domingo, 24 de marzo de 2013

Alemania contra Europa (artículo censurado de Juan Torres López)

A continuación reproducimos el artículo 'Alemania contra Europa' del economista granadino Juan Torres López, recientemente censurado por el diario 'El País' por algunas 'frases inapropiadas por error de supervisión' (Merkel = Hitler,  o mejor dicho, Unión Europea = Régimen Nazi). Con ello presenciamos un nuevo acto bochornoso que en verdad sorprende poco, en un contexto en dónde los grandes medios de información atraviesan por una profunda crisis moral y material (la decadencia de 'El País' no es sólo empresarial sino también ideológica).


Por ello el fondo de la censura responde no sólo a un móvil de falta de 'libertad de expresión' condescendiente con posturas liberales. El contenido del artículo no se restringe a un plano academicista sino que da un salto hacia la denuncia política al identificar a los responsables de la vejación política, social y económica de las clases trabajadoras de Chipre, Grecia, España y el resto de países europeos: la gran banca de origen alemán y sus malabaristas en el ámbito político como Ángela Merkel y compañía. A pesar del certero y diplomático pronunciamiento del autor en respuesta a la censura, ciertamente el hecho de deslizar comparaciones entre la Union Monetaria y el Régimen Nazi ha sido cada vez más recurrente en la literatura periodística y académica de la crisis, no reduciendo la cuestión al ámbito de personajes y caudillos sino como sistemas de dominación con patrones similares en lo económico-político. Un debate abierto que sin duda se enriquecerá. Las palabras del autor no son 'frases vacías e inapropiadas' ni contienen una visión personalista. Son posiciones que se solidarizan con los hechos y el sentir generalizado de los pueblos europeos expresados en cada una de las movilizaciones contra el gran capital (Ver: La Unión Europea: un sueño nazi hecho realidad).

Juan Torres López/Domingo 24 de marzo del 2013

“Es muy significativo que habitualmente se hable de “castigo” para referirse a las medidas que Merkel y sus ministros imponen a los países más afectados por la crisis.

Dicen a sus compatriotas que tienen que castigar nuestra irresponsabilidad para que nuestro despilfarro y nuestras deudas no los paguen ahora los alemanes. Pero el razonamiento es falso pues los irresponsables no han sido los pueblos a los que Merkel se empeña en castigar sino los bancos alemanes a quienes protege y los de otros países a los que prestaron, ellos sí con irresponsabilidad, para obtener ganancias multimillonarias.

Los grandes grupos económicos europeos consiguieron establecer un modelo de unión monetaria muy imperfecto y asimétrico que enseguida reprodujo y agrandó las desigualdades originales entre las economías que la integraban. Además, gracias a su enorme capacidad inversora y al gran poder de sus gobiernos las grandes compañías del norte lograron quedarse con gran cantidad de empresas e incluso sectores enteros de los países de la periferia, como España. Eso provocó grandes déficit comerciales en éstos últimos y superávit sobre todo en Alemania y en menor medida en otros países.

Paralelamente, las políticas de los sucesivos gobiernos alemanes concentraron aún más la renta en la cima de la pirámide social, lo que aumentó su ya alto nivel de ahorro. De 1998 a 2008 la riqueza del 10% más rico de Alemania pasó del 45% al 53% del total, la del 40% siguiente del 46% al 40% y la del 50% más pobre del 4% al 1%.

Esas circunstancias pusieron a disposición de los bancos alemanes ingentes cantidades de dinero. Pero en lugar de dedicarlo a mejorar el mercado interno alemán y la situación de los niveles de renta más bajos, lo usaron (unos 704.000 millones de euros hasta 2009, según el Banco Internacional de Pagos) para financiar la deuda de los bancos irlandeses, la burbuja inmobiliaria española, el endeudamiento de las empresas griegas o para especular, lo que hizo que la deuda privada en la periferia europea se disparase y que los bancos alemanes se cargaran de activos tóxicos (900.000 millones de euros en 2009).

Al estallar la crisis se resintieron gravemente pero consiguieron que su insolvencia, en lugar de manifestarse como el resultado de su gran imprudencia e irresponsabilidad (a la que nunca se refiere Merkel), se presentara como el resultado del despilfarro y de la deuda pública de los países donde estaban los bancos a quienes habían prestado. Los alemanes retiraron rápidamente su dinero de estos países, pero la deuda quedaba en los balances de los bancos deudores. Merkel se erigió en la defensora de los banqueros alemanes y para ayudarles puso en marcha dos estrategias. Una, los rescates, que vendieron como si estuvieran dirigidos a salvar a los países, pero que en realidad consisten en darle a los gobiernos dinero en préstamos que pagan los pueblos para traspasarlo a los bancos nacionales para que éstos se recuperen cuanto antes y paguen enseguida a los alemanes. Otra, impedir que el BCE cortase de raíz los ataques especulativos contra la deuda de la periferia para que al subir las primas de riesgo de los demás bajara el coste con que se financia Alemania.

Merkel, como Hitler, ha declarado la guerra al resto de Europa, ahora para garantizarse su espacio vital económico. Nos castiga para proteger a sus grandes empresas y bancos y también para ocultar ante su electorado la vergüenza de un modelo que ha hecho que el nivel de pobreza en su país sea el más alto de los últimos 20 años, que el 25% de sus empleados gane menos de 9,15 euros/hora, o que a la mitad de su población le corresponda, como he dicho, un miserable 1% de toda la riqueza nacional.

La tragedia es la enorme connivencia entre los intereses financieros paneuropeos que dominan a nuestros gobiernos, y que estos, en lugar de defendernos con patriotismo y dignidad, nos traicionen para actuar como meras comparsas de Merkel.”

Tomado de Cumbre Social

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