24/04/2012
Tomar medidas para poner la
economía al servicio efectivo de las necesidades humanas resultará esencial
para salir de la crisis, afirma el economista.
En 2011, Attac España publicó
el libro “Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en
España”, escrito por el sociólogo y politólogo Vicenç Navarro, por el
catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, Juan Torres López
y por el político y economista Alberto Garzón Espinosa. En la obra se analizan
desde las causas de la actual crisis económica española y global, hasta las
posibles soluciones a esta situación.
En la presente entrevista, uno de los autores del libro, Juan Torres López, explica para Tendencias21 algunas de las claves de dicho análisis. Por Yaiza Martínez.
En la presente entrevista, uno de los autores del libro, Juan Torres López, explica para Tendencias21 algunas de las claves de dicho análisis. Por Yaiza Martínez.
¿Cómo puede un país librarse de un sistema financiero que genera problemas de
inestabilidad y perturbaciones financieras constantes? ¿Qué acciones podrían
emprenderse en esta dirección, y quién tendría potestad para llevarlas a cabo?
La historia nos ha demostrado cuál es esa fórmula: controlar los movimimientos de capital; frenar, desincentivando y encareciéndolas, las operaciones especulativas; evitar que la financiación de la economía dependa de bancos que tienen libertad para dedicar los fondos a la especulación improductiva, sometiendo el gobierno del dinero a autoridades píblicas que velen por el empleo y la actividad económica.
Cuando ha habido estas condiciones (por ejemplo, entre 1945 y 1970), apenas sí hubo perturbaciones financieras. Cuando desaparecieron, a partir de los setenta, se han multiplicado. Eso no quiere decir que no hubiera otro tipo de crisis pero no del tipo de las que estamos viviendo.
¿De qué manera podría evitarse, a nivel nacional, internacional e incluso global, el “terrorismo financiero”, que ustedes definen en su libro como “ataques de fondos financieros contra intereses nacionales, contra monedas o contra la deuda soberana de los países”? ¿Tienen los políticos o la sociedad capacidad de actuar contra este terrorismo?
Simplemente prohibiendo ese tipo de actividades. Por ejemplo, impidiendo que los valores relativos a procesos básicos para la vida humana (mercados alimentarios, clima, seguridad, soberanía de las naciones...) puedan ser objeto de especulación en los mercados financieros.
Claro que tenemos capacidad para eso. Lo que ocurre es que hay quien tiene el poder de evitar que se tomen esas decisiones: los banqueros, los grandes fondos de inversión; es a estos a quienes hay que someter.
En “Hay alternativas”, ustedes afirman que, en general, una distribución igualitaria de la riqueza es mejor, no sólo para la sociedad, sino también para la economía, porque proporciona ingresos más repartidos que se destinan en mayor medida a la adquisición de bienes y servicios, lo que a su vez aumenta la oportunidad de ventas y, por tanto, de beneficios para las empresas. A pesar de eso, en los últimos 40 años se ha ido produciendo un incremento de las desigualdades sociales. ¿A qué se debe esta falta de visión “sostenible” de la economía? ¿Cree que esta miopía tiene remedio?
Lógicamente se debe a que detrás del incremento de la desigualdad lo que hay son grupos minoritarios de personas que se lucran cada vez más, que tienen más riqueza y poder. Tiene remedio pero me temo que no por motu propio. Los "de arriba" no van a ceder libremente sus privilegios. Hay que quitárselos.
La historia nos ha demostrado cuál es esa fórmula: controlar los movimimientos de capital; frenar, desincentivando y encareciéndolas, las operaciones especulativas; evitar que la financiación de la economía dependa de bancos que tienen libertad para dedicar los fondos a la especulación improductiva, sometiendo el gobierno del dinero a autoridades píblicas que velen por el empleo y la actividad económica.
Cuando ha habido estas condiciones (por ejemplo, entre 1945 y 1970), apenas sí hubo perturbaciones financieras. Cuando desaparecieron, a partir de los setenta, se han multiplicado. Eso no quiere decir que no hubiera otro tipo de crisis pero no del tipo de las que estamos viviendo.
