lunes, 28 de mayo de 2012

Hollande 2012 versus Obama 2009. Dos rumbos distintos frente a la crisis.

José Carlos Díez /25/05/2012

En enero de 2009 Thomas Schelling, premio Nobel de Economía, estuvo en Madrid y este economista observador tuvo la oportunidad de almorzar con él en la Fundación del Pino. Estábamos en medio de la Gran Recesión y cada luz al final del túnel era otro tren que venía arrollarnos. Ante la pregunta ¿qué más se puede hacer? El Nobel anciano y sabio contestó “acaban de nombrar un nuevo Presidente en EEUU, debe acertar con la política económica y debemos mantener los dedos cruzados”. La situación en Europa no es tan dramática pero la posible salida de Grecia del Euro provocaría un tsunami financiero de una magnitud incluso mayor a la quiebra de Lehman.
Francia acaba de elegir a un nuevo Presidente y en una sólo semana ha conseguido hacerse con el control de la agenda Europea y parece que Sarkozy es un personaje histórico. Esto recuerda a la llegada de Obama en 2009 y conviene hacer un análisis comparado para extraer lecciones y evitar una nueva Gran recesión que seguramente acabaría en otra Gran Depresión.

La Primera diferencia es que Obama consiguió la Presidencia de toda el área monetaria del dólar y Hollande sólo la de uno de los principales países del Euro, lo cual limita enormemente su margen de maniobra. Obama contaba con un banco central que desde 2008 fue consciente del riesgo de depresión y de deflación y asumió su responsabilidad histórica. Hollande tiene que lidiar con una autoridad monetaria que se equivocó en el diagnóstico, que sistemáticamente ha ido por detrás de la realidad, que ha entrado directamente en el terreno de la política, bien participando en la Troika, bien mandando cartas y presionando directamente a gobiernos soberanos, mermando enormemente su independencia y credibilidad y cuyos miembros del Consejo están obsesionados por el riesgo moral y el temor patológico de los alemanes a la inflación, lo cual los atenaza e impide tomar decisiones.

La política monetaria es necesaria para frenar la deflación de activos y la restricción de crédito pero en una trampa de la liquidez, en esta ocasión bancaria, no es efectiva para poner un suelo a la recesión y reactivar la actividad, el empleo y el crédito. Sin embargo, la política fiscal en una trampa de la liquidez es extremadamente eficaz ya que la evidencia empírica nos enseña que los multiplicadores, especialmente del gasto público, son mayores. En este sentido, mientras Obama aprobó un agresivo plan de estímulo, Hollande se enfrenta al mantra de la austeridad como la pócima mágica que resolverá la crisis, mantra liderado por Merkel que preside el otro gran país del área monetaria. Un tercio de la Eurozona tiene serios problemas de financiación en los mercados y se ve obligada a reducir el déficit por lo que el resto del área para al menos conseguir que la política fiscal sea neutral. El problema es que Hollande con un gasto público de 55% del PIB, un déficit próximo al 5% del PIB y la deuda pública al 90% no tiene margen fiscal, aunque si debería retrasar el ajuste hasta que acabe la recesión y la economía coja velocidad de crucero. El único país que tiene margen fiscal de los cuatro grandes de la Eurozona es Alemania y Merkel acaba de presentar su programa de estabilidad en Bruselas con una política fiscal restrictiva para Alemania en 2012 y en 2013.

El principal problema a corto plazo para Hollande es la situación de Grecia y su posible salida del Euro. Cuando Obama tomó posesión, California estaba en suspensión de pagos y había emitido los IOU, papel moneda propio que en Argentina se denominaba patacones. California tenía una estructura fiscal impropia de una economía desarrollada con excesiva dependencia del impuesto de sociedades. La Gran Recesión provocó un desplome de los beneficios de las empresas californianas y el déficit público se disparó. Coincidió con la quiebra de Lehman y el colapso del mercado de pagarés y bonos municipales y se vio obligada a declarar default. La ventaja es que EEUU es una unión fiscal y los desempleados y pensionistas de California siguieron recibiendo sus rentas procedentes del presupuesto federal. California se benefició del Plan de estímulo de Obama que fue financiando con deuda pública que monetizaba la Fed. El Congreso pactó un plan de apoyo financiero que permitió al gobierno californiano reestructurar su deuda. Además, California es una economía rica y pudo acometer una reforma fiscal que aumentó la recaudación favorecida por el crecimiento y la inflación.

