencia regular, pero alta, oscilando entre el 20% y 30%. Luego del
colapso del L. Brothers, el desempleo se dispara sobresaliendo los niveles de
España y Grecia, a continuación los de Portugal, Italia e Irlanda. Sólo la
tasa de desempleo en Alemania se mantuvo constante en un 7.9%
Bryan Serrano /22/05/2012
Hace tres semanas, en medio de
las manifestaciones globales por el día mundial de los trabajadores el pasado 1
de mayo, un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicado
en Ginebra sobre la situación actual del desempleo sentenciaba que en 2012 al menos 13 millones de personas serían lanzadas a la calle.
De hecho, esta crisis esta muy lejos de un final inmediato, y por el contrario sus efectos podrían prolongarse durante el tiempo necesario para profundizar el ciclo recesivo que vive la economía reflejada en las nuevas cifras dadas a conocer a comienzos de año por el FMI sobre la previsión del crecimiento mundial para el 2012, fijándolo en sólo 3,3% frente a un optimista 4% proyectado el año pasado.
De hecho, esta crisis esta muy lejos de un final inmediato, y por el contrario sus efectos podrían prolongarse durante el tiempo necesario para profundizar el ciclo recesivo que vive la economía reflejada en las nuevas cifras dadas a conocer a comienzos de año por el FMI sobre la previsión del crecimiento mundial para el 2012, fijándolo en sólo 3,3% frente a un optimista 4% proyectado el año pasado.
Hemos arribado al cuarto año
consecutivo que registrará a más de 200 millones
de personas viviendo en situación de desempleo desde el 2008. La aparente
recuperación económica luego de aquel año no produjo sin embargo variaciones significativas
en cuanto a las tasas de desempleo. Fue una reanimación económica vía mega-inyecciones de liquidez hacia el sistema financiero, pero que no
obtuvieron un contrapeso en la recuperación de la economía real conformada por
las industrias, fábricas, el comercio, la explotación de materias primas y el
empleo. Y éste último es el factor fundamental para dinamizar la economía apuntalando así la productividad, el crecimiento económico y la demanda interna. Si cae el
empleo, cae con ello la demanda y con ello vuelve a caer otra vez el empleo generándose un círculo vicioso. Las grandes cantidades de dinero público empleados para
rescatar a la gran banca privada colapsados por la deuda, parecen cobrarse ahora la tarifa en medio de cuantiosos recortes en el gasto público.
Sin embargo el estancamiento
de la economía sigue mellando las posibilidades de creación de más puestos de
trabajo, en plena crisis, por lo cuál tiene lugar el fenómeno del desempleo de larga duración o persistencia
del desempleo que ha sumergido a las principales economías
industrializadas como Estados Unidos y la Eurozona en un callejón sin salida, a pesar de haberse tomado medidas
paliatorias como rescates financieros o políticas fiscales de estímulo, configurando
una situación parecida a la que se conoce como crisis en forma de W, en donde
luego de una primera caída, la economía logra recuperarse en un corto plazo,
pero volviendo a contraerse sin la posibilidad de que aquella estrategia se
sostuviera en el largo plazo. Todo esto, debido a la profundidad del “endeudamiento
público” (endeudamiento de naturaleza privada como ha sido observado por varios
economistas no ortodoxos) y recetas económicas como la austeridad fiscal, son la que nos están
arrastrando a una nueva Gran Depresión. La globalización neoliberal está
en crisis, y una de sus consecuencias más dramáticas es el alto desempleo a
escala global.
El informe de la OIT señala: "Nuestra
estimación provisional para el año 2011 es que el desempleo total habría sido
de 196 millones de personas, y que pasaremos en 2012 a 202 millones, un aumento
de seis millones, y en 2013 a 207 millones. Esto significa que se alcanzaría una tasa de desempleo de alrededor de 6,1% en 2012". Según otro de los
aspectos del mismo informe, persiste un déficit de 50 millones de empleos respecto
a la situación previa al 2008. Y en cuanto a regiones, el déficit es crítico en
la mayor parte del mundo árabe y en África. Uno de los aspectos más dramáticos es
la situación del desempleo juvenil
que ya afecta a casi 80 millones, con una tasa dos o tres veces superior a
la de los adultos. Aproximadamente 1.530 millones de personas subsisten con
empleos no estables. En este terrible marco, las políticas de austeridad y los recortes
de salarios implementados con mano de hierro en la eurozona por el Banco
Central y la Comisión Europea condenan seriamente las perspectivas de recuperación
en la oferta laboral en el corto y mediano plazo incrementando la incertidumbre
de los mercados.
La misma OIT ha tachado las
políticas de austeridad como "contraproducentes", sumándose al coro del
FMI y criticando la ortodoxia económica de la austeridad fiscal dictada por la dictadura financiera enquistada en el BCE y la Comisión Europea, las cuáles han elevado las
tasas de desempleo en la eurozona en casi dos tercios desde 2010 y han hecho
descender la producción industrial, medido por el índice de producción
manufacturera en la eurozona (PMI - Purchasing Managers ‘Index) el cuál cayó en abril a
los 45,9 puntos -un mínimo de 34 meses- frente a los 47,7 de marzo, según cifras publicadas por Eurostat. La
disminución de la producción en la eurozona ocurre con la caída de los índices
de producción en las economías más grandes, como Francia, Italia, Holanda,
España y Alemania; ésta última, la principal economía europea y dicho sea de
paso la segunda exportadora mundial, disminuyó hasta 46.2 acumulando 33 meses
de caída continua. La debilidad de la demanda y el comercio al interior de
la zona euro perjudica tanto a los volúmenes de producción como
al empleo. Y la contracción del empleo es el motor que ha ocasionado en
varios de los países periféricos la mayor ola de movimientos sociales de los
últimos tiempos.
