domingo, 16 de octubre de 2011

G-20 - Debates en la dimensión desconocida


La reunión previa a la cumbre de presidentes del G-20, de noviembre, quedó atrapada en las indefiniciones de Europa para dar respuesta a la crisis. Boudou destacó el reconocimiento a las políticas públicas argentinas.
Por Raúl Dellatorre
 
En un encuentro dominado por las incertidumbres en torno de la resolución de la crisis que envuelve al conjunto de los integrantes de la Zona Euro, los ministros de finanzas del G-20 debieron acordar una compleja fórmula para tratar de mostrar expectativas favorables pero al mismo tiempo no dejar de señalar las preocupaciones y la necesidad de cambiar ciertos cursos de acción. En este último sentido, la delegación argentina que encabezó Amado Boudou vuelve con por lo menos tres éxitos comprobables: la exclusión del documento final de toda alusión a fijar regulaciones a los precios de las materias primas agrícolas, la manifestación explícita de la combinación “trabajo con inclusión social” como un objetivo central de las políticas económicas, y el llamado a combatir el accionar de los paraísos fiscales, denominados así y no ocultos bajo el eufemismo “países no cooperantes”. Esta formulación incluía a la Argentina, por no reportar toda la información requerida por los organismos internacionales, igualándola a aquellas jurisdicciones que arman un sistema fiscal cuyo propósito es atraer fondos de evasores.


La reunión de ministros en París es preparatoria de la cumbre de presidentes del Grupo de los 20 programada para el 3 y 4 de noviembre en Cannes, Francia. Pero apenas diez días antes, el 23 de octubre, está previsto el cónclave del Consejo Europeo, que no sólo considerará si libera o no un tramo de crédito a Grecia para que pueda seguir pagando los sueldos públicos sin caer en cesación de pago de su deuda externa, sino que además se comprometió a dar a conocer un plan de acción para contrarrestar el acelerado deterioro de las condiciones de la Eurozona. Frente a este escenario, el encuentro que culminó ayer aparecía muy acotado para avanzar en un plano donde están pendientes muchas definiciones en forma inminente, aunque con rumbo aún desconocido.

Con semejantes interrogantes abiertos, no es extraño que el documento final tratara de provocar el menor ruido posible y preservar cierta expectativa favorable respecto de la capacidad que serán capaces de demostrar las autoridades europeas el día 23. En todo caso, será la cumbre de presidentes en Cannes la que juzgará si el resultado no es ése. Sin embargo, para Argentina las conclusiones dejaron cierto sabor agradable, por cuanto abonan muchas de las prácticas adoptadas en los últimos años como políticas de Estado.

Como tampoco es extraño que los funcionarios y observadores europeos hayan enfocado su análisis del documento final exclusivamente sobre las cuestiones que a ellos más le preocupan: la salud de sus bancos y qué rol jugarán los organismos internacionales para no dejar caer a la Unión Europea. “Aseguraremos que los bancos sean suficientemente capitalizados y que tengan acceso suficiente a los recursos para afrontar los riesgos actuales”, fue el párrafo del documento final más destacado por los analistas europeos. Este es el centro del debate hoy en los países europeos: cómo hacer frente a la crisis de confianza que sufre el sistema bancario, empezando por las principales entidades de los países de mayor peso económico (Alemania, Francia e Italia) y cómo eludir los temores a que un default en cualquiera de los países sobreendeudados de la Eurozona arrastraría inexorablemente a la quiebra a los bancos acreedores.

Sin precisiones ni debates abiertos en torno de cómo se procederá a la mentada capitalización de los bancos europeos, los países emergentes –Argentina entre ellos– miraron casi desde afuera esta discusión. No obstante, una fuente de la delegación argentina soltó un comentario que reflejaría la opinión que el ministro Boudou habría manifestado en París ante alguno de sus pares: “La reunión del Consejo Europeo deberá encontrar respuestas a la crisis que contemplen la situación de la población, porque si solamente se van a atender los problemas de los bancos y no se acometen soluciones para los problemas del trabajo, cuando lleguemos a la cumbre de Cannes va a ser muy difícil que podamos avanzar”, manifestó.

Aunque el documento final no lo reflejó, también hubo un intenso debate sobre la necesidad o no de aumentar el capital del FMI. Algunos defendieron la propuesta como un mecanismo para reforzar su capacidad de “ayudar a los países europeos”. Otros, como Canadá y Australia, llamaron a los países europeos “a solucionar por sí mismos sus problemas”. Brasil y China, según el vocero del encuentro, el ministro francés de Finanzas, François Bacon, “se mostraron positivos” con la propuesta, sin precisar qué quiso decir el término que utilizó.

Los reclamos a China para que revalúe su moneda, el yuan (o remimbi), también fueron incluidos en el texto, instando a “potencias emergentes como China a que adopten una mayor flexibilidad monetaria”. Una fuente argentina aclaró que, más allá del documento, el compromiso real que asumió la delegación china es buscar equilibrar su balanza comercial, “pero lo hará alentando el consumo interno, lo cual mantendrá firme la demanda de importados”. No por vía de devaluaciones.

Visto en perspectiva, si se confirma esta apreciación de que China revalida la apuesta a favor de fortalecer su mercado interno, se trata de la noticia más trascendente y de mayor alcance de este encuentro. La vitalidad de la demanda china es, sin dudas, el principal elemento de la ecuación económica mundial y ha evitado, hasta ahora, que se asista a males mayores.

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