La Eurozona se creó como una unión monetaria pero sin unión fiscal. Esto supone que los pensionistas y desempleados griegos han visto como caía su renta y eso intensificaba la depresión económica. En el gráfico 1 (gráfica de la parte superior) se puede observar una comparación de la crisis del Euro con la de la Deuda en los años ochenta en Iberoamérica, a la que se denominó la Década Perdida. Se puede comprobar como Grecia acumulará en 2012 una caída de la actividad próxima al 20%, lo cual supera los registros de crisis emergentes y sólo es comprable con la Gran Depresión. Es cierto que Grecia es un país con una renta por habitante muy superior a la de los países de Latam y cuenta con riqueza, capital físico, humano y social que los países emergentes no tenían. Pero también es cierto que el cerebro humano no está preparado para empobrecerse y menos de esta manera tan abrupta por lo que el gráfico ayuda a entender que la sociedad griega haya llegado a un grado de desesperación en el que cualquier escenario es posible.

En el gráfico 2 se puede observar cómo Grecia no tiene un elevado nivel de deuda externa comparado con el resto de sus socios pero es muy superior a la que tenían los países emergentes en sus crisis. El problema es que si sale del Euro tendrá que redenominar todas sus pasivos a Dracmas y la quita para los deudores internacionales se aproximaría al 90% de Argentina en 2001 o al 100% de Islandia en 2009. Los datos comparados son de 2010 y tras la reestructuración de su deuda habrá reducido su deuda externa pero seguimos hablando seguramente de la mayor crisis de deuda de la historia de la humanidad. Cómo dijo Carlos Salinas de Gortari en 1987 “Si no crecemos no pagamos”. Grecia necesita i) un control de capital para parar la salida de dinero del país. ii) una nueva reestructuración de la deuda con una cadencia de intereses de dos años que le permita para el ajuste fiscal y reducir su déficit por cuenta corriente. iii) además de un problema de sobreendeudamiento, Grecia tiene un problema de baja productividad y competitividad y necesita un Plan Marshall financiado por el BEI. iv) estabilidad financiera y un euro más barato que permita aprovechar sus ventajas competitivas en turismo y fletes internacionales y esto sólo lo puede conseguirlo el BCE con una agresiva política cuantitativa de compras de deuda pública y privada como ha hecho la Fed.


Esto supone cambiar radicalmente el relato y las políticas de extrema exigencia de la Troika en Grecia en un momento de máxima desconfianza entre las partes y de difícil venta política doméstica, especialmente en Alemania. Se ha filtrado que el BCE tiene prestado unos 100.000 mill. de euros de líneas de emergencia a la banca griega con la única garantía del Tesoro griego y la fuga de depósitos aumenta esa cifra a una velocidad de unos 1.000 mill. diarios. La situación es de extrema vulnerabilidad y la salida del Euro se puede producir por la solicitud del nuevo gobierno que surja de las urnas, ante la imposibilidad de renegociar las condiciones con la Troika, o por inacción y que el problema acaba siendo entrópico.

Hollande ha luchado contra los elementos, primero contra la lluvia en su paseo triunfal por los Campos Eliseos y luego contra los rayos en su visita a Alemania, pero es un simple mortal. Su estrategia de romper radicalmente el relato de austeridad y deflación es la acertada y su propuesta de Eurobonos y actuación del BCE es la adecuada. A corto plazo sólo el BCE puede actuar de corta fuegos y estabilizar los mercados, más aún si Grecia acaba saliendo del Euro. Pero en un mundo de densa niebla los eurobonos serían un faro de luz que permitiría a los inversores confiar que hay compromiso política para avanzar en la unión fiscal y conseguir que el barco del Euro llegue a buen puerto.

Merkel se opone a los Eurobonos pero, cómo nos enseñó Keynes, “cuando piensas que va a llegar lo inevitable sucede lo imprevisto”. El CDU se ha hundido en las encuestas, el SPD está apunto de superarla, y sus socios liberales no lograrían ni el 5% de votos para entrar en el parlamento. Los PMI anticipan recesión en Alemania y las cosas pueden cambiar muy rápido, con Merkel como Canciller o sin ella. De momento, en Berlín ya se habla de planes de crecimiento y de mutualizar la deuda por encima del 60% del PIB, algo impensable hace tan sólo dos semanas. Por lo tanto, confiemos en el efecto Hollande y mantengamos los dedos cruzados.

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