¿De qué manera podría evitarse, a nivel nacional, internacional e incluso global, el “terrorismo financiero”, que ustedes definen en su libro como “ataques de fondos financieros contra intereses nacionales, contra monedas o contra la deuda soberana de los países”? ¿Tienen los políticos o la sociedad capacidad de actuar contra este terrorismo?
Simplemente prohibiendo ese tipo de actividades. Por ejemplo, impidiendo que los valores relativos a procesos básicos para la vida humana (mercados alimentarios, clima, seguridad, soberanía de las naciones...) puedan ser objeto de especulación en los mercados financieros.
Claro que tenemos capacidad para eso. Lo que ocurre es que hay quien tiene el poder de evitar que se tomen esas decisiones: los banqueros, los grandes fondos de inversión; es a estos a quienes hay que someter.
En “Hay alternativas”, ustedes afirman que, en general, una distribución igualitaria de la riqueza es mejor, no sólo para la sociedad, sino también para la economía, porque proporciona ingresos más repartidos que se destinan en mayor medida a la adquisición de bienes y servicios, lo que a su vez aumenta la oportunidad de ventas y, por tanto, de beneficios para las empresas. A pesar de eso, en los últimos 40 años se ha ido produciendo un incremento de las desigualdades sociales. ¿A qué se debe esta falta de visión “sostenible” de la economía? ¿Cree que esta miopía tiene remedio?
Lógicamente se debe a que detrás del incremento de la desigualdad lo que hay son grupos minoritarios de personas que se lucran cada vez más, que tienen más riqueza y poder. Tiene remedio pero me temo que no por motu propio. Los "de arriba" no van a ceder libremente sus privilegios. Hay que quitárselos.
Ustedes señalan que la causa
más inmediata de la crisis es la falta de financiación a empresas y
consumidores pero que, en nuestro país, para salir de la crisis no bastaría con
que esta financiación volviera a fluir. Además, tendría que haber cambios en
los tipos de actividad productiva que practicamos, ¿qué alternativas proponen
en este sentido?
Nuestra economía se viene caracterizando por dos fenómenos: uno, la pérdida progresiva de capacidad para generar ingresos por la pérdida de actividades, industrias, empresas...
El otro fenómeno es que la mayor parte de la actividad se centra en actividades bien especulativas y poco sostenibles bien de servicios a las personas que son importantes, pero que necesitan del apoyo de otras actividades que generen más valor añadido.
Eso es lo que hay que cambiar fomentando otro tipo de actividades. No es fácil porque se requiere capital, voluntad política, cultura creativa y emprendedora...
Dado que parece que las recetas liberales no sirven para generar empleo, ¿cuáles serían las mejores condiciones para que en nuestro país se creasen nuevos puestos de trabajo?
Que haya actividad suficiente. Las políticas neoliberales frenan la actividad, provocan artificialmente la escasez. Producen mucho -demasiado a veces- pero para pocos. Y hay que producir lo necesario para todos. Y para eso es preciso que se dé mayor igualdad, que se fomenten los mercados más próximos, la producción y el consumo de cercanías. Yo diría que se ponga la economía al servicio efectivo de las necesidades humanas.
Sobre la economía y su relación con la justicia, dos cuestiones emergen de la situación actual. La primera cuestión sería de ámbito internacional: ¿Debería ser punible el hecho de provocar la ruina de cualquier Estado? De ser así, ¿a quién podría culparse de los efectos nacionales de situaciones y acciones económicas internacionales?
Creo que, efectivamente, debería establecerse la figura del crimen económico contra la humanidad y perseguirse. Los responsables, en los casos que estamos viviendo, me parecen evidentes: las agencias de calificación, los bancos, muchos fondos de inversión... e incluso algunas autoridades que han sido sus cómplices.
Nuestra economía se viene caracterizando por dos fenómenos: uno, la pérdida progresiva de capacidad para generar ingresos por la pérdida de actividades, industrias, empresas...
El otro fenómeno es que la mayor parte de la actividad se centra en actividades bien especulativas y poco sostenibles bien de servicios a las personas que son importantes, pero que necesitan del apoyo de otras actividades que generen más valor añadido.
Eso es lo que hay que cambiar fomentando otro tipo de actividades. No es fácil porque se requiere capital, voluntad política, cultura creativa y emprendedora...
Dado que parece que las recetas liberales no sirven para generar empleo, ¿cuáles serían las mejores condiciones para que en nuestro país se creasen nuevos puestos de trabajo?
Que haya actividad suficiente. Las políticas neoliberales frenan la actividad, provocan artificialmente la escasez. Producen mucho -demasiado a veces- pero para pocos. Y hay que producir lo necesario para todos. Y para eso es preciso que se dé mayor igualdad, que se fomenten los mercados más próximos, la producción y el consumo de cercanías. Yo diría que se ponga la economía al servicio efectivo de las necesidades humanas.
Sobre la economía y su relación con la justicia, dos cuestiones emergen de la situación actual. La primera cuestión sería de ámbito internacional: ¿Debería ser punible el hecho de provocar la ruina de cualquier Estado? De ser así, ¿a quién podría culparse de los efectos nacionales de situaciones y acciones económicas internacionales?
Creo que, efectivamente, debería establecerse la figura del crimen económico contra la humanidad y perseguirse. Los responsables, en los casos que estamos viviendo, me parecen evidentes: las agencias de calificación, los bancos, muchos fondos de inversión... e incluso algunas autoridades que han sido sus cómplices.
La segunda pregunta se ciñe al
plano nacional: ¿qué papel debería jugar la justicia fiscal en la gestión de la
economía?
La misma que en cualquier otro ámbito de la vida humana. Sin respetar la justicia somos animales, viviendo sin ella no vivimos como seres humanos. Claro que habría que definir bien qué entendemos por justicia, qué reglas vamos a respetar y cuándo porque hoy día hablamos de justicia con absoluta vacuidad.
¿Cree usted que a España le convendría económicamente salir del euro, o sería mejor seguir como estamos, siempre que Europa realice ciertos cambios de los que se hablan en su libro, como el establecimiento de una regulación fuerte de los mercados financieros, un nuevo estatuto para estos mercados o el desarrollo de otro modelo productivo?
Me parece que lo ideal sería que el euro funcionase bien, que fuese un proyecto equilibrado, bien definido, con instrumentos políticos suficientes, sujeto a principios de solidaridad y cooperación. Pero si eso no es así, creo que los costes que sufre España por pertenecer al euro son bastante mayores.
El último capítulo de "Hay alternativas" se titula “La economía al servicio de las personas y en armonía con la naturaleza” ¿Ha de haber un cambio cultural subyacente al cambio estructural de la economía que ustedes proponen, que nos lleve a otra forma de producir y de consumir?
Por supuesto que sí. Ninguna actividad que involucre a los seres humanos puede llevarse a cabo sin valores, sin principios morales. Y otro modo de producir y consumir requiere otro tipo de personas, que cambiemos todos.
La misma que en cualquier otro ámbito de la vida humana. Sin respetar la justicia somos animales, viviendo sin ella no vivimos como seres humanos. Claro que habría que definir bien qué entendemos por justicia, qué reglas vamos a respetar y cuándo porque hoy día hablamos de justicia con absoluta vacuidad.
¿Cree usted que a España le convendría económicamente salir del euro, o sería mejor seguir como estamos, siempre que Europa realice ciertos cambios de los que se hablan en su libro, como el establecimiento de una regulación fuerte de los mercados financieros, un nuevo estatuto para estos mercados o el desarrollo de otro modelo productivo?
Me parece que lo ideal sería que el euro funcionase bien, que fuese un proyecto equilibrado, bien definido, con instrumentos políticos suficientes, sujeto a principios de solidaridad y cooperación. Pero si eso no es así, creo que los costes que sufre España por pertenecer al euro son bastante mayores.
El último capítulo de "Hay alternativas" se titula “La economía al servicio de las personas y en armonía con la naturaleza” ¿Ha de haber un cambio cultural subyacente al cambio estructural de la economía que ustedes proponen, que nos lleve a otra forma de producir y de consumir?
Por supuesto que sí. Ninguna actividad que involucre a los seres humanos puede llevarse a cabo sin valores, sin principios morales. Y otro modo de producir y consumir requiere otro tipo de personas, que cambiemos todos.
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