Alberto Garzón Espinosa /20/05/2012
Una de las principales
aportaciones de los teóricos de la llamada “Escuela Política Radical”, surgida
en los años sesenta en Estados Unidos de la mano de autores como D.
Gordon, M. Reich, T. Weisskopf, R. Edwards y S. Bowles, fue la noción de
‘Estructura Social de Acumulación”. Con ella se pretendía describir los
requisitos institucionales que satisfacen en cada momento histórico el proceso
de acumulación de capital, punto central del análisis radical.
Esta teoría proporciona
elementos de análisis muy interesantes a la hora de estudiar la crisis
económica y la dinámica capitalista. Por esta razón traigo al blog algunos
puntos fundamentales de dicha explicación, a fin de que el lector interesado
pueda tener una idea general del discurso radical y surja la curiosidad para
adentrarse en los textos originales (desgraciadamente todos en inglés, pues la
penetración de la teoría radical en España es extremadamente reducida).
La reconceptualización de
la Estructura Social de Acumulación
Para los teóricos de la ESA las
instituciones animan la inversión capitalista y el crecimiento económico, pero
eventualmente cesan su contribución al crecimiento económico: o bien el
crecimiento desestabiliza las instituciones o bien las instituciones crean
barreras para el crecimiento. En ese momento deviene una crisis, entendida como
un período de inestabilidad que requiere la reconstrucción institucional para
renovar el crecimiento y la estabilidad (Wolfson, 2006).
Los teóricos originales de la
ESA determinaron que las instituciones eran necesarias para apoyar el circuito
del capital, pero posteriormente afirmaron directamente que la ESA afectaba a
la tasa de acumulación (Kotz, 2006). Este último aspecto ha sido desde hace
algunos años, sin embargo, motivo de crítica por parte de los economistas
radicales, precisamente porque se considera que no hay evidencia para afirmar
que el objetivo central que guía la construcción de una estructura
institucional sea la tasa de acumulación (Kotz, 2006).
Las nuevas reinterpretaciones
teóricas afirman que, en efecto, la promoción de una rápida acumulación en el
sistema no es el núcleo de los intereses de los individuos capitalistas, sino
que por el contrario sí lo es la expectativa de ser capaz de participar en el
circuito del capital y dentro de él de apropiarse de la máxima cantidad de
excedente posible, en relación al capital invertido, lo que conduce al capital
(Wolfson y Kotz, 2010; Kotz, 2006)
Para los nuevos teóricos de
las ESA no hay una tasa de acumulación mínima, y los excedentes pueden tener
otros usos además de la acumulación. La alternativa a reinvertir el excedente
(algo que dependerá del cálculo de la tasa de beneficio esperada así como de si
dicha tasa es aceptablemente alta) es la inversión financiera. Se puede
invertir en la esfera financiera esperando condiciones más favorables en el
ámbito de la inversión real. Por eso los capitalistas pueden mantener altas
tasas de rendimientos (a través de operaciones financieras y especulativas) sin
que se invierta en lo productivo y sin que se vean impulsados a cambiar la
estructura institucional (Kotz, 2006).
En definitiva, los nuevos
teóricos de la ESA consideran que cada ESA apoya al circuito del capital pero
puede o no llevar a una rápida acumulación de capital, de tal forma que la
relación entre la ESA y el rápido crecimiento económico debe ser abandonada,
apostando en su lugar por comprender la ESA como las estructuras
institucionales que estabilizan temporalmente las contradicciones del
capitalismo, que son las que existen entre capital y trabajo, entre capital y
capital, entre trabajo y trabajo en la dimensión internacional (Wolfson y Kotz,
2010; Kotz, 2006).
Los tipos de Estructuras
Sociales de Acumulación y sus crisis
Basándose en la idea de K.
Polanyi según la cual los intentos de crear una economía de libre mercado
conlleva siempre e inevitablemente el surgimiento en el seno de la sociedad de
un movimiento opuesto como respuesta al exceso de pobreza, la desintegración
social y la inestabilidad, los nuevos teóricos de las ESA han postulado dos
tipos generales de ESA: las ESA reguladas y las ESA liberales. Cada ESA
pertenece a uno u otro grupo en función de cómo configuran las siguientes cinco
dimensiones: 1) la relación Estado-Economía; 2) la relación Capital-Trabajo; 3)
la relación capital-capital; y 4) el carácter de la ideología dominante
(Wolfson, 2006; Kotz, 2006; Wolfson y Kotz, 2010). La diferencia subyacente
entre los dos tipos de ESA es la diferente manera en la cual la contradicción
capital-trabajo es temporalmente estabilizada (Wolfson y Kotz, 2007).
