miércoles, 20 de febrero de 2013

El Banco Central de Reserva del Perú frente a la guerra de divisas: la caída del dólar ante la volatilidad cambiaria mundial

Trayectoria de la caída del dólar - Tipo de cambio a largo plazo

Bryan Anthony Serrano /Miércoles 20 de febrero del 2013

Como consecuencia del prolongado declive de la economía estadounidense lastrada por graves desequilibrios a nivel estructural y macroeconómico, cuya más alta expresión lo constituye el fin de la hegemonía del dólar como divisa de intercambio mundial, y en dónde el actual ciclo recesivo continúa menguando su producción industrial, comercio, empleo, déficit fiscal y financiamiento externo -vía reducción de la compra de bonos del tesoro norteamericano- la Reserva Federal desde hace algunos años emprendió la aplicación de contundentes planes de flexibilización cuantitativa (Q1, Q2 y Q3) inyectando miles de millones de dólares a la economía en su intento por compensar el impacto de su desaceleración. Desde un helicóptero monetario se desembolsaron en los cuatro últimos años alrededor de US$3 billones fijándose anualmente la expansión en un US$1 billón.


Gracias a este método artificial de expansión de la masa monetaria adoptada por la Reserva Federal mediante el uso a mansalva de la imprenta, el dólar sufrió un constante proceso de pérdida de valor; una tendencia que más que atenuarse se fortalecerá a medida que la economía mundial no de síntomas de mejora, debido a los fuertes desbalances que aún frenan la recuperación de EEUU y que año tras año provocan la inundación de dólares hacia las economías emergentes acelerando la volatilidad de sus tipos de cambio: en latinoamérica; economías como las de Brasil, Colombia, México, Chile y el Perú, a la vez que eran absorbidas por capitales especulativos acrecentando el flujo de dólares, sufrían un preocupante proceso de apreciación de sus monedas frente a la divisa norteamericana dejando muy mal paradas la competitividad de sus industrias y sectores exportadores.

Las medidas estériles del BCRP ante la caída del dólar

En el Perú, tras un período de relativa estabilidad en el tipo de cambio durante comienzos de la década pasada, registrando incluso un incremento de hasta un 7% y alcanzando una cotización de S/3.60 a comienzos del 2002 que logró dinamizar las exportaciones no tradicionales, no fue sino hasta el año 2006 en que la paridad sol-dólar sufrió un brusco viraje -hecho que coincidió con la instalación del equipo de Julio Velarde en el Banco Central- produciéndose una sistemática caída de la divisa estadounidense de hasta un 14.6% situándose por debajo de los S/.2.70 (Ver gráfica). Sólo en el último año el dólar volvió a depreciarse hasta en un 5.38%. Pero ante éste peligroso retroceso del dólar, o sea con más de un año de encendidas las luces ámbar en la economía peruana según la alerta de The Economist, el Banco Central (BCRP) prácticamente se limitó a continuar con su tradicional política de control de metas de inflación y acumulación de reservas sin realizar reformas contundentes y convincentes para mejorar la posición del sol frente al dólar.

Un tipo de cambio más bajo (dólar barato) estimula las importaciones afectando los bienes nacionales y perjudicando a los productores locales, en tanto, un tipo de cambio más alto (más soles por dólar) abarata las exportaciones, estimulando la competitividad y la producción industrial. En efecto, con el tipo de cambio rozando niveles de hasta S/.2.565, la devaluación del dólar en nuestro mercado cambiario ha cruzado una preocupante línea roja consistente en un precio piso después del cuál los exportadores dejarán de percibir ganancias. Por cada céntimo de contracción del dólar el margen de ganancias de los exportadores no tradicionales se va reduciendo en un 0.30%, arrastrando con ello la caída de sus utilidades netas e inversión en innovación y tecnología. Sólo en el año 2012, de un promedio de 7 500 PYMES exportadoras focalizadas en el sector textil y de confecciones, alrededor de 2 465 fueron arrastradas a la quiebra por la pérdida de competitividad sumando casi el 30% del total. Un silencioso pero duro golpe hacia el dominio de la industria y los pequeños exportadores inducido por una política monetaria saturada por el dogmatismo de la ‘neutralidad nominal’, según el cuál el régimen cambiario no tiene ‘ningún efecto’ sobre la actividad económica real.

