Marco Antonio Moreno /22/11/2013
¿Por qué la imagen de Alexander Hamilton aparece en el billete de 10 dólares sin haber sido presidente de Estados Unidos? En el billete de 1 dólar está George Washington; en el de 5 dólares Abraham Lincoln; en el de 20 dólares Andrew Jackson, en el de 50 dólares Ulises Grant, y en el de 100 dólares Benjamín Franklin, que si bien no fue presidente del país fue presidente del Estado de Pennsylvania, además de ser inventor y héroe de la independencia.
La Razón de que Hamilton comparta este honor junto a estos héroes es muy relevante, y aporta elementos de gran interés para el “problema” de la deuda que aflige a los países europeos. Asi lo entienden algunos académicos que sugieren seguir el ejemplo de Hamilton para resolver el “problema” de la deuda europea. Pero veamos primero quien fue Hamilton, y qué hizo por la política económica de Estados Unidos.
Hamilton, Secretario de Tesoro
Hamilton fue el Secretario del Tesoro del gobierno de George Washington y supo dirigir la política económica del naciente Estados Unidos en un momento en que ese país estaba asolado por las deudas contraídas en su lucha por la independencia. Si bien la ratificación de la Constitución de 1788, le dio al gobierno federal la autoridad de aplicar impuestos, Hamilton, que asumió el cargo en 1789, evitó deliberadamente los prolongados acosos de la política fiscal. Pese a que Estados Unidos estaba inmerso en un mar de deudas, no optó por subir los impuestos y aplicar drásticos recortes presupuestarios. Su lema era de que la única forma de superar la situación económica era generar crecimiento y confianza.
Y la tarea era titánica. El valor nominal de la deuda federal y estatal era de 74 millones de dólares, incluyendo 12 millones de dólares adeudados a los bancos holandeses que les habían ayudado a financiar la guerra por la independencia. El producto del país en 1790 ascendía a la suma de 1,6 millones de dólares, lo que indica un ratio deuda/ingreso de 46 veces. Hoy, se asustan muchos países cuando ven que su deuda se empina por sobre el 100 por ciento del PIB (relación 1 a 1). Por eso que el ejemplo de Hamilton demuestra que el “problema” de la deuda pública, llamado también por algunos “acantilado fiscal”, y del cual se hace gran alarde cuando se habla de la deuda y los déficit públicos, no es en verdad un problema si se aplican criterios como los que implantó Hamilton en el llamado capitalismo naciente.
¿Qué hizo Alexander Hamilton?
Hamilton señaló que todas las deudas serían canceladas, y para ello urgió al gobierno a asumir todas las deudas de los Estados, y establecer la solvencia del país para evitar el llamado default (situación de impago) de cualquiera de los 13 Estados de ese naciente país. Esta acción ayudó a consolidar la estabilidad de la Unión y a agrupar en un solo conjunto esos trece Estados dispersos. El gobierno federal asumió todas las deudas de los estados individuales y los combinó en un solo fondo denominado “fondo de amortización de deuda”. Esto quitó la presión que recaía en los Estados individuales, y ayudó a reducir los intereses de los préstamos (hoy prima de riesgo), generando confianza y estimulando la economía. En pocos años, esta notable idea de Alexander Hamilton generó la recuperación y aportó más ingresos a la arcas del gobierno.
En 1794, cuatro años después de que su plan entrara en vigor, la deuda federal había aumentado un poco, pero los ingresos habían aumentado más del triple. El ratio deuda/ingreso pasó de los 46 a 1 de 1790, a 15 a 1 en 1794, y en 1800 llegó a ser 8 a 1. Sorprende que hoy existan presiones draconianas para que los países restrinjan sus aumentos de deuda en momentos en que el aumento de deuda es una de las pocas alternativas reales para salir de la crisis que se vive. Por eso que algo anda mal en la economía. Y todos aquellos que ven el aumento de la deuda pública como el gran cáncer de la crisis demuestran su desconocimiento de la historia. Dos siglos antes del mal llamado keynesianismo existía una receta para las recesiones y las crisis de deuda.
Hamilton no fue un precursor de ese keynesianismo que mal comprenden algunos. Simplemente miró a la economía como un sistema de planificación central, ese método que tanto se exige a las empresas privadas para orientar su presente hacia el futuro, y que les da su razón de ser. El gran mérito de Hamilton es que supo esquivar las presiones (hoy equivalentes a los planes de austeridad y los recortes presupuestarios) con una idea de futuro en la que logró unificar a esos trece Estados en un solo país. Por eso es un héroe, y figura con acierto en uno de los billetes verdes.
Hamilton ignoró la idea predominante en esos momentos, impulsada por Jefferson y Madison, de que lo que valía era pagar la deuda (como se hace ahora), y persuadió al Congreso para emitir nueva deuda con la cual levantar al país. Así fue como la deuda aumentó, pero también aumentaron los ingresos producto de las nuevas inversiones que generó la deuda nueva atendiendo a las nuevas necesidades del país. Para Hamilton, la marea creciente levanta todos los barcos, incluyendo a los más débiles, y ayuda a diluir las disputas de clases que dividen a los países (idea de auténtico contenido keynesiano).
Sólo una vez que la crisis de deuda fue superada, Hamilton comenzó a aplicar impuestos a las importaciones y a aumentar los aranceles a los productos manufacturados importados que podían producirse al interior de Estados Unidos, y también a los productos de lujo como el Whisky, que se importaba de Escocia. Como Ulises Grant (el de los billetes de 50 dólares) diría 80 años más tarde:
“Durante siglos, Inglaterra confió y aplicó medidas de protección, las llevó al extremo y obtuvo resultados satisfactorios. No cabe duda de que a ese sistema debe su fortaleza actual. Tras dos siglos, Inglaterra ha encontrado conveniente adoptar el libre comercio porque la protección ya no tiene nada que ofrecer. Muy bien, caballeros, mi conocimiento de nuestro país me lleva a pensar que en un par de siglos, cuando los Estados Unidos hayan obtenido todo lo posible de la protección, adoptará el libre comercio”.
(ver post los mitos del libre comercio).
Este ejemplo de Alexander Hamilton se encuentra en el corazón de algunos académicos como Hans-Werner Sinn y Franz Wolfgang que han descubierto paralelismos sorprendentes entre los problemas actuales de la zona euro y los Estados Unidos de hace 200 años. Tal como en esa época Carolina del Sur y Massachusetts eran vapuleados por el peso de la deuda y nadie quería prestarles dinero, así hoy países como España, Grecia e Italia sufren las inclemencias de la deuda y la falta de liquidez producto de una excesiva confianza anterior en el crédito externo.
Por eso que los primeros años de Estados Unidos, o el capitalismo temprano, son un precedente relevante para la Europa de hoy, y Alexander Hamilton es algo así como un héroe. Ese héroe que hoy requiere Europa para superar la crisis del empantamiento que le ayude a mirar de frente el futuro.
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