Según Kotz (2006), la
evidencia empírica sugiere que a pesar de que las ESA liberales favorecen a los
beneficios, las tasas de acumulación son más débiles que en las ESA reguladas.
Esto sería así por las siguientes razones (Wolfson y Kotz, 2007):
Las ESA liberales tienden a
generar problemas de insuficiencia de demanda agregada a largo plazo, al
mantener bajos los niveles salariales y de gasto público.
Las ESA liberales crean
inestabilidad en el nivel macroeconómico, reduciendo la efectividad de los
estabilizadores automáticos y haciendo al sistema más vulnerable a mayores
crisis financieras y depresiones.
La competición desenfrenada de
una ESA liberal tienen a determinar comportamientos de corto plazo en las
empresas.
Un sector financiero
desregulado en una ESA liberal tiende a desviar fondos del sector productivo
hacia las actividades especulativas.
Por otra parte, las ESA
liberales fortalecen la capacidad del capital para restringir el crecimiento de
los salarios y desplazar la distribución del ingreso en su favor, llevando a
una inadecuación de la demanda y a la sobreinversión. Además pueden llevar a
una situación de “inversión coercitiva” y están plagados de crisis financieras.
Por el contrario, las ESA reguladas están sujetas a crisis de estrangulamiento
de los beneficios, ya que llevan a un poder muy alto de los trabajadores a y
periodos de bajo desempleo que permiten presionar a la baja los beneficios
empresariales (Wolfson y Kotz, 2010).
De la ESA de posguerra a la
ESA neoliberal
La ESA de posguerra se
completó a final de 1940 y duró hasta 1973. En esta ESA no había dominio del
trabajo sobre el capital, sino que más bien existía un equilibrio entre
capital-trabajo que evitaba problemas de subconsumo y de estrangulamiento de
beneficios. Había una activa regulación por parte del Estado de la actividad
económica, un desarrollado Estado del Bienestar, un programa de cooperación
entre trabajo-capital y una forma de competencia entre grandes empresas de tipo co-respective (Kotz,
2008; Wolfson, 2006).
A finales de los setenta
esa ESA entraría en crisis para comenzar a tomar forma una nueva en Reino
Unido y Estados Unidos, cuya naturaleza se asemeja al libre mercado dominante
antes de la Gran Depresión. Esta nueva ESA, denominada posteriormente
neoliberal, se establece definitivamente a comienzos de los años ochenta y en
la nueva configuración se restituye el poder de las empresas y se pierde el
equilibrio anterior (Kotz, 2008).
Dado que el neoliberalismo habría
promovido el crecimiento del porcentaje de beneficios en el total de ingresos y
habría beneficiado al poder de la clase capitalista, a la vez que habría
estabilizado temporalmente algunas de las contradicciones del capitalismo,
estaríamos hablando de una ESA de tipo liberal (Wolfson y Kotz, 2007).
El neoliberalismo habría
tenido tres desarrollos que, en palabras de Kotz (2008b) “estimularon una gran
expansión económica pero que contenían las semillas de una crisis sistémica”, y
que son los siguientes. En primer lugar, el crecimiento de la desigualdad
(entre salarios-beneficios y entre hogares). En segundo lugar, la
transformación del sector financiero en más arriesgado y especulador. Y en
tercer lugar, el desarrollo de una serie de grandes burbujas de activos.
El crecimiento más alto de los
beneficios, en comparación con los salarios, unido a la concentración de la
riqueza en los hogares más ricos, creó un volumen de fondos que sobrepasaban
las oportunidades de inversión en la economía real. Eso llevó a que esos fondos
fueran utilizados en burbujas de activos que llevarían sucesivamente a las
expansiones de los ochenta (savings and loans), de los noventa (puntocom) y de
los dosmil (bubuja inmobiliaria) (Kotz, 2008b).