A lo largo de las últimas semanas los portavoces del MEF junto con los del BCRP anunciaron la ejecución de una serie de medidas para frenar la apreciación del nuevo sol y de pasada, enfriar el creciente despertar de la opinión pública sobre el tema: a) Compra de US$3 310 millones al mercado cambiario en lo que va del 2013, luego de haber adquirido US$13 174 millones en términos netos el año pasado; b) Alza del encaje en dólares –medida que viene desde el 2012- elevando en 1% la tasa de encaje media para los depósitos en divisa extranjera buscando encarecer los créditos en dólares empujándolos al alza vía el control de capitales y, c) licencia para elevar el límite de inversiones de las AFPs en el extranjero del 30 al 32%, lo que les dará cobertura para movilizar alrededor de US$750 millones adicionales. Sumándose a este conjunto de medidas, el ministro Castilla informó que se destinarán US$ 4.000 millones al mercado cambiario, de los cuales unos US$ 1.800 millones serán destinados a una operación prepago de la deuda.

No obstante que el dólar haya sufrido una ligera revaluación en lo que va del 2013 –0.94%- poco o nada efectivo resultarán las estériles escaramuzas de política monetaria empleadas en los últimos años contra la caída del dólar si es que no se aplican políticas más agresivas sobre el control de capitales y tipos de cambio alejadas del espectro de la ‘neutralidad nominal’; es decir, no sólo destinadas hacia la intervención de las apreciaciones y depreciaciones monetarias, sino orientadas a brindar una adecuada cobertura para la competitividad de la industria, y el incentivo de la producción y el empleo.

La expansión mundial de la volatilidad cambiaria, preludio de una guerra de divisas

Aunque el BCRP siga manifestando su optimismo frente al tipo de cambio, la tendencia a la persistente devaluación del dólar y el creciente flujo de capitales será irreversible afectando no sólo a la economía peruana sino a todo el continente latinoamericano. En un contexto de desaceleración económica, debilidad de la demanda y pérdida de millones de empleos, la volatilidad cambiaria no será un fenómeno pasajero; todo lo contrario, tendrá un papel protagónico en el presente año. De hecho, los principales Bancos Centrales entre ellos la Reserva Federal de EEUU, el Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra, el Banco Central de Suiza y el Banco Central del Japón están poniendo en práctica políticas monetarias heterodoxas y ultra-expansivas cuyo objetivo –aunque desde luego no anunciado oficialmente- persigue la depreciación sistemática de sus monedas para impulsar su producción y sus exportaciones. Se trata de la vuelta a la carrera de devaluaciones competitivas de monedas,  conocida también como guerra de divisas en la que se encamina de a tramos la economía mundial; un escenario que caracteriza el conflicto abierto entre los países que presionan la debilidad de sus monedas infravalorándolas artificialmente para abaratar sus exportaciones, encarecer importaciones y competir en mejores condiciones frente a sus vecinos.

Aunque Christine Lagardé del FMI vuelva a renegar sobre un escenario de guerra de divisas –nos referimos a lo acontecido en la cumbre del G-20 celebrada en Moscú hace pocos días- y Mario Dragui del BCE de un paso más allá intentado enfriar el debate y tildar de ‘exagerado’ el uso de un vocabulario parecido, la dinámica de las devaluaciones competitivas emprendida por diversos Gobiernos y Bancos Centrales en forma unilateral en 1er lugar, es el preludio para un conflicto generalizado de depreciación de monedas en la cuál su carácter ya no sólo sea unilateral- y en 2do lugar, es un hecho real que continúa extendiéndose al interior del sistema monetario internacional en un golpe de astucia para sortear el impacto de la desaceleración económica cuya escalada puede generar un potencial efecto destructivo, sobre todo en el bloque de las economías emergentes, con poca industrialización y ciertamente desfavorecidas en el ámbito del comercio internacional caracterizada por el intercambio desigual entre las grandes y pequeñas economías capitalistas. 

