Alberto Garzón Espinosa
6 de diciembre de 2011
Sería un grave error considerar que la crisis de Europa es una crisis de la deuda pública, cuando ante lo que realmente estamos es ante una crisis de la propia configuración de la Unión Europea y un modelo insostenible e incoherente de crecimiento económico. Desgraciadamente la falta de cultura política y económica ha llevado a la errónea percepción de que la crisis económica es resultado de las políticas llevadas a cabo por un gobierno concreto en los años más recientes, algo que por cierto explica el cambio de color visto en las elecciones en todos los países. Sin embargo lo cierto es que la crisis actual es el resultado de políticas instaladas y aplicadas hace mucho más años y consensuadas por todos los gobiernos europeos. Esta es una crisis de la Unión Europea y del sistema capitalista, y si no resolvemos los problemas subyacentes durará como mínimo una década más, tendrá un carácter mucho más grave y acabará en un nuevo orden social muy perjudicial para la amplia mayoría de la población.
La deuda pública no es el problema
Como todo agente económico, los Estados tienen una partida de ingresos y otra de gastos. Cuando la partida de gastos supera a la de ingresos se dice que se entra en déficit fiscal, y entonces el Estado tiene que endeudarse en los mercados financieros para compensar la diferencia. La percepción general ante esta situación es que los gastos son insostenibles y que la crisis es consecuencia del excesivo peso de lo público en la economía. Algo que se suma a la percepción populista de que hay demasiados funcionarios, sueldos excesivos en la administración pública, derroche, corrupción desenfrenada…
Como toda gran mentira siempre hay algo de verdad, pero los datos revelan que no estamos ante la causa real del problema. Como se puede observar en el siguiente gráfico, España ha tenido hasta 2007 un superávit primario. Es decir, ingresaba más de lo que gastaba, y eso a pesar de las reformas fiscales regresivas que han reducido la cantidad de dinero que entraba en las arcas públicas.
Como se percibe con claridad en el gráfico, hay un incremento espectacular del déficit a partir de 2007. Como ya hemos dicho en este blog, eso es debido a la caída extraordinaria en los ingresos (que caen por la recesión a la que lleva la crisis financiera internacional y el estallido de la burbuja inmobiliaria) y al crecimiento de los gastos derivados de los rescates financieros, el pago de prestaciones por desempleo y el plan de estímulo económico (conocido como Plan E). Todo ello llevó a incrementar el endeudamiento, es decir, a pedir mucho más dinero prestado a los mercados financieros.
Como se puede comprobar en el gráfico previo, es algo común en toda la Zona Euro. En todas partes la crisis financiera internacional condujo a la recesión por vía del cierre del crédito, y en todas partes los Estados tuvieron que incrementar su deuda pública. Hasta niveles que los propios mercados financieros han considerado peligrosos. Pero lo que debe quedar claro en este punto es que la deuda pública ha crecido como consecuencia de la crisis financiera.
La prima de riesgo no nos sirve para el análisis
El peligro que tenga un determinado nivel de la deuda pública depende del flujo de ingresos que genere un Estado determinado. Un 140% de deuda pública sobre el PIB no nos indica mucho, ya que lo que necesitamos saber es qué capacidad tiene cada Estado para devolver la deuda y sus intereses. Por lo tanto lo que nos interesa es saber cuánto crece un país (porque al crecer se recaudan más impuestos y por lo tanto se crean flujos de ingresos con los que devolver la deuda). El actual peligro reside, precisamente, en que ningún país está creciendo a ritmos adecuados y la mayoría tiene perspectivas de entrar otra vez en recesión.
Y se entra en recesión porque se aplican políticas de recortes. El error de los políticos y economistas liberales reside en dar por hecho que los recortes llevarán al crecimiento ahora o en el medio plazo, cuando en realidad lo que ocurre siempre es que al afectar al gasto público (que es un componente del crecimiento económico) también se afecta a los ingresos. El resultado final es que caen los gastos pero también los ingresos y por lo tanto la necesidad de endeudarse prosigue igual.
Con un Estado como Alemania creciendo poco y teniendo que pagar un 3% de intereses, todavía puede seguir el ritmo de los pagos. Pero con países como Italia, Grecia o España, que crecen nada o decrecen, afrontar intereses del 7% es apretar un poco más la soga. Por eso no conviene mirar la prima de riesgo, que es un simple diferencial, sino los indicadores fundamentales de cada país (ingresos, crecimiento, deuda y rentabilidad de la deuda).
Los dos modelos de crecimiento dentro de la Unión Europea
Que Alemania siga creciendo, aunque débilmente, y España esté en la frontera de la recesión se explica por el modelo de crecimiento que cada país mantiene. Mientras Alemania ha crecido en las últimas décadas gracias a un modelo de exportación, ayudado por su mayor competitividad, España ha crecido propulsando su demanda interna vía el crédito. Mirando la balanza comercial de cada país podemos comprobar cómo los países con menor competitividad (como España) han tenido un déficit comercial peligrosísimo mientras que países con mayor competitividad han tenido superávit.
Lo que explica este gráfico es que España ha tenido más importaciones que exportaciones, y que ha financiado esa diferencia a través de la cuenta financiera. Dicho de otra forma, España ha crecido gracias a su burbuja inmobiliaria pero ésta no podría haber sido posible si los bancos no hubieran obtenido dinero desde el exterior para financiar todos los créditos inmobiliarios. Y ese dinero lo han obtenido los bancos de los mercados financieros internacionales, muy especialmente a través de la emisión de productos titulizados.