La financiarización y la
crisis de las hipotecas subprime
Para los teóricos de la ESA la
“financiarización” tiene su origen en lo que han llamado “la reestructuración
neoliberal”. Como consecuencia de la misma, el papel que tenía el sector
financiero como apoyo de la acumulación de capital, fundamental en la ESA de
posguerra, se rompió y el sector financiero se hizo más independiente (Kotz,
2008).
En todo caso las raíces de la
financiarización también hay que buscarlas en una tendencia inherente al
proceso capitalista una vez que éste alcanza la etapa de la corporación, en
torno al siglo XIX. Estas transformaciones desplazaron la propiedad del capital
desde la posesión directa hacia la posesión de títulos financieros, los cuales
permitían escapar de los riesgos asociados a la propiedad individual. Estos
títulos financieros podían ser comprados y vendidos instantáneamente, para lo
cual era necesario crear mercados líquidos. Como consecuencia, tras estos
desarrollos, eran los trabajadores los únicos que soportaban los riesgos de la
producción (Kotz, 2008). Esta tendencia a la financiarización, o
incremento de los motivos financieros, puede sin embargo controlarse en el
marco de las ESA reguladas.
Las contradicciones de la
nueva configuración son múltiples e importantes. En primer lugar, la separación
entre finanzas y actividad productiva no puede ser total, pues en última
instancia los beneficios dependen de la actividad no financiera y ésta tiene
impactos en el sector productivo. En segundo lugar, aunque la financiarización
puede servir para promover la acumulación vía concesión de préstamos a la vez
que estimula el consumo en un entorno de salarios estancados, también genera
mayor vulnerabilidad en el sistema.
La crisis de las hipotecas
subprime debe ser vista entonces no cómo un fenómeno aislado o coyuntural, sino
como parte de un largo desarrollo. En un período, como el neoliberal, en el que
la demanda crecía inadecuadamente debido a los bajos salarios era imposible que
la acumulación y el consumo capitalista mantuvieran ritmos suficientes para
mantener la expansión. La única posibilidad residía en que algún grupo social
gastara más de lo que ingresaba, es decir, que se diera un incremento del
endeudamiento. La mayoría de los préstamos hipotecarios en el período reciente
de la economía estadounidense se dieron para compensar las deficiencias
salariales, más que para nuevas compras de viviendas, cuya prueba está en que
la gran mayoría fueron préstamos para “refinanciamiento”. Para poder
endeudarse, sin embargo, era necesaria la existencia de garantías o ‘colaterales’
que dieran respaldo a los nuevos préstamos. Las burbujas de activos cumplieron
ese papel proporcionando tales garantías, a pesar de la vulnerabilidad
creciente asociada (Kotz, 2008b).
Mientras el sector financiero
proporcionaba los recursos financieros, también dispersaba los riesgos por todo
el mundo en complicidad con las agencias de calificación y utilizando
mecanismos como la titulización que hacían aún más frágil al sistema en su
conjunto. En cada expansión neoliberal el endeudamiento se ha incrementado más
y más, precisamente porque sin atajar el problema de raíz –los salarios
estancados- el sistema sólo podría subsistir con un nivel de endeudamiento
ilimitado. Por lo tanto, la existencia de burbujas financieras de tamaño y
alcance creciente ha sido cada vez más necesaria en el contexto neoliberal. La
llegada de la crisis reveló que se trataba de una crisis sistémica de una forma
particular del capitalismo, el capitalismo neoliberal. Y, dada la naturaleza de
las ESA, pronto debería verse el surgimiento de una nueva en respuesta a esta
crisis (Kotz, 2008b).
BIBLIOGRAFÍA:
Barceló, A. (1998): Economía
política radical. Síntesis, Madrid.
Kotz, D. (2006):
“Institutional Structure or Social Structure of Accumulation?”. Working Paper.
Kotz, D. (2008):
“Neoliberalism and Financialization”. Working Paper.
Kotz, D. (2008b): “The
Financial and Economic Crisis of 2008: A Systemic Crisis of Neoliberal
Capitalism”. Working Paper.
Wolfson, M. H. (2006): “Class,
Crisis and the theory of social structure of accumulation”. Working Paper.
Wolfson, M. H. y Kotz, D.
(2010): “A Re-conceptualization of Social Structure of Accumulation Theory”, en
McDonouhg, T., Reich, M. y Kotz, D. (2010): Contemporary Capitalism and
Its Crisis, Cambridge Univertisy Press, New York.
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