Mientras persistan las fuertes tensiones que genera aún la hegemonía del dólar estadounidense, el sistema monetario estará sujeto a fuertes presiones explosivas. Por tanto, no deja de tener un sentido bufonesco y embustero el acápite del comunicado del G-20 referente precisamente a la cuestión de las políticas cambiarias: “Reiteramos nuestros compromisos para movernos más rápidamente hacia unos sistemas de tipos de cambio más determinados por el mercado y que los tipos de cambio sean flexibles para que respondan a los fundamentales económicos”. Lo que traducido es: “Dejamos el frente despejado para el fuego cruzado de divisas...ningún Banco Central será amonestado por manipular su moneda...sigamos el ejemplo al yen...cada país tiene luz verde para hacer lo que le venga en gana...sálvese quién pueda...tonto el último que devalúe (¡!)”.

América latina y la carrera de devaluaciones competitivas: el Perú llega demasiado tarde

Como es conocido esta reacción en cadena se desencadenó luego de las acciones del Banco Central del Japón (BoJ) cuando el primer ministro Shinzo Abe anunció ha comienzos de enero el uso de artillería monetaria pesada para forzar la depreciación de la moneda nipona lanzando un colosal paquete de 20 billones de yenes (170.000 millones de euros) en su intento por reactivar la economía. A éstas alturas la depreciación del yen ha acumulado un 13% respecto al dólar arrastrando su valor más bajo desde el 2010. Casi seguida a las medidas del BoJ se generaron una ola de devaluaciones de monedas no sólo en Europa y EEUU sino también afectando a las economías emergentes: América Latina no se quedó excluida de la escalada monetaria abriéndose así un nuevo frente.

Los Bancos Centrales de Argentina, Colombia y Venezuela han comenzado ha retomar algunas medidas para frenar el preocupante retroceso del dólar en sus economías. Mientras el peso argentino se devaluó un 13% en los últimos 12 meses, el Banco Central de Colombia ha rebajado los tipos de interés del 4.25% al 4% situando el precio oficial del dinero en Colombia como el más bajo de toda Latinoamérica. Venezuela en tanto acaba de depreciar el bolívar en más de un 30% frente aldólar, en la quinta devaluación planificada que acomete el gobierno de Hugo Chávez como un golpe de mano contra el déficit fiscal, cuyo sistema cambiario -al igual que el de Argentina- se caracteriza por poseer firmes controles de divisas para la importación de bienes, compra de dólares y adquisición de deuda.

Como señalamos anteriormente, las reacciones del BCRP ante la caída del dólar llegan con mucho tiempo de retraso; un descuido que ya le ha pasado la factura a los pequeños exportadores y por si fuera poco han convertido al nuevo sol en una de las monedas más sobrevaluadas de la región alcanzando un nivel del 14%, sólo detrás del peso colombiano (20%) y el peso chileno (16%). El Perú ha llegado tarde a la carrera de devaluaciones competitivas por la inacción de su política monetaria sobre el mercado cambiario y el flujo de capitales. Ante este preocupante escenario: ¿fijará el BCRP un límite a la devaluación del dólar, o seguirá con sus medidas esterilizantes hasta que la situación se agrave más y se torne irreversible? 

El Perú se encuentra en un momento decisivo en dónde debe reinvertir urgentemente los ingresos generados del boom de sus exportaciones hacia la reconversión de su aparato productivo y la expansión de su mercado interno si es que quiere alcanzar de verdad, una relativa protección frente a la volatilidad cambiaria y la crisis económica internacional; pero al parecer debido a la ortodoxia monetaria que aún guía al BCRP y la inefable concepción de algunos de sus estrategas sobre la integración de los mercados financieros, la creciente movilidad internacional de capitales y la volatilidad cambiaria mundial parecen adelantar el juicio según el cuál nos mantendremos todavía por la senda de la autocomplacencia cada vez que el FMI o el Banco Mundial ‘sigan aplaudiendo el impresionante desempeño económico del Perú’

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Ver también: The Economist: 'El boom crediticio y la caída del dólar, los peligros que activan la luz ámbar en la economía peruana'


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