Es decir, el consumo interno español (componente del crecimiento económico) se ha sustentado no en altos salarios (que han sido en realidad cada vez menores como vimos aquí) sino en el crédito financiero. Pero ese crédito ha sido posible porque los propios bancos han pedido prestado ese dinero en el exterior. Ese esquema es el que refleja el gráfico anterior, con una cuenta corriente excesivamente deficitaria y una cuenta financiera que lo compensa.
Por contraposición, Alemania ha crecido porque ha exportado más de lo que ha importado. Estamos ante una relación centro-periferia en Europa que se parece mucho a la establecida entre Estados Unidos y China. Alemania exporta más pero porque hay países que pueden comprar lo que Alemania vende. Y esos son países como España, Italia o Grecia. Y para ayudarles, Alemania y los países centrales de Europa han financiado esas mismas compras. Exactamente la misma relación que existe en el llamado Breton Woods 2 entre China y EEUU. Son polos opuestos que se necesitan mutuamente.
La distinta competitividad entre países y la chinarización de Europa
La mayor competitividad de Alemania se explica por una caída de los salarios mucho más aguda en Alemania que en España o en el resto de países periféricos. Aquí la actitud de los sindicatos alemanes lo explica todo, puesto que han aceptado caídas brutales en el salario real. Ello ha posibilitado que Alemania ganara la carrera competitiva sobre los otros países, que no tuvieron más salida que crecer vía crédito.
Así, mientras que el Pacto de Estabilidad y Crecimiento no sirvió para nada, porque sólo controlaba las cuentas públicas y no las privadas (y por lo tanto no alertaba de la exposición de las empresas y hogares), recientemente se aprobó el Pacto por el Euro. Dicho Pacto, que explicamos aquí, empuja a todos los países a ganar competitividad por la vía de recortes salariales y del gasto público. Además de llevar a la recesión, la aplicación de esas propuestas llevará a una carrera a la baja entre países europeos que nunca podrá ser ganada por España. Y es que no todos los países pueden ser competitivos ni crecer mediante exportaciones. Las exportaciones de unos son las importaciones de otros, y por lo tanto el Pacto del Euro es un camino hacia la chinarización de todos los países y sin que eso pueda llegar algún momento a producir crecimiento en los países con más retraso en dicha carrera, como España.
Lo que debería hacerse, un programa para la izquierda
Si la Unión Europea quiere mantenerse tiene que resolver los desequilibrios comerciales que existen en su seno. Si se quiere hacer de forma coordinada lo primero que Alemania tiene que hacer es promover una subida de la participación salarial en su economía. Esto se puede hacer fortaleciendo el peso de la centralización en la negociación salarial o llevando a un pacto capital-trabajo que refleje un creciente poder del componente salarial y un menor peso del margen de beneficios. Eso reducirá su superávit comercial y mejorará la balanza comercial de los países periféricos.
En el ámbito europeo hay que controlar el espacio financiero europeo. Hay que establecer controles de capital hacia fuera e imponer tasas financieras en el espacio europeo, declarando la zona euro una zona de autosuficiencia financiera. La prohibición de las transacciones con los paraísos fiscales y territorios offshore será otro pilar, junto con el fortalecimiento de los mecanismos de lucha contra el fraude fiscal y la coordinación de un fuerte sistema fiscal progresivo. Con todo ese dinero, más con un financiamiento directo del BCE (que tiene que refundarse), se pueden comenzar los planes de estímulo destinados a corregir todos los desequilibrios comerciales y a fortalecer un modelo sostenible de crecimiento (dirigido por los salarios y teniendo presente limitaciones medioambientales). Todo ello tiene que estar acompañado de una ampliación de los servicios públicos y una reducción de la jornada laboral sin disminución de sueldo (que compense los años de crecimiento de la productividad por encima de salarios).
Los eurobonos pueden ser una buena opción, pero si no son suficientes el BCE debe financiar directamente. Además, debe incrementarse fuertemente la regulación financiera, prohibiendo prácticas especulativas, e imponiendo tasas a los bonos de deuda públicas que por encima de una determinada cantidad sean del 100%. Eso es una reestructuración de la deuda que permite que sea progresiva.
En España debe acometerse un cambio en el modelo productivo, pero para ello es necesario impulsar también el mercado interno para no depender tanto de las dinámicas de otras economías. Algo similar a lo que está haciendo China desde hace varios años con objeto de reducir su exposición al exterior. Para ello también hay que fortalecer la participación salarial e incrementar el peso del Gasto Público en la economía. Como herramientas fundamentales es necesario disponer de banca pública y de empresas públicas en los sectores clave (como le energía, vivienda o telecomunicaciones).
En definitiva, para la supervivencia de la Unión Europea y de nuestro planeta necesitamos un proceso fuerte de redistribución de la renta, de la riqueza, del trabajo y un mayor peso de las entidades públicas, que deberán ser gestionadas de forma transparente y democrática. Todo lo que no sea eso, y como hemos revelado más arriba, nos conducirá a un nuevo orden social inestable, repleto de tensiones sociales inabarcables y que amenazaría con destruir todo atisbo de democracia.
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