La siguiente gráfica sobre el desempleo en EEUU, extraída del blog Calculated Risk es una demostración de la hecatombe humana producida
por la actual recesión en términos de la duración y caída del empleo. De las 11 mayores recesiones -cada uno marcada con diferente colores- ocurridas después de la segunda
guerra mundial, la recesión del 2007 (la línea roja) representa a su vez la
crisis de más larga duración y la de mayor caída del empleo en términos
porcentuales. La línea punteada negra en forma horizontal marca el punto de inflexión de cada una de las recesiones. En el eje horizontal están ubicados los meses que explican la
duración de cada recesión. Y en el eje vertical los niveles porcentuales en
la caída del empleo con respecto a su máximo previo. Así pues, vemos que la
línea roja -la recesión de 2007- abarca a todas las recesiones con una duración
de aproximadamente dos años (25 meses) de caída continúa del empleo llegando hasta
-6.4%, luego del cuál incluso continúa con una caída peor al -5.0%
correspondiente a la recesión de 1947, durante aproximadamente 24 meses más. Si
bien, la crisis de 1980 produjo oficialmente la mayor tasa de desempleo en EEUU (10,8%), es sabido que la administración de Obama está manipulando las estadísticas reales
del desempleo situándolas por debajo de ese nivel, cuando según las cifras de Bureau of Labor Statics la tasa de desempleo actual supera de lejos la marca de 1980 llegando al 16%. Sólo hay que observar la
monstruosidad de la forma que adquiere el desempleo de larga duración en EEUU (en forma de una meseta invertida) para darnos cuenta de que nos encontramos probablemente frente a la
mayor crisis de la historia (hacer Click en la imagen para ver la gráfica ampliada).
Y en España, que hoy se
encuentra en el ojo del huracán de la crisis, la tasa de desempleo ha alcanzado
un record histórico, saltando de un 7.9% en abril del 2007 antes de la
explosión de la burbuja inmobiliaria, a un increíble 24,1% en 2012 con más de 5,8
millones de parados lo cuál ha empujado a la economía española a una segunda
recesión. Tal como el economista catalán Santiago Niño Becerra, había previsto en sus proyecciones sobre la tasa de desempleo, debido a la profundidad de la crisis española, el paro de larga
duración podría prolongarse inclusive durante una década. La economía española
ciertamente es una economía grande para caer, pero también, a diferencia de
Grecia o Portugal, es demasiada grande como para ser rescatada. Su colapso se
traduciría en un efecto devastador para la eurozona y con ello podría provocar
un descarrilamiento de la economía mundial al trasladarse los enormes desequilibrios
del sector financiero hacia el resto de la economía vía el comercio
internacional, las inversiones y las exportaciones. Como en algún momento mencionara la OCDE, Europa
representa hoy uno de los mayores riesgos para la economía mundial, y las
medidas de austeridad y los recortes en el presupuesto público son un auténtico garrote
con el que la dictadura del capital financiero está reprimiendo a la población socializando las pérdidas de la deuda en perjuicio de las clases trabajadoras.
El desempleo por países en la eurozona, según Eurostat actualizado a marzo de 2012. España figura con la mayor tasa desempleo (24.1%); le sigue Grecia (21.7%).
La crisis financiera, una
crisis del sistema capitalista en su conjunto, debe llevarnos a replantear
seriamente la forma en la cuál la teoría económica predominante hace lectura de
la cuestión del desempleo, sobre todo en tiempos de crisis. Ninguna escuela económica parece haber marginado en
extremo la relevancia que para el funcionamiento de la economía tiene el empleo, como lo ha hecho el neoliberalismo monetarista. Prueba de ello fueron los últimos treinta
años saturados con un ortodoxo recetario instrumental abocado en cumplir las metas de inflación como misión inmaculada de los Bancos Centrales, sacrificando así los niveles de empleo por el control de precios, y perjudicando la
actividad económica y la inversión. Sin embargo, a través del control de
precios y la manipulación de los tipos de interés las ganancias del capital privado aseguraron en mayores proporciones
sus niveles de rentabilidad. Entonces, ¿hacia dónde nos condujeron las recetas neoliberales de los bancos centrales? Es posible que el control de precios haya solucionado al menos
temporalmente el problema de la inflación, siendo algunos de los países
latinoamericanos (entre ellos el Perú) los mejores alumnos que a pie juntillas llevaron a la práctica
la política económica dictada por el denominado Consenso de Washington. Pero, ¿no fue amenos
cierto acaso que la brecha entre ricos y pobres lejos de disminuir se profundizó, y que ante ello las políticas monetarias bajo el amparo de la independencia política y administrativa de los Bancos Centrales hicieron
poco o nada? De allí que el problema principal en la crisis debería de
replantearse en términos de no hablar demagógicamente sólo de la “deuda
pública”, sino trayendo al centro de la polémica los problemas cardinales de una economía capitalista en tiempos de crisis como lo son el desempleo masivo, la fiscalización en el control de precios y la creación de
riqueza monetaria y los altos niveles de desigualdad en la distribución de la
renta. Con el advenimiento de esta nueva crisis, el fraude intelectual de la auto-rregulación del mercado laboral, un postulado de la
economía neoclásica en general y del neoliberalismo monetarista en particular, podría verse desenmascarado por completo.
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En Crisis del XXI: El mundo necesita 600 millones de puestos de trabajo, El tema del desempleo global inquieta cada vez más a la población, El desempleo mundial en su nivel más alto.
En Crisis del XXI: El mundo necesita 600 millones de puestos de trabajo, El tema del desempleo global inquieta cada vez más a la población, El desempleo mundial en su nivel más alto.
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