sábado, 30 de noviembre de 2013

Michoacán y el derecho de un pueblo a tomar las armas: la verdadera guerra contra el narco está en marcha

Domingo 1 de diciembre del 2013

Orígenes de la violencia: el dominio de los extorsionadores y el narco-estado

Cuando en México aún reina la incertidumbre y desolación por la implosión de un Estado fallido podrido por la corrupción y el narcotráfico, grupos de poder indiferentes a la realidad de su país que se reparten su influencia con la delincuencia organizada y bandas que perpetran ejecuciones impunes a sus anchas en todo el país, un nuevo punto de quiebre está planteando un nuevo escenario. En Michoacán, región denominada 'tierra caliente' del oeste mexicano en la costa del pacífico las bandas de delincuentes con la complicidad de las autoridades se habían desbordado a tal punto de cambiar radicalmente las vidas de la población.

Desde hace 12 años los principales carteles se disputaban la región aunque sin alterar la vida de los civiles. Pero los delincuentes comenzaron a cobrar 'el derecho de piso' a la gente prácticamente para poder vivir, en sus actividades productivas e incluso por cada metro de propiedad de sus viviendas. Fue entonces cuando los autodenominados 'caballeros templarios' intensificaron su reglaje y hostigamiento a las familias tornándose más violentos: la gota que rebalsó el vaso fue una ola de violaciones y desapariciones de sus mujeres, hijas y familiares. Era la etapa en la que el miedo reinaba entre la población.

Nace el levantamiento de los grupos de autodefensas, siguiendo el ejemplo de los Purépechas

La heroica gesta de alzamiento contra la delincuencia empezó por el pueblo de Purépechas, una comunidad indígena de Michoacán que decidió acabar con sus propias manos con la extorsión de los narcos y policías. Los comunitarios de Tepalcatepec y otras localidades decidieron seguir su ejemplo: ¿Si ellos pueden hacerlo porqué nosotros no?

Fue entonces, en febrero del 2013, cuando los pobladores se organizaron  en grupos de vigilancia y en acciones sorpresivas asaltaron a todos los gatilleros. Las acciones fueron creciendo en nivel de organización y número, y poco a poco los Grupos locales de autodefensa ciudadana fueron recuperando localidades y limpiando las plazas de delincuentes.

Ganaderos, taxistas, campesinos, engrosaban las filas de las autodefensas quienes en natural coordinación con el ejército les entregaban a los delincuentes. Fue cuando también empezaron los problemas con el ejército quién acto seguido del levantamiento se hizo presente en la región sólo para recorrer zonas ya liberadas por los policías comunitarios y peor aún para 'levantarlos' y desarmarlos...un hecho que evidentemente respondía a una realidad: el crimen organizado se encontraba presente hasta en la mismísima Secretaría de Defensa Nacional.

Las autodefensas no tienen nexos con los cárteles, las autoridades sí

Desde que el ejército intensificó sus operaciones en Michoacán prácticamente 'sólo ha sido para montar un teatro con órdenes de no ir a enfrentar un solo bandolero' como denuncian los Grupos de autodefensa; por ello la presencia del ejército se vuelve obsoleta, contraproducente y funcional a la reproducción del narco pese a que los Grupos de autodefensas han afirmado fiel a sus principios de acción que su guerra no es contra el ejército y su móvil principal es acabar con el crimen organizado.

Las autodefensas se autofinancian y resguardan ellas mismas sus armas, manteniendo coordinaciones con el ejercito, en los puntos de vigilancia que ellos han establecido, pero manteniendo el principio de nunca entregar las armas.

Con el movimiento de las autodefensas ha comenzado la verdadera guerra para acabar con el narco porque solo el pueblo tiene la capacidad de luchar no solo con simples bandas de lumpenes y criminales como 'los templarios', 'nueva generación' o cualquier grupo de narcotraficantes, sino porque en su justa lucha enfrentan al verdadera enemigo, los agentes federales del narco-estado y una de sus estrategias de propaganda es calumniarlos diciendo que están coludidos con algún cartel. No es casual que el gobernador de Michoacán Fausto Vallejo tache de ilegales y ponga en el mismo saco tanto a delincuentes cómo a las autodefensas sin siquiera entablar una acción frontal al diálogo. Pero ésto es sólo propaganda gubernamental. Los intereses de los Grupos de Autodefensas y los delincuentes divergen diametralmente: los unos quieren producir y vivir en paz, los otros extorsionar y es ahí en donde se coluden con los federales. Las filas de las autodefensas la engrosan campesinos, trabajadores, gente honesta del pueblo que se ha reservado el derecho de tomar las armas para sacar adelante a sus familias. ¡Y cada vez se multiplican y crecen en número! Los éxitos son sorprendentes: sólo la semana pasada las autodefensas han tomado Tancítaro sumando 19 municipios con grupos consolidados limpiándolos de criminales. Un avance impetuoso que debe ir a la par en elevar el grado de consciencia, solidaridad y colaboración de la comunidad para alcanzar una paz duradera con proyección social y nacional. Sin duda es una luz entre tanta violencia y desolación que hoy aún reina en México.


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