Marco Antonio Moreno /19 de mayo del 2012
El economista japonés Richard
Koo es el padre intelectual del concepto recesión de balance yBusiness
Insider tiene una presentación
digna de ver y de la cual he colgado la imagen que representa a
España. A juicio de Koo, recesión de balance es lo que ha tenido Japón en las
últimas dos décadas, y es lo que hoy sufren varios países europeos,
especialmente España. La idea fue promovida por Koo hace varios años pero está
claro que cuando hay economistas que dicen que no hay recesión, toda idea
contraria es rechazada, y ni siquiera escuchada. Pero ahora que la crisis nos
arrastra a dimensiones desconocidas, se hace necesario escuchar a aquellos que
han advertido del problema.
El diagnóstico de Richard Koo es que Europa se encuentra en una recesión de balance, es decir, en una recesión provocada tras el estallido de la burbuja, en la cual tanto individuos como empresas optan por pagar sus deudas en lugar de pedir dinero prestado, aunque las tasas de interés estén en cero por ciento. Esto tiene bastante relación con lo que ocurre en España: como muestra la gráfica (linea azul), hasta 2007 se aprecia un masivo endeudamiento del sector privado, que tras el estallido de la crisis se convierte en ahorro neto, secando a la banca. El endeudamiento de las familias (linea roja) siguió un patrón similar y también deja de pedir dinero a la banca, lo que implica que tanto familias como empresas toman el camino inverso al que tenían antes de la crisis. Como resultado, es el gobierno es el que tiene que incurrir en un déficit masivos después de la crisis para estabilizar el sistema: las cuatro líneas siempre deben sumar cero. En algunos artículos hemos hablado de este proceso como desapalancamiento
El diagnóstico de Richard Koo es que Europa se encuentra en una recesión de balance, es decir, en una recesión provocada tras el estallido de la burbuja, en la cual tanto individuos como empresas optan por pagar sus deudas en lugar de pedir dinero prestado, aunque las tasas de interés estén en cero por ciento. Esto tiene bastante relación con lo que ocurre en España: como muestra la gráfica (linea azul), hasta 2007 se aprecia un masivo endeudamiento del sector privado, que tras el estallido de la crisis se convierte en ahorro neto, secando a la banca. El endeudamiento de las familias (linea roja) siguió un patrón similar y también deja de pedir dinero a la banca, lo que implica que tanto familias como empresas toman el camino inverso al que tenían antes de la crisis. Como resultado, es el gobierno es el que tiene que incurrir en un déficit masivos después de la crisis para estabilizar el sistema: las cuatro líneas siempre deben sumar cero. En algunos artículos hemos hablado de este proceso como desapalancamiento
Según Koo, en este tipo de
recesión la política monetaria no funciona, y no se saca nada con reducir las
tasas a cero. Tampoco funcionan los recortes de impuestos dado que aumentan el
ahorro de los hogares que los insta a pagar cuanto antes la deuda. Pero si las
familias y empresas están ahorrando (o desapalancándose) la economia se dirige
al abismo y lo único que la puede contener es el gasto del gobierno. Además, la
buena noticia es que el gasto del gobierno puede ser casi gratuito dado que las
tasas de interés están en cero. Koo señala que es necesario el gasto del
gobierno, por lo menos hasta que la economía alcance el punto en el cual las
empresas y las familias vuelvan a estar en condiciones de pedir prestado de
nuevo (a limites razonables) para echar a andar el sistema financiero.
Esta política de gasto público
ha funcionado bien en Japón, Estados Unidos y el Reino Unido. De hecho, las
deudas públicas de estos tres países son bastante mayores a las de los países
europeos, como España, pero están lejos de la presión que hoy somete a los
países europeos. El problema de España, y también de Italia, Grecia, Portugal e
Irlanda, es que están insertas en la moneda única y no tienen una verdadera soberanía
monetaria. Y esto es lo que hace, según Koo, que el capital fluya en la
dirección equivocada.
Desapalancamiento y fuga de
capitales
Como hemos visto en España
e Italia sufren la mayor fuga de capitales de la zona euro, o Implosión
monetaria y desapalancamiento financiero, el proceso de desendeudamiento (o
desapalancamiento), llevado al unísono por las familias, las empresas y los
gobiernos, ha conducido a la economía al despeñadero y es lo
que hoy estamos viendo con un desempleo del 24%, una tasa
de morosidad del 8,4%, una caída
en la producción industrial del 10%, un aumento en las quiebras del 25%, y
una recesión
en toda Europa.
Por otra parte, el Banco
Central Europeo no puede comprar directamente bonos de deuda de los países,
sino que debe aplicar una triangulación con la banca privada, que provoca las
fugas. A la banca privada le resulta mucho más rentable comprar bonos de otro
país más seguro dado que no tiene el costo de transacción hacia otra moneda
(comparten la moneda única) y actuarán para maximizar su utilidad. De ahí que
gran parte de los fondos inyectados a través de los programas Target2 y LTRO han
significado fugas
masivas de dinero. que ocasionan justamente el efecto menos deseado, y en
vez de aliviar las tensiones financieras las exacerban aún más.
A modo de ejemplo, todo el
efecto del desapalancamiento que se realiza en España y Portugal, huye a
Holanda o Alemania, hundiendo los balances de España y Portugal. Esa fuga de
capitales empujó al alza los rendimientos de los bonos en los países
periféricos y obligó a los gobiernos a aplicar planes de austeridad que
implicaron, por añadidura, el desapalancamiento del sector público. Con el
desapalancamiento al unísomo de las familias, las empresas y el sector público,
toda economía se va directo al abismo, como ha sido plenamente advertido en los últimos 4 años.
La contraproducente austeridad
Esto demuestra que las
políticas del BCE han sido contraproducentes y lejos de
ayudar han hundido a las economías. Las uniones monetarias sin uniones fiscales
no van a ningún sitio y eso es lo que está carcomiendo día a día a la moneda
única con el sangramiento del desempleo y la austeridad. La UE creó un Banco
Central para la política monetaria (es decir, para el control de la inflación),
pero no creó en paralelo a una entidad que velara por los auténticos
equilibrios macroeconómicos como son el crecimiento y el empleo.
El movimiento de los flujos de
capital descrito en La
fuga de capitales de la zona euro aviva la idea de un “corralito”, es
producto de la gran brecha que existe en la zona euro y que los líderes no han
querido asumir, sino simplemente negar. Y mientras exista la negación y no se
pondere una forma de financiamiento solidario en los países de la UE, como, por
ejemplo los eurobonos, la actual crisis solo podrá agudizarse. Los
eurobonos permitirían una forma de financiamiento mejor que anularía la crisis
fiscal que viven países como España o Italia.
La propuesta de Richard Koo,
en todo caso, va más allá, y propone controlar el flujo de los capitales al
interior de los países. Es decir que los capitales españoles compren bonos
españoles y no de Alemania u Holanda, como lo constata la actual fuga de
capitales. Esta idea de Koo es muy interesante pero tiene un gran problema: nos
ha llegado demasiado tarde. Si esta idea hubiese estado en los orígenes del
euro, en los primeros puntos de Maastricht, ninguno de los problemas que hoy
afectan a la moneda única y Europa estarían en curso. Tal como si se hubiese
aplicado desde 1972 el impuesto a los capitales golondrina propuesto por James
Tobin. Con esta tasa, y también mecanismo de control, no habría existido la
crisis mexicana de 1994, la asiática de 1997, la rusa de 1998 o la brasileña de
1999, entre muchas otras crisis recientes. Esto hay que enrostrárselo a todos
aquellos que negaron todo y que optaron por la desregulación total de los
mercados